“No aparece apenas material inédito (una toma alternativa del ‘If not for you’ de Dylan), pero en su conjunto ‘Dylan, Cash, and the Nashville Cats: A new music city’ funciona a las mil maravillas como collage musical de una época sublime”
Dylan, Cash and the Nashville Cats
«A new music city»
SONY MUSIC.
Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.
¿Qué tipo de invento es esto de los Nashville Cats? ¿Estamos ante otro supergrupo descubierto en un baúl del sótano? ¿Un disco de colaboraciones del Dylan culo inquieto? En realidad, nada de lo anterior.
Mucho antes de Jack White, Paramore o The Black Keys cayeran rendidos ante su hechizo, la ciudad de Nashville envió un mágico magnetismo a músicos ajenos al Country más sesudo. The Nashville Cats hace referencia a un colectivo de músicos de sesión que durante los años 60 y 70 participaron en diferentes grabaciones en los estudios de Nashville acompañando ilustres nombres y grabaciones icónicas del country rock de todos los tiempos. Quién más y quién menos tiene los nombres de Neil Young, The Byrds, Joan Baez, Steve Miller o J.J. Cale en su memoria casi incrustados de serie, pero son menos los que giran la cabeza al oír el nombre de Norbert Putnam, Kenny Buttrey o Buddy Spicher, bajistas, baterías, guitarristas o tocadores de dobro.
Los gatos de Nashville es el nombre que el Country Music Hall of Fame ha dado a todos estos músicos muchos años después. Los gatos hacía referencia a aquellos artistas provenientes del rock, el pop o el folk intrusos en el selectivo terreno del Country. El disco que tenemos entre manos, este “Dylan, Cash, and the Nashville Cats: A new music city” no es otra cosa que una jugosa y deliciosa compilación de treinta y seis cortes que sirven de complemento a la exposición del Hall of fame del mismo nombre donde rinden tributo al brillante batallón de músicos.
El título juega ligeramente al despiste, aunque no por ello desmerece lo que uno encuentra en su interior. Las canciones que se incluyen pertenecen sin duda a los más grandes nombres del country rock americano, pero sobre todo pertenecen a los músicos que las hicieron posible, una especie de homenaje coral a los obreros del negocio.
Hacia 1966 Bob Dylan se dirigió hasta Nashville para grabar “Blonde on blonde” (quizás su disco más memorable) y lo que es más importante, utilizando músicos locales para su fabricación. Que un intruso como Dylan abordara el gueto country fue algo novedoso e indudablemente la clave en el resultado final. Como muestra de aquella etapa, en este disco aparece la pequeña joya ‘Absolutely sweet Marie’, un diamante del mejor Dylan.
Encontramos en este viaje coral piezas majestuosas de Cohen (‘Bird on wire’) revisitada aquí con ese harpa metalizada. Hay varios cortes de Cash y Dylan incluyendo el dúo ‘Girl from north country’, Simon & Garfunkel, George Harrison, Joan Baez, los Wings de Paul McCartney, The Monkees, Ringo Starr, Kris Kristofferson, Wings, Country Joe McDonald, Derek & The Dominoes o The Byrds con la versión ‘You ain’t going nowhere’, donde el pedal Steel en la guitarra de Lloyd Green ilumina toda la canción.
Los amantes del género quizás no encuentren nada estimulante este ejercicio de aproximación al mejor Country Rock. No aparece apenas material inédito (una toma alternativa del ‘If not for you’ de Dylan), pero en su conjunto “Dylan, Cash, and the Nashville Cats: A new music city” funciona a las mil maravillas como collage musical de una época sublime. “Saturday night fever”, la tremebunda banda sonora del filme del mismo título, funcionó en su día como la mejor tarjeta de presentación posible a un movimiento musical (disco) emergente. Este grupo de gatos maúllan para el country rock tan bien como lo hicieron los Bee Gees para los amantes de las lentejuelas y la música disco. Si alguien quiere desempolvar sus sombreros tejanos, este acompañamiento musical es el complemento perfecto.
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Anterior crítica de discos: “Higher truth”, de Chris Cornell.