“‘See you in a few’, ‘I got him’ y ‘Watney’s alive!’ serán probablemente los momentos que más disfrutarán los aficionados en ‘Marte’, por la mayor presencia de la orquesta, el estupendo tratamiento que el compositor hace del motivo que representa a nuestro protagonista y la presencia de la voz y el chelo solistas”
Dos bandas sonoras centran la sección esta semana: el western clásico que música Jed Kurzel y la aventura especial cuya música ha compuesto Gregson-Williams, uno de sus mejores trabajos en los últimos años, según el crítico Fernando Fernández.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
Siguen pasando las hojas del otoño, y cinematográficamente es una de las estaciones más interesantes por la acumulación de títulos precedidos de buenas críticas y de gran interés, al margen de que entramos en la época de las nominaciones y los premios. Esta semana fijamos la mirada en dos propuestas antagónicas, en cuanto a estilo de contar una historia, pero que recurren a un sonido moderno y actual para apoyar estupendamente a las historias que acompañan.
“Slow West”, música de Jed Kurzel
“Slow West”es un western clásico y a la vez moderno. Una de esas muestras de western moderno, menos interesado en la aventura y quienes son los buenos y los malos. La historia se centra más en sus personajes y mantiene un equilibrio entre el tono épico y el intimista, que es el que más prevalece gracias a la historia de amor que mueve a su protagonista a un peligroso viaje y a juntarse con un misterioso y tramposo forajido que encarna de manera magistral Michael Fassbender. El problema es que pronto descubrirán que no son los únicos tras el rastro de la joven amada y de la recompensa sobre su cabeza.
Con ese tono más moderno y de película más independiente, el director recurre a uno de esos compositores jóvenes y que vienen del panorama musical independiente que se encuentra en auge en los Estados Unidos: Jed Kurzel. Ya hablamos de él con ocasión del estreno de “Son of a gun” a finales del pasado mes de mayo, sin embargo, el cantante y guitarrista de The Mess Hall se olvida del tono puramente ambiental de dicha banda sonora por otra con mayores aportaciones emocionales. Eso no quiere decir que el tono y estilo musical sea muy diferente; la música sigue teniendo un fuerte componente acústico y un tono dramático y contemplativo, pero su presencia es mucho más evidente y con un mayor primer plano. En conjunto su tono recuerda mucho a las aportaciones que Nick Cave y Warren Ellis realizan a películas de similar estilo y temática, y en esta ocasión no es malo, aunque en su escucha aislada puede perder cierta fuerza y utilidad, especialmente con los pasajes más atmosféricos de la misma como ‘The swedes’ o ‘The shootout’. Pero siempre proporciona un tono de lamento de tristeza y oscuridad, reforzada por el sonido de violín y chelo, como la música que acompaña a diversos momentos del viaje de los protagonistas y que escuchamos en ‘Let’s drift theme’. Sin embargo, el vals que conforma el tema principal del protagonista es realmente bonito y con un tono brillante. Tal vez como muestra del espíritu heroico e idealista de Jay en busca de su amada, con esa guitarra creando el ritmo y la melodía principal. El vals ilumina la banda sonora cada vez que aparece, y hace que gane mucha presencia en la historia. Desde luego, bastante más interesante que el trabajo que hizo en “Son of a gun”.
“Marte (The Martian)”, música de Harry Gregson-Williams
“Marte” es todo lo contrario a la película anterior. Una de las más esperadas del año, basada en una novela de éxito, con la presencia de un estupendo Matt Damon en su papel protagonista y con un Ridley Scott que recupera, con mucho, el ritmo de sus buenas películas y que parecía haber perdido en sus últimos espectáculos. Es algo a lo que el director nos tiene bastante acostumbrados, ya que es un maestro en eso de “dar una de cal y una de arena”, marcarse una estupenda película (aunque no alcance la calidad de sus clásicos como “Alien” o “Blade Runner”) para luego perderse en historias recargadas de grandilocuencia y efectos especiales. Esta vez ha sabido mantener estupendamente el equilibrio de esta historia sobre una misión tripulada a Marte, en la que el astronauta Mark Watney es dado por muerto y abandonado por sus compañeros de tripulación tras una violenta tormenta. El problema es que Watney está vivo y se encuentra solo y abandonado en ese planeta hostil. Solo le queda recurrir a su ingenio, humor y espíritu de supervivencia para subsistir, mientras a millones de kilómetros un equipo internacional de científicos trabaja para traer al “marciano” de vuelta.
Uno de los mejores elementos de la cinta es la estupenda y contenida banda sonora que nos deja uno de los compositores habituales del director, Harry Gregson-Williams. Resulta una lástima que no hayan trabajado juntos más veces en los diez años que han pasado desde su última colaboración, “El reino de los cielos”. Scott es un director muy complicado, le gusta hacer y deshacer a su antojo con la música de sus películas, con meteduras de pata históricas como “Legend” (responsable de sustituir la partitura original de Jerry Goldsmith por una electrónica de Tangerine Dream para hacer la película más moderna) y enfados mayúsculos de compositores por su manía de colocar la música donde a él le apetecía y no en los momentos para los que la había preparado el compositor. En los últimos años había dejado esa labor en manos del muy flojo e irregular Marc Streitenfeld y en las del español Alberto Iglesias. Pero en todas ellas, otros compositores, entre ellos Gregson-Williams, terminaban aportando y componiendo música adicional. En esta ocasión no es así y el resultado final se nota mucho en la partitura, probablemente una de las mejores y más interesantes de Harry Gregson-Williams en los últimos años.
El compositor aprovecha para añadir un toque moderno y electrónico a la banda sonora, sin dejar de lado el elemento sinfónico, pero de una manera llamativa. La electrónica no es un simple embellecimiento o apoyo al elemento orquestal, es un elemento destacado, con sonidos muy evocadores y específicos que parecen tener un cierto tono clásico y antiguo. Una buena combinación, con las piezas de música muy conocidas de los 70 y 80 con las que el protagonista busca “compañía” mientras intenta aliviar su situación en todo lo que puede. La electrónica evidencia el aspecto científico de la misión, así como los aspectos atmosféricos de un planeta desértico y abandonado como Marte. Acordes sintetizados parecen situarnos en el ambiente del planeta rojo, como ‘Mars’, y otros crean una tensión y sensación de avance en la historia, como ‘Pathfinder’ o ‘Hexadecimals’; el compositor utiliza diferentes tonos en pequeños momentos a lo largo de toda la banda sonora. Lo curioso es que la acción no es un elemento nada destacado, fuera de ‘Emergency launch’ solo vamos a encontrarnos breves momentos de tensión creciente. La banda sonora es bastante contenida y va evolucionando hacia un crescendo emocional que conforma toda la parte final y más destacada de la partitura. ‘See you in a few’, ‘I got him’ y ‘Watney’s alive!’ serán probablemente los momentos que más disfrutarán los aficionados, por la mayor presencia de la orquesta, el estupendo tratamiento que el compositor hace del motivo que representa a nuestro protagonista y la presencia de la voz y el chelo solistas. No nos podemos llevar a engaño con la música sobre cuál es el final de la película, pero el conjunto funciona estupendamente, incluso con la alta presencia de canciones en la banda sonora. Todo un estupendo trabajo de Gregson-Williams y uno de los más homogéneos que he escuchado en una película de Scott en los últimos años. Puede no gustar a todo el mundo por los sonidos electrónicos, pero el resultado es realmente bueno.
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Anterior entrega de El Club de las BSO: “El coro”, “Golpe de Estado” y “Pan”.