“Electrónica minimalista que convive con cuidados y trabajados registros de voz y, por encima de todo, un énfasis por la experimentación que denota sus ganas de atreverse y de correr riesgos”
Editors
“In Dream”
PIAS
Texto: SARA MORALES.
Una vez, hace mucho tiempo, le preguntaron a Ian Curtis sobre cuál creía que iba a ser la evolución del sonido de Joy Division, si pensaba en ello dos décadas por delante. Él contestó que no lo sabía pero que, posiblemente, pudieran acercarse a la electrónica industrial de tendencia dark. Y no iba desencaminado. Desde su desaparición en 1980, el resto de la banda decidió dar vida a un nuevo proyecto que, aunque bebió de su pasado más inmediato, tomó en buena parte esos derroteros que vaticinó su líder. Hoy son New Order, y el resto de la historia de sobra es conocida. Pero, ¿qué hubiera pasado si Curtis no hubiera muerto y Joy Division hubiera seguido publicando discos hasta llegar a ese grado electrónico? ¿Cómo se habría aceptado el cambio por parte del infinito batallón de fans? Imagino que por el camino habrían perdido unos cuantos adeptos, de la misma forma que los habrían ganado por otro lado. Es sano asumir, aunque incomode o duela, que este tipo de progresos en una banda son naturales, a veces incluso necesarios; pero también es cierto que pueden herir sensibilidades, crear desconcierto y pérdida de lealtad.
Hoy, con el recién estrenado disco de Editors, «In dream» (PIAS, 2015), estamos siendo testigos directos y a tiempo real de uno de estos trances evolutivos. Hace ya diez años que aterrizaron en la escena con su primer disco, «The black room». Con él fueron erigidos como cabezas del post punk revival, un movimiento que buscaba rescatar precisamente el legado sónico de bandas como Joy Division o The Fall, en un esfuerzo acertado por actualizarlo, renovarlo y traerlo hasta las necesidades del nuevo siglo. No solo dieron en el clavo, sino que además crearon escuela a lo largo de diez años y cuatro discos. Por eso, a los que nos enganchamos a ellos con ‘All Sparks’, nos enamoramos de ‘Smokers outside the hospital doors’, nos hicimos adictos por culpa de ‘Racing rats’ y eclosionamos con ‘Papillon’, nos resulta un tanto extraño identificar a Editors en algunas de estas nuevas canciones. Y no porque el trabajo realizado no sea brillante y concienzudo, que lo es pues no falta detalle, sino porque puede que, sencillamente, no estemos acostumbrados a escuchar el adictivo torrente vocal de Tom Smith compartiendo micro con una voz femenina.
La colaboración de Rachel Goswell, cantante de Slowdive, es una de las novedades que trae consigo este quinto disco de los de Birmingham. Especialista del shoegaze, se convierte en compañera de estribillos en pasajes como la experimental ‘The Law’, de intro sobrecogedora, esencia de balada y una importante carga instrumental, o en protagonista de segundas partes como ocurre con ‘At all cost’, de tempo desacelerado, presencias en la lejanía y un doliente Tom Smith. Una canción que pone de manifiesto la inquietud e incluso la expectación que el quinteto ha conseguido despertar con este disco de diez canciones con el que, por cierto, se estrenan en la producción. De ahí que se trate de un trabajo cargado de matices y detalles cuidados al máximo, en toda una amalgama de sonidos electrónicos y digitales que, aunque ya nos venían advirtiendo en trabajos anteriores, ahora toman el papel principal en su sonido.
Un disco grabado en uno de los lugares más enigmáticos de Europa, como son las Highlands escocesas, donde el hermanamiento con la naturaleza es tal que, inevitablemente, uno recobra sus instintos más primarios. Quizás por eso, este trabajo nos suene orgánico y grandioso al mismo tiempo.
Y es que, con toda la intención, Editors han buscado alejarse por completo de los prejuicios y las ideas preconcebidas con respecto a lo que se espera de ellos. Y vaya si lo han conseguido. Ahora, debemos encontrar entre todas estas novedades la tradicional identidad de la banda, los distintivos que hasta ahora nos hacían reconocer que eran ellos. Un ejercicio que, en realidad, no cuesta demasiado cuando escuchamos canciones como ‘All the kings’ o ‘Ocean of night’ -también junto a Rachel Goswell- ; pero que se aleja bastante de a lo que nos tenían acostumbrados con la tenebrista e inquietante ‘No harm’, encargada de abrir el disco, o la dinámica y discotequera ‘Our love’.
Aunque no han perdido ni un ápice de su gusto por la oscuridad, como demuestran en ‘Salvation’ donde volvemos a oír la voz de barítono de Tom Smith llenándolo todo, ahora Editors caminan firmemente entre el dream onírico y la pista de baile, o más bien el clubbing. Un rock electrónico que combina majestuosidad instrumental al estilo de la ópera clásica, con altas dosis de experimentación digital de lo más vanguardista.
Los sintes siempre estuvieron presentes en su obra, pero en este «In dream» se desbordan atmosféricos y combinados con efectos tecnológicos para convertirse en la base de todas sus canciones. Y si ya en discos anteriores pudimos escuchar a Smith armonizando el piano con sus agudos vocales, en este nuevo trabajo los falsetes son omnipresentes. En ‘Forgiveness’, además, toman las riendas del pop ochentero en masculino, otra de sus influencias en este álbum y también visible en la empática ‘Life is a fear’. Porque como el mismo Smith afirma, «la música puede ser pop y experimental al mismo tiempo» y desde luego así lo han demostrado.
Electrónica minimalista que convive con cuidados y trabajados registros de voz y, por encima de todo, un énfasis por la experimentación que denota sus ganas de atreverse y de correr riesgos. Ahora se acercan más a Cabaret Voltaire y a Throbbing Gristle, incluso a Depeche Mode. Pero para no despistarnos demasiado, concluyen este tratado de idealismo electrónico y misterioso, con ‘Marching orders’. Una canción puramente Editors, la más afín a los devotos de sus inicios, y una forma de recordarnos que sí, que son ellos aunque en ocasiones puedan no parecerlo.
Debe ser que, efectivamente, la evolución natural del post punk, ya sea el original o el remember termine por desmarcarse hacia rumbos experimentales de espectro eléctrico. Crecer y madurar entra dentro del orden lógico, pero solo uno es dueño de cómo quiere hacerlo, y Editors así lo han querido.
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Anterior crítica de discos: “La mansión de los espejos”, de Carmen Boza.