“Allen parece haber reducido el conjunto a una idea ya manoseada en exceso a lo largo de su filmografía, articulada en una narrativa con no pocas arritmias y cierta desgana que conduce planamente entre un arquetipo alleniano y el siguiente”
“Irrational man”
Woody Allen, 2015
Texto: JORDI REVERT.
*Esta crítica puede desvelar algún detalle relevante de la trama.
En un momento decisivo de “Irrational man”, el personaje de Emma Stone entra furtivamente en la casa de su profesor (Joaquin Phoenix) guiada por la corazonada de que allí puede encontrar algún elemento que confirme una fatal sospecha. Dicho objeto es un ejemplar de “Crimen y castigo” en cuyas páginas la protagonista encuentra anotaciones esclarecedoras. Junto al nombre clave de la víctima aparece relacionado el concepto de la banalidad del mal, de Hannah Arendt, cual asociación directa que alumbra, de golpe, las arenas movedizas en las que frágilmente se cimienta la última película de Woody Allen. El vínculo entre Dostoievski y Arendt, forzado para la ocasión, da muestras de la acumulación de referentes a la que también se suman las ideas existencialistas o la moral según Kant. Una lección de filosofía en la que los nombres resuenan como lejanos ecos de lecturas juveniles antes que como catalizadores de una verdadera reflexión que renueve la enésima película de Allen fascinada por el asesinato y sus costes. Donde los personajes de “Delitos y faltas” (“Crimes and misdemeanors”, 1989), “Match point” (2005) o “El sueño de Cassandra” (“Cassandra’s dream”, 2007) recorrían un relato cargado de minas morales, el Abe Lucas de “Irrational man” hace lo propio a través de una narración articulada desde el giro caprichoso y apenas justificado, la mera puesta en escena de la idea a través de la mínima excusa.
Esto nos lleva a la levedad. La levedad ha sido, en la última etapa del cineasta neoyorquino, el lastre que ha condenado (inmerecidamente) a varias de sus películas a lecturas superficiales que desdeñaban estratos más interesantes del discurso. Obras como “Conocerás al hombre de tus sueños” (“You will meet a tall dark stranger”, 2010), “Midnight in Paris” (2011) o (parte de) “A Roma con amor” (“To Rome with love”, 2012) atesoraban preciosas reflexiones sobre la naturaleza del deseo, la trampa de la nostalgia o la del amor platónico. La superficie absolutamente liviana, entonces, era solo la puerta de acceso hacia senderos más prometedores. En el caso que nos ocupa, sin embargo, Allen parece haber reducido el conjunto a una idea ya manoseada en exceso a lo largo de su filmografía, articulada en una narrativa con no pocas arritmias y cierta desgana que conduce planamente entre un arquetipo alleniano y el siguiente. La levedad, aquí, no es más que el tapiz que cubre una sucesión de clichés propios. La paradoja reside en que, pese a ello, “Irrational man” es quizá una de sus películas más fascinantes a nivel interpretativo, en tanto que la dupla Joaquin Phoenix-Emma Stone mantiene un libre juego de emociones buscadas, encontradas y amenazadas cuyas fricciones generan instantes capaces de rebatir la general tibieza que invade la historia. Una feliz química que, no obstante, muere en la orilla del que es quizá el título más intrascendente del realizador en los últimos tiempos.
–
Anterior crítica de cine: “La camarera Lynn”, de Ingo Haeb.