“Apenas hay nada comercial en “Angel dust”; no es sencillo de escuchar, es un viaje intenso especialmente al comienzo, pero una vez dentro es fácil percibir su magnitud para acabar celebrándola”
La banda californiana vuelve a sacar a la luz dos de los trabajos más clásicos de su discografía, “The real thing” y “Angel dust”, en formato doble y con jugosos extras. Por Juanjo Ordás.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Los límites musicales del rock volvieron a romperse hacia finales de los ochenta y la década de los noventa se benefició del ruido de esa ruptura con las bandas iconoclastas alcanzando su punto álgido, ya fueran Jane’s Addiction, Red Hot Chili Peppers o Faith No More. No eran los únicos, pero sí de los más populares, lo que sería símbolo de una nueva forma de entender el rock con la fusión como insignia. Faith No More hicieron carrera desde la anécdota hasta la supremacía, desde la unión de rock y rap hasta una esquizofrenia maestra; sus discos eran demencias sónicas ácidas, complejas y muy irónicas.
Ahora mismo no se me ocurre mejor momento para reeditar “The real thing” (Warner) y “Angel dust” (Warner), sus dos discos más clásicos, los que los neófitos tienen que tener y los que sus fans irredentos siempre pinchan. Faith No More vuelven a estar de actualidad: hace unos años se reunieron para girar después de bastante tiempo sin verse las caras y hace escasas semanas han puesto a la venta “Sol invictus”, su notable disco de retorno. El presente es inmejorable para ellos, razón de más para que nos dejemos caer en el pasado, no para ensoñar, sino para realizar una traslación hasta la actualidad. ¿Qué representan “The real thing” y “Angel dust” hoy día? Exactamente lo mismo que el día de su edición, siendo la banda sonora de un alma divertida con su desquiciamiento, manteniendo intacta la desorientación personal desde punto de vista muy vitalista. Son dos discos distintos y se suele incidir en la manera en que Faith No More decidieron complicarse la vida tras el éxito de “The real thing”, pero no hay que olvidar que comparten combustible. No hay una ruptura brutal entre “The real thing” y “Angel dust”, se pueden mezclar los singles pertenecientes a ambos que se lanzaron al mercado y no hay desencuentro –algo que sí ocurrirá en futuros álbumes–, pero el barroquismo de “Angel dust” supondría un paso importante respecto a la relativa sencillez de “The real thing” en comparativa.
“The real thing” supuso un renacimiento para Faith No More. Sólo tenían dos discos en el mercado cuando se editó, pero supuso el debut del cantante Mike Patton y el comienzo de la banda tal y como pasará a la posteridad. Menudo mejunje. Patton era un cantante extraordinario, varonil y tan esquizofrénico como la mezcla musical que iba a tener que cabalgar, con el guitarrista Jim Martin repartiendo riffs de puro metal (‘Surprise, your’re dead!’, simplemente brutal), el bajista Bill Gould mezclándolo con funk y el teclista Roddy Bottum añadiendo ambientes sobre la polirítmica de Puffy Bordin. Y todo cobró sentido. Es pensar en el sencillo ‘From out of nowhere’ (‘De la nada’), que además abría el disco, para darse cuenta de que contrariamente al título ellos venían de sitios muy concretos que confluían y eran capaces de reactualizarlos. Bottum es el responsable (junto a Joseph Manning Jr de Jellyfish) de que los teclados siguieran siendo algo cool en los noventa, y la banda ejemplo de convivencia para un bien mayor.
Lo mejor de “The real thing” es que no hay que contextualizarlo, es muy fácil entender por qué fue un éxito. Se podían extraer sencillos de él (‘Epic’ tuvo enorme éxito), pero como bloque era un paseo por una cantidad de ambientes que iban desde lo misterioso a lo adrenalínico. La versión ampliada incluye un cedé extra con material adicional en el que destaca una ‘Sweet emotion’ (nada que ver con Aerosmith) originalmente editada con la revista Kerrang!
Con “Angel dust” daba la sensación de que su propuesta había avanzado al menos dos discos sin que los hubieran grabado. Desde que sonaba ‘Land of sunshine’ quedaba claro que el disco se iba a asimilar más a una gustosa pesadilla que a un sueño, riffs de guitarra thrash metal, solos a lo Black Sabbath, un teclado de circo psicótico y Patton cantando como nunca, pasando de entonar cual tenor operístico a emular a cualquier cantante noruego de death metal.
Apenas hay nada comercial en “Angel dust” –si acaso los sin singles ‘Midlife crisis’ y ‘Everything is ruined’ y tampoco–. No es sencillo de escuchar, es un viaje intenso especialmente al comienzo, pero una vez dentro es fácil percibir su magnitud para acabar celebrándola. La reedición incluye un puñado de temas en vivo seleccionados de los singles lanzados en su día, grabados de forma profesional, sin enorme nitidez pero bastante crudos e interesantes, así como otras piezas secundarias de la época, destacando especialmente la regrabación de ‘As the worm turns’ con Patton a las voces.