“Volvieron las proclamas, hubo invasión de las primeras filas ante el pánico de los encargados de seguridad, subió a un espontáneo a tocar la guitarra con su banda y Patti Smith se despidió con un “Vosotros sois el futuro” mientras cantaba ‘People have the power’”
La decimoquinta edición del festival barcelonés convocó a más de 175.000 personas para ver en directo a Patti Smith, Damien Rice, Sean Lennon, Belle & Sebastian o The Black Keys, entre otros. En el momento álgido del festival (el fin de semana) estuvo Xavier Valiño, que repasa aquí algunas de las principales claves de la cita.
Primavera Sound
28, 29 y 30 de mayo de 2015
Parc del Fórum, Barcelona
Texto y fotos: XAVIER VALIÑO
1. Quince años
Siete mil personas recordarán el 28 de abril de 2001. Nacía una nueva cita en el incipiente calendario de festivales estatal que reunió entonces doce actuaciones. Quince años después, las cifras marean: más de 175.000 asistentes (un poco menos que el año pasado, pero nada reseñable teniendo en cuenta que coincidía con las actuaciones de AC/DC y una final futbolera), desglosados en unos 50.000 cada día (incluyendo los portadores de abono), y 25.000 el miércoles, un 50% de ellos extranjeros; cerca de 3.000 contratados trabajando en estos días y 35 dedicándose en exclusiva al festival el resto del año, cuando no hay resultados visibles; unos 250 artistas y más de 350 conciertos… El festival llegaba así a su decimoquinto aniversario en plena madurez, consolidado como el más importante del Estado y convertido en todo un referente internacional. No se ven grandes nubarrones en el futuro inmediato, a no ser la amenaza que representan nuevos festivales similares y en las mismas fechas que están surgiendo en Estados Unidos. De hecho el próximo año, y por razones de contratación, será la primera ocasión en la que no se celebre el último fin de semana de mayo, sino el primero de junio.
2. El éxito popular… y entre los músicos
Si la respuesta fiel de los aficionados a la música parece asegurada año tras año, hay que destacar también la de los artistas. Para unos cuantos (varios componentes de Sonic Youth, Shellac, el líder de The Wedding Present y Cinerama…) este fin de semana de mayo en Barcelona es el punto álgido anual de su vida musical-profesional. No es difícil aventurar la razón, teniendo en cuenta que este año se hizo posible que Antony diera un concierto único con orquesta sinfónica, que Belle & Sebastian se trajeran toda una sección de cuerda a la que no sacaron mucho partido o que Rocío Márquez pudiese ofrecer un recital con todos los que han intervenido en su reciente disco. Sin ir más lejos, en ediciones anteriores Arcade Fire se presentaron con un séquito de sesenta personas mientras que Julian Cope se fue sin cobrar todavía por su trabajo. Son solo algunos ejemplos, pero bien significativos.
https://www.youtube.com/watch?v=haAnrI47LkI
3. La organización
Tras dar el año pasado con una distribución de espacios bastante ajustada, en esta ocasión la organización decidió repetir. Además, se ofrecieron otros detalles que el público agradece y que redundan en su comodidad, como tapones para oídos, recarga de móviles o un mini-bus que conectaba los dos escenarios más distantes (2 kilómetros). A ello hay que sumarle conciertos en distintos barrios, locales y escenarios de la ciudad, el Primavera para Profesionales (en su quinta edición) en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona o un ciclo de cine musical en colaboración con In-Edit. Por contra, quedan asuntos por resolver, como el transporte al centro urbano una vez rematados los conciertos. Seguramente los precios de las consumiciones o los reservados frente a algunos escenarios para las entradas VIP no tengan ya arreglo por razones de rentabilidad, pero es algo que al público mayoritario le gustaría que se cambiase.
4. Escenarios
Los doce escenarios repartidos por el Parque del Fórum ayudan a que no se produzcan grandes aglomeraciones ni embotellamientos. La contrapartida, claro está, es que a la misma hora uno puede encontrar varias actuaciones que le interesan. Y, a pesar de que generalmente la distribución de los artistas por escenarios se hace con cierta lógica, es imposible acertar siempre: en esta ocasión, por ejemplo, Tobias Jesso Jr. y Tony Allen deberían haber intercambiado el lugar que se les asignó (escenario Pitchfork y Auditorio, respectivamente). Por otra parte, resulta sorprendente que se monten escenarios tan singulares y atractivos como el Heineken Hidden Stage para ofrecer solo dos conciertos al día; sería interesante que se le sacase mayor rendimiento.
El Auditorio bien merece un párrafo aparte: el mayor lujo del Primavera Sound sigue siendo ese recinto cerrado en el que ver conciertos únicos con toda comodidad. Es la principal diferencia con cualquier otro festival similar conocido. Cómo gestionarlo cuando su capacidad es limitada es algo ciertamente complicado, aunque parece que se encontró la solución hace un tiempo cobrando una cantidad simbólica para aquellas actuaciones con mayor demanda a priori. Un año más, se debe luchar por su continuidad y mejorar algunos aspectos como disponer de una simple consigna.
5. La diversidad estilística
Aunque todavía haya quien pueda creer lo contrario, lo cierto es que Primavera Sound no se cierra a un único tipo de sonidos, incorporando siempre otras propuestas, aspecto que se debería incluso reforzar aún más en venideras ediciones. Este año ha habido desde flamenco (Rocío Márquez) hasta metal (Electric Wizard, Earth), pasando por música africana (Salif Keita con Les Ambassadeurs, Tony Allen, Sierra Leone’s Refugee All Stars) o hip-hop (Run the Jewels, Tyler the Creator). Con esta filosofía, siempre es posible encontrarse con gratas sorpresas. A diferencia de lo que le ocurrió en su momento al Festival de Benicassim, nadie se rasgaría las vestiduras si para la próxima edición anunciasen a Los Ilegales, Julieta Venegas o Kiko Veneno. Todos tendrían cabida y todos tendrían su público. Además, en esta edición parece haberse encontrado también una digna representación estatal y catalana (Christina Rosenvinge, Sr. Chinarro, Mercromina, Perro, Nueva Vulcano, Nuria Graham…), algo que en otras ocasiones motivó ciertas polémicas. Que esa representación parezca escasa ya es otra cuestión.
6. Patti Smith
Entrando ya en materia musical, solo cabe empezar reseñando la coronación de una reina de casi 70 años, Patti Smith. Suyas son las dos actuaciones para el recuerdo de esta edición. El viernes al aire libre recreando su disco “Horses” de 1975, con una banda en estado de gracia y la Patti más combativa y eléctrica que se recuerda en nuestro país, creyéndose cada palabra y cada nota de aquel disco compuesto hace cuarenta años. Sus canciones sonaron totalmente vivas y actuales, interpretadas con una furia y una entrega que hizo que su responsable acabase llorando. Entre recuerdos a Jim Morrison, Jimi Hendrix, Joey Ramone o Johnny Thunders, Patti no dejó de lado su discurso político en contra de las grandes corporaciones y a favor del pueblo. Tras ella, el trío femenino Sleater-Kinney reconoció abiertamente en el escenario sentirse orgullosas y rejuvenecidas.
Pero hubo una segunda parte: al día siguiente, en el Auditorio, anunciado como un recital de ‘spoken word’ (para evitar aglomeraciones), Patti apareció de nuevo con banda e hizo un concierto distinto, más acústico, pero igualmente pasional. En esta ocasión recordó a Lou Reed (olvidando e inventando parte de la letra de ‘A perfect day’ entre los aplausos generalizados), a John Lennon (con una versión de su ‘Beautiful boy’ dedicada a su nieto recién nacido) y al matemático John Nash, fallecido hace unos días. Volvieron las proclamas, hubo invasión de las primeras filas ante el pánico de los encargados de seguridad, subió a un espontáneo a tocar la guitarra con su banda y se despidió con un “Vosotros sois el futuro” mientras cantaba ‘People have the power’. Difícil que alguno de los presentes pueda olvidarlo.
7. Otros nombres a destacar
Patti Smith (o las ya citadas Sleater-Kinney) no fueron las únicas destacadas del fin de semana, aunque nombrar a unos por encima de otros ya sea más una cuestión subjetiva y, sobre todo, dependiente de aquello a lo que uno puede llegar entre tanta oferta. Teniendo en cuenta estas premisas, destaquemos a Antony con un recital intimista en compañía de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, quien consiguió enmudecer a toda una gran audiencia en el mayor de los escenarios; Benjamin Booker, quien ofreció una actualización garajera y con nervio reinterpretando el blues sureño; el cantante de Sleaford Mods escupiendo su punk rap de extrarradio mientras su colega miraba desafiante sin hacer nada más que pulsar un botón muy de vez en cuando; Kelela, Movement o Chet Faker, proponiéndose como algunos de los mejores representantes del soul de hoy; Jungle (gran sorpresa en directo), The Juan McLean y tUne-yArDs contagiando el mejor pop bailable; y, sin sorpresas reseñables, Ride, Interpol y Underworld validando su condición de cabezas de cartel.
https://www.youtube.com/watch?v=u80qE01iyVo
8. Reclamos
Al margen de los reseñados, había también varios atractivos que no defraudaron: el debut de España de Tori Amos tras 25 años de carrera; la primera aparición en escenarios españoles de Damien Rice, muy esperado gracias a sus reverenciados tres discos (aunque defenderlo a solas en un escenario enorme sea una temeridad); la nueva reunificación de Mercromina; la concesión de tres horas a Swans en el Auditorio para poder expresar sin cortapisas la experiencia física de su propuesta; y, por último, la recuperación de The Replacements, haciendo justicia a una de las mejores historias secundarias del rock.
https://www.youtube.com/watch?v=4R9o_j7-aew&feature=youtu.be&app=desktop
9. Decepciones
Una vez más (y teniendo en cuenta la ya mencionada e inevitable subjetividad) conviene reconocer que no todos respondieron como se podía esperar de ellos. Quizás el ejemplo más claro sea The Strokes, aparentemente apáticos o, cuando menos, intentando sabotear su éxito, algo a lo que la imposible imagen de su cantante Julian Casablancas no es ajeno. The Black Keys seguramente convencen a quien los vea por primera vez en directo, pero quienes repiten saben que por el camino y con el incremento de tamaño de los escenarios que pisan algo se ha perdido. Lo de The Ghost of a Saber Tooth Tiger (Sean Lennon y su pareja, para entendernos) es, digámoslo suavemente, indigesto. Y presentar a Tobias Jesso Jr. en España solo con su piano sin volumen más allá de la primera fila fue una verdadera ocasión perdida; en su inexperiencia (reconoció que nunca había tocado para tanta gente), él probablemente ni se enteró. Sí, lo propio hubiera sido el Auditorio.
10. Imágenes para el recuerdo
No hay mejor manera de recordar el éxito de esta celebrada edición del festival que aquellos momentos inesperados en los que se produce la perfecta comunión entre artistas y público. Sucedió cuando Mac DeMarco (quien interpretó sus tranquilas canciones pop con inusitada energía) fue transportado en volandas desde el escenario principal hasta la mesa de mezclas, más de 150 metros “surfeando” por encima de la masa que se lo pasaba con los brazos en alto. O Dan Deacon, abriendo las aguas de la muchedumbre para incitar al baile y la alegría colectiva. O el cantante de Fucked Up, quien pasó más tiempo vociferando entre el público que al lado de sus compañeros de banda. Y, conviene recordarlo una vez más, una señora de 68 años: Patti Smith.