«Reivindica la figura del rocker que envejece por la puerta grande, como Johnny Hallyday. La lengua larga y el tupé altivo»
Eduardo Tébar se suma a la “Semana de Loquillo” seleccionando las diez mejores canciones de índole política de Loquillo, que van desde ‘Los tiempos están cambiando’ en 1981 hasta ‘Luché contra la ley’ en 2004.
Selección y textos: EDUARDO TÉBAR
Hubo un tiempo en el que lo peor que le podían llamar a uno en España era “afrancesado”. Loquillo va por ese camino. Elegante y fardón, El Loco reivindica la figura del rocker que envejece por la puerta grande, como Johnny Hallyday. La lengua larga y el tupé altivo. Durante décadas, esbozó el modelo de la profesionalización del rock español. “No paran de hacer galas porque hay treinta familias que comen de él”, bisbiseaban en el gremio. Entre tanto pulió el perfil de un personaje tan chulo como inclasificable. Un dandy molesto. Afín a la Movida en Madrid, simpatizante de la tradición insurrecta barcelonesa, comparsa de Paco Ibáñez y difusor de la poesía del exsecretario de Estado de Cultura del PP, Luis Alberto de Cuenca. ¿Coherencia? La suya.
El Loquillo político aflora sin ambages al cumplir los 40. La novela “El chico de la bomba” —enmarcada en las décadas suaves del franquismo y con la óptica de los vencidos— supuso el preámbulo de lo que luego, en 2004, vomitó del todo en el disco “Mujeres en pie de guerra”, banda sonora de la película dirigida por su mujer, Susana Koska, sobre las españolas que lucharon por la libertad y la democracia en la Guerra Civil. Bastaría con el desglose de este álbum para completar esta breve selección de canciones, digamos, comprometidas, historiográficas o sociales. Pero echemos la vista atrás. A mediados de los ochenta, Los Trogloditas actuaron a favor del referéndum contra la OTAN y en contra del servicio militar. Loquillo se fogueó entonces ante lo más florido de la izquierda y metió a 120.000 personas (pagando) en las fiestas del PSUC. Un hito. Además, el 1 de mayo de 1996 alborotó a 100.000 sindicalistas en la Plaza de España de Madrid. Ahora, ya lo sabemos, la conciencia política es un «hype».
1. ‘Los tiempos están cambiando’ (“Los tiempos están cambiando”, 1981)
El primer disco de Loquillo fue ingenuo, torpe, desdichado, pero lleno de frescura. Incluía un alegato subterfugio a la máxima DIY del punk (‘Esto no es Hawaii’) y una maravilla universal de Sabino Méndez, con el asesinato de John Lennon todavía reciente (‘Rock and roll star’). Aliño rockabilly y adobo de versiones. Y en medio, esta adaptación acelerada del clásico de Bob Dylan. El Loco respetó uno de los versos más afilados del flaco: «No critiquéis lo que no podéis comprender». Sí, los tiempos cambiaban sin remisión. Con veinte años de retraso, pero anticipando la nueva ola que inundó España de color. Guitarra chispeante de un experimentado Carlos Segarra.
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2. ‘77’ (“¿Dónde estabas tú en el 77?”, 1984)
Estallido punk, calles ardiendo, consignas bajo mano, anarquía y héroes de la revolución. Firmada por Loquillo y el guitarrista Ricard Puigdomenech, se trata de una canción, en cierto modo, anticipativa de grabaciones posteriores (‘Morir en primavera’ y la versión del ‘Ya no hay héroes’ de los Stranglers). Escenas convulsas: el Loco se hacía un hombre y pedía más madera. Mucha anfeta. Atención a la mirada vidriosa, desafiante y sobrecogida que inmortalizó Francesc Fàbregas, pionero de la fotografía rock en Cataluña, en la portada del epé en vinilo grande. Puro nervio. Tremendo.
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3. ‘El país te necesita’ (“La mafia del baile”, 1985)
Ecos de ‘London calling’ y de marcha marcial. La mili, ay, ese corta rollos. Los Trogloditas radicalizaron sus gestos recién entrados en una multinacional. Comenzaron aquí los paseos por el filo de la navaja. Cuero, armamento, drogas. La cuestión era provocar. Este tema ilustró la congoja de la multitud de españolitos que todavía debían cumplir con el servicio militar obligatorio. Una letra triste y a la vez socarrona, crítica en definitiva con la carne joven que se saldan las batallas en nombre de la paz, de Dios y de la patria.
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4. ‘Piratas’ (“Mis problemas con las mujeres”, 1987)
Un homenaje intrínseco a Jonathan Richman. Fraseo guasón y sonido acústico, a medio camino entre el doo woop y las playas de Harry Belafonte. La política aquí es secundaria: una coartada para la razón sentimental que late en la poética de Sabino Méndez. “He modelado una bandera que, como todas, es para quemar. En colores negro y color sangre, por el placer de crear”. Mundos prohibidos y recuerdos acres. Un texto inmenso. Una pieza deliciosa. Loquillo se enfundó traje de crooner. Ahora la rescata, aún más doo woop y vaporosa, con los siempre solventes Nu Niles de Mario Cobo.
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5. ‘La Guerra Civil’ (“Morir en primavera”, 1988)
Esta canción de “Morir en primavera” fue cara B del single ‘La mala reputación’, lanzado en 1988 bajo el rótulo de “Loquillo y Los Trogloditas cantan a Brassens”. El enganche natural era Paco Ibáñez, por entonces íntimo amigo de El Loco. Una relación influyente: el rocker del Clot tomó contacto con la progresía ilustre acompañando a Paco en sus recitales en Madrid. ‘La Guerra Civil’ se erigió en el ‘Spanish bombs’ de Los Trogloditas, con palmeos incluidos. ¿Memoria histórica? “Mi país como una espina clavado. Devolverles el honor a quienes se lo habéis robado”, declama Loquillo.
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6. ‘Rosas cortadas’ (“Hombres”, 1991)
Adiós a los ochenta y a la actividad en la banda del compositor Sabino Méndez. Los ochenta habían sido, según palabras de Loquillo, “una enorme raya de coca”. Todo fueron dificultades para sacar adelante este álbum. Desde los estudios de Sonoland, en Torrejón, los músicos escuchaban el vuelo de los aviones estadounidenses que despegaban rumbo a Bagdad. La Guerra del Golfo imprimió carácter a un cancionero duro, rabioso, “por pelotas”. La CNN retransmitió la barbarie. Realidad y ficción se confundían. Y aunque el filósofo Jean Baudrillard negaba en Madrid la evidencia sustantiva de una guerra convertida en espectáculo, temas como ‘Rosas cortadas’ sugieren escenas: “Mientras sigo luchando, ellos esquivan la vida”. Curiosidad: una deuda editorial obligó a firmar la autoría con el nombre del padre, Santiago Sanz.
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7. ‘Los ojos vendados’ (“Mientras respiremos”, 1993)
Una de las canciones más crudas y polémicas de Loquillo, ya instalado en el País Vasco. La España del GAL. Cuenta la historia, basada en hechos reales, de una detención ilegal. Una denuncia explícita de las torturas en las comisarías españolas y de la impunidad de los agentes condenados. El vídeo, dirigido por Aitor Zabaleta y avalado por Amnistía Internacional, fue censurado en todos los medios de comunicación. Al Loco también lo vetaron en las radiofórmulas y “Mientras respiremos” desapareció de la circulación a las puertas del disco de platino. Años después, Loquillo confesó: “Llegué a acojonarme”.
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8. ‘Ya no hay héroes’ (“Tiempos asesinos”, 1996)
Consciente o no, es el disco político de Loquillo por excelencia. Se gestó como acompañamiento para el documental del mismo nombre. Un homenaje a las mujeres que batallaron en la Guerra Civil, con el apoyo de Gabriel Sopeña. Otra mirada hacia atrás, impregnado de la Barcelona anarquista, pero jugando ya con un rock sofisticado en medios tiempos. ‘El año que mataron a Salvador’ retrata un país en blanco y negro. Familias mutiladas. Infancias rotas. Aquí está todo: Paco Ibáñez, Durruti, las barricadas… Y la voz de Loquillo, mejorada por el rigor de los años.
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10. ‘Luché contra la ley’ (“Arte y ensayo”, 2004)
Vuelta al espíritu de los Clash. En realidad, la versión de una versión (The Bobby Fuller Four catapultó la original de The Crickets). Loquillo ya había encarnado al ‘Hombre de Negro’ de Johnny Cash y se gustaba en el papel de forajido. Su adaptación con Fito Cabrales marca un momento álgido en la etapa del siglo XXI, en especial a partir del disco en directo “Hermanos de sangre” (2006). Rock combativo, del que tocaba las cosquillas al sistema.
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Bonus track: ‘Armando al amor’ (“Mujeres en pie de guerra”, 2004)
Bien, Loquillo acaba de demostrar que es capaz de dar dos pasos atrás para cruzar uno adelante. Basta con coger a unos titanes del rockabilly (The Nu Niles), a los reyes del doo-woop en Barcelona (The Velvet Candles), el saxo de Dani Ne.lo. y una letra de Sabino Méndez. Hemos dejado fuera de esta selección la taimada pero oportuna ‘Political incorrectness’, de Luis Alberto de Cuenca. Como descaro, conviene recordar el apoyo del Loco a la campaña del candidato por Los Verdes a la alcaldía de Madrid, José María Mendiluce, en 2003. Compuesta por Gabriel Sopeña, ‘Armando al amor’ llegó en un momento de alta tensión y proponía un hermoso canto a las personas sobre las banderas; a la calle sobre la política de salón. Con el marchamo en sepia que impregna la poética de Sopeña, alzado aquí en continuador de la senda pacifista de León Gieco. A Mendiluce le gustó mucho: interpretó la canción como respuesta necesaria ante la invasión unilateral de Irak por parte de Estados Unidos. Aquello ponía en jaque a la ONU. Peligraba el orden mundial. Se tambaleaban los gruesos cimientos de la unión política de Europa. Se podía desencadenar un desastre, vaya.