«Dominando los tiempos. Jugando con las texturas. Creando arte. Arte en mayúsculas»
The Original Northern Island
«The black fall»
ACARAPERRO PRODUCCIONES
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Pensaba realizar la crítica de este disco hace unos meses, antes de haber oído ni siquiera una nota de él, pero conociendo a fondo a sus predecesores y la noticia de su grabación. En cambio han hecho falta tan solo unos días de escuchas para convencerme de la necesidad de que el disco viera la luz en formato físico. Lo hará en breve, y las razones que me han llevado a integrarme en esa parte del proyecto son las mismas que me llevan a recomendar su escucha de manera persistente.
Debutaba el antiguo líder de la banda madrileña Tapacubos con este proyecto que toma forma a partir del acrónimo de su nombre en 2012 con el habitual homónimo disco de debut. Aunque fuera «Pyramid», apenas editado unos pocos meses después, el que le pondría en circulación gracias a vender a través de su propio Bandcamp ocho mil copias en Estados Unidos, apoyado por un programa de la radio alternativa de Austin. Es ese empujón el que afianza al músico en su proyecto en solitario y le lleva a editar, de manera virtual y ese mismo año, «The tea effect». Tres trabajos en un mismo año pueden ser demasiados para cualquiera pero no para la incontinencia creativa de The Original Northern Island. Y por si eso no fuera suficiente, seis meses después llega el espléndido «Tumbleweed», que acaba de convencer al oyente de que se encuentra ante un músico cuyo éxito sería indiscutible en ese otro tiempo, otro lugar al que cantaba José Ignacio Lapido.
Tras publicar a principios de este 2014 el single ‘The wind beneath the stones’, llega ahora este «The black fall» prologado por el avance que supuso hace unas semanas ‘Bullet’. En él, este fan de Kyuss, capaz de versionar en directo a Muse, a Nirvana o a Johnny Cash, reincide en un folk de tintes británicos en lo instrumental pero de aroma norteamericano en lo vocal (difícil no traer a tu mente a gente como David Eugene Edwards, Jay Munly, Slim Cessna, el Cash más oscuro o un Eddie Vedder metido a predicador). Adorna los temas con una instrumentación poco habitual en sus discos previos, algo en lo que sin duda ha tenido mucho que ver la producción de Víctor Guadiana que, además, se ha encargado de los arreglos de cuerda. Juntos consiguen un disco con piezas excelentes (ahí están ‘The wind beneath the stones’, con un crescendo excelso, o la grandeza épica inconmensurable de la también citada ‘Bullet’) que transmite emotividad y delicadeza por partes iguales. Como si de una lima de terciopelo se tratara. Como si una tela de araña de alambre te envolviera sintiendo el dolor solo a ratos. Dominando los tiempos. Jugando con las texturas. Creando arte. Arte en mayúsculas, aunque el otoño llegue a oscurecernos el alma.
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Anterior crítica de discos: “El baile de los muertos”, de Luis Yepes.