Discos: «Magnolia Route», de Travellin’ Brothers

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«El camino, metáfora de libertad, convierte la grabación en un crisol de sonidos añejos, rescatados con pericia y sin caspa»

Travellin-Brothers-12-05-14

Travellin’ Brothers
«Magnolia Route»
GAZTELUPEKO HOTSAK

 

 

Texto: IGOR CUBILLO.

 

 

De un tiempo a esta parte, cuando se habla de blues hecho en Euskadi hay que referirse, indefectiblemente, a Travellin’ Brothers, un conjunto activo y poliédrico que ya ha dado el salto del pequeño garito al gran festival. Merced a su eclecticismo y una condición camaleónica que permite transformarse en big band cuando la ocasión lo requiere, y las condiciones lo permiten. Y también gracias a su audacia, a la asunción de riesgos, a utilizar el blues únicamente como punto de partida, como plataforma para rebasar las barreras del género y transitar con soltura por los vastos terrenos de la música negra.

Es lo que hace, precisamente, en este su sexto álbum en diez años de existencia, planteado como un recorrido por la música de raíz afroamericana siguiendo el curso de Magnolia Route, la primera carretera que acercó la costa de Mississippi a Chicago. El camino, metáfora de libertad, convierte la grabación en un crisol de sonidos añejos, rescatados con pericia y sin caspa.

El disco se abre con ‘Magnolia Route’, un ejercicio de neo swing, con la vista y la cadera puestas en la chispeante Nueva Orleans, que, impulsado por metales, aporta dinamismo desde el inicio. Sigue ‘Love, joy & happiness’, muestra de rhythm & blues y soul apuntalada por arreglos gospel en boca de La Kantoria, un coro tradicional, juvenil y femenino que colabora en otros tres cortes. Un efecto extraño, pero premeditado, alejado del calor y la potencia de las voces negras, recurso habitual del género; otra apuesta, otro giro arriesgado. La invitación al baile vuelve a asomar con ‘Creole queen’, un mambo, peinado por aires latinos y fronterizos, que hubiera gustado escuchar con la gravedad de Louis Armstrong. El blues se arrastra en ‘Morning rain blues’ y cobra vuelo, enfático, en ‘Oh what a shame’. Mientras, el funk aparece en ‘Come to daddy one more time’ y notas country asoman en ‘Song for you (always there)’, una pieza idónea para la carretera.

El broche lo pone ‘This little light of mine’, clásico gospel que completa un muestrario de estampas y sonidos digno de respeto e, incluso, admiración. Porque nada suena forzado en ‘Magnolia Route’ (¿quizá los referidos coros pálidos?), todo fluye en una grabación en la que, además de La Kantoria, tomaron parte nueve músicos de su particular big band y media decena de colaboradores de postín: así, se escucha la harmónica de Antonio Serrano, la guitarra de Francisco Simón, el Hammond de Mikel Azpiroz… Con su refuerzo, el sexteto vizcaíno logra un resultado notable, partiendo de la asunción de sus limitaciones: «No nos han dejado nuestras mujeres, no hemos sido esclavos, no hemos recogido algodón; tocamos blues a nuestra manera», señaló el guitarrista Aitor Cañibano en la presentación del trabajo. Del viaje. Bajen la luz y abróchense los cinturones. Bon voyage.

Anterior crítica de discos: “Multiviral”, de Calle 13.

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