«No nos hemos inventado nada, ni estamos reivindicando algo que no se haya reivindicado antes o que se plantee cualquier persona a diario en su casa»
Un mes después de difundir la canción ‘Ratonera’, avance de su próximo álbum, Eva Amaral y Juan Aguirre deciden hablar, explicar las razones de esa canción y su visión de la polémica surgida alrededor de ella y del vídeo que la ponía en imágenes. El medio elegido para ello es Efe Eme.
Texto: JUAN PUCHADES.
Andan Eva Amaral y Juan Aguirre escribiendo las canciones de su próximo disco, a la vez que están embarcados en una breve gira por festivales. Pero, principalmente, su tiempo en estos momentos se lo lleva la composición de los nuevos temas. Liados con uno de ellos, se detienen para mantener esta entrevista, la primera que ofrecen desde que hace un mes difundieran una de esas nuevas canciones, ‘Ratonera’, con la que se armó enorme revuelo mediático; y con el vídeo de la misma, en estos momentos, habiendo superado los dos millones de reproducciones. Hechos que ellos observan con esa extraña tranquilidad y fortaleza interior que nunca les ha abandonado desde que hace dieciséis años comenzaran a grabar discos.
Durante estos treinta días, han preferido guardar silencio, mantenerse al margen del ruido que había despertado ‘Ratonera’. Ahora les apetece explicar sus razones, y eligen para ello un medio musical, que es su lugar natural para comunicarse, porque a ellos de lo que les gusta hablar es, esencialmente, de música.
¿Una canción como ‘Ratonera’, surge de la rabia, del hartazgo o hay una intención de despertar conciencias?
Eva: Fue hartazgo. La canción la comenzó Juan, y está movida por una sensación como de ahogo, de ver y leer las noticias, de ver la realidad que te rodea. Juan necesitaba escribir esa canción, y los dos sentíamos que necesitábamos sacar eso de nosotros para poder seguir con el resto del próximo disco. Para nosotros ha sido una canción que, de algún modo, ha destapado la botella del resto de cosas que queríamos contar. Como sabes, en nuestros discos siempre reflejamos distintos momentos, las canciones hablan de cosas distintas, no hemos hecho todavía ningún disco conceptual. Y ‘Ratonera’ era sacar a la luz una situación que nos ahogaba, era una forma de liberarnos y poder seguir haciendo temas de todo tipo.
Juan: No había ninguna intención concreta de mover nada más allá que el dar salida a la propia expresión, a un sentimiento. Mira, te muestro lo que pasó.
Juan se levanta, coge una de las guitarras que tiene en la habitación de su casa en la que trabaja, y toca un fragmento de la canción cantando frases sin letra y otras con ella, explicando el germen primero de ‘Ratonera’, surgida en ese mismo lugar.
J: Nació así, pero incluso con menos letra de la que acabas de oír. Aquello lo grabé en una nota de voz y se lo envié a Eva, pero sin ninguna idea preconcebida. Entonces ella me llamó, me dijo que le gustaba mucho y que podíamos trabajar sobre ella. Al día siguiente, en el estudio [cuando a lo largo de la entrevista ambos se refieran al «estudio», harán referencia al local que acondicionaron hace unos años y que les sirve tanto de espacio para ensayar como para grabar sus canciones], la empezamos a tocar, Eva fue añadiendo partes de la letra, cambiando melodías. Surgió así, que es como surgen casi todas nuestras canciones, de una forma bastante visceral. Luego te puedes pasar meses buscando un arreglo que encaje con algo, a veces lo encuentras y a veces no, y a veces crees que lo has encontrado y tiempo después te arrepientes y te hubiera gustado grabarlo de otra manera. Pero el germen de la canción surge de una forma muy visceral, y muchas veces nace sin saber porqué. A veces una melodía tiene un sentimiento que no aciertas a articular, no hay un corpus ideológico, ni narrativo siquiera. Y hablo de cualquier canción, de ‘Hacia lo salvaje’, ‘Cuando suba la marea’ o ‘Ratonera’, da igual, muchas veces no sabes dónde te lleva la canción. Luego, cuando te preguntan, como en este caso, intentas racionalizar de la manera más fiel posible lo que fue el sentimiento original, cómo se te ocurrió, y lo que cuando ponemos una canción en común se nos puede ocurrir. Ese es nuestro sistema habitual de composición: partimos de cosillas o de detalles, de melodías, incluso de una sola palabra.
‘Ratonera’, por lo que contáis, es una canción de los dos, ambos habéis aportado a ella.
E: Normalmente es así. Una canción, el germen, digamos, nace de uno de los dos, pero luego, al ponerla en común, suele cambiar bastante, evoluciona hacia otro lugar.
‘Ratonera’ tiene algunos versos muy explícitos, sin recurrir en ellos a la metáfora. ¿Decidisteis no cortaros?
E: Ya [risas]. La verdad es que fue lo que nos salió, es una canción muy visceral, y desde el primer momento la letra reflejaba esa visceralidad, incluso había algunos versos más explícitos que no llegaron a la versión definitiva de la canción porque, sencillamente, nos parecía que había otros con más calidad. No es que desaparecieran por explícitos, sino porque nos parecía que había otros que narraban lo que queríamos con más elegancia.
J: Tengo amigos músicos que piensan que la letra es muy importante en una canción, y a mí, tan importante como la letra, me parece el sonido de las palabras y la melodía. De hecho, los primeros recuerdos que tengo de cuando empezaba a escuchar música anglosajona, rock y otras músicas, era que te quedabas con el sonido: yo no entendía muchos de los textos que luego he comprendido al aprender inglés, y la canción me llegaba igualmente. Nosotros no pensamos que el texto en sí mismo deba ser separado del sonido interno que tienen las palabras, las melodías, el tono de la canción… Cuando te decía que cambiamos las cosas, muchas veces una canción la aceleramos, la hacemos más lenta, la subimos de tono, la bajamos, le quitamos acordes, le añadimos… porque buscamos casi un ideal del sonido, que a veces es imposible. Es decir, nunca nos hemos autolimitado a la hora de narrar nada, ni siquiera en canciones que hablen de sentimientos más introspectivos, como en ‘Cuando suba la marea’; nos hemos cortado igualmente al escribir esa letra que al escribir la letra de ‘Ratonera’, porque para nosotros no son dos tipos de canción, son expresiones de un sentimiento. Las canciones, en el fondo, son peliculillas pequeñas, y no tendría sentido cortarnos en ellas. Si hubiéramos quitado cualquiera de las frases que han quedado, no nos gustaría tanto. De una canción, lo primero que buscamos es que a los dos nos guste, y ni siquiera uno de los dos cede, nosotros solo soltamos algo cuando a los dos nos entusiasma.
Hablas de peliculillas, y en este caso la canción ha impactado mucho, precisamente, al ser puesta en imágenes. ¿Buscabais provocar con ese vídeo? ¿Le distéis directrices al realizador, Alberto González Vázquez?
E: Cuando empezamos a pensar en qué imágenes iban a acompañarla, nos planteamos, con un realizador amigo nuestro, hacer un homenaje a películas como «1984» o «Fahrenheit 451» y empezamos a pensar en ello, pero llegado un momento, nos pareció que el mensaje de la canción podía quedar algo confuso. Entonces, nos juntamos Juan y yo, recapacitamos sobre ello y nos preguntamos él uno al otro: «¿qué es lo que queremos transmitir con las imágenes que van a acompañar a esta canción, que para nosotros es tan importante?». Porque para nosotros esta canción era como destapar la botella. Los dos nos imaginábamos un montaje de imágenes que contase de una forma muy clara la sensación que queríamos transmitir con la canción, y nos gustaba la idea de que tuviese sentido del humor, que nos hiciese, de alguna manera, reír, que fuese una sátira. Entonces, se nos ocurrió llamar a Alberto, porque conocemos su trabajo como montador, que es precisamente uno de sus fuertes, aparte de sus trabajos como ilustrador.
J: De hecho yo lo conocí porque me caricaturizó. Me lo mostró un amigo y me hizo bastante gracia. Yo no controlo mucho de cómics, pero tengo amigos, entre ellos Eva, que sí que están más cercanos que yo, y me hacía ilusión tener el cómic en el que aparecía yo, se lo pedí a Alberto, le flipó que se lo pidiera, me lo pasó dedicado y luego quedamos y vimos que tenía un sentido de reírse absolutamente de todo, de cualquier iconografía, incluida la del guitarrista de un grupo.
¿No te ponía bien en ese cómic?
J: No, no me ponía ni bien ni mal. Entendí que Alberto hacía con ese cómic algo muy parecido a lo que nosotros mismos hicimos con la portada de «Pájaros en la cabeza», que hubo gente que no la entendió, pero es que nosotros somos Eva y Juan, de Zaragoza, y tocamos y hacemos canciones, y llega un momento en que por el devenir de las cosas la banda se hace muy grande y ya no somos Eva y Juan, para mucha gente somos como un par de muñecos, de hologramas o de no sé qué, es como que para ellos incluso dejas de tener hasta humanidad. Todo esto en sentido figurado, por supuesto.
De cara al exterior te conviertes en un personaje, no en una persona.
J: Claro, aunque tú no lo sientas así, lo asumes. Con Alberto entendimos que tenía una gran capacidad para jugar con cualquier personaje y con cualquier iconografía, y además era mordaz.
E: La verdad es que tiene un don para tocarte las narices y que encima te rías. Es aquello de: «¡maldito sea, es que me está haciendo gracia que se meta conmigo!»
¿Os contó cómo quería enfocar el vídeo?
E: Sí, claro, cuando decidimos que él era la persona, quedamos a tomar algo. Yo lo conozco porque muchas veces coincidimos por los mismos bares. Así que quedamos con él, le pasamos la letra de la canción, le explicamos de qué iba y que nos imaginábamos un montaje de imágenes. Nos dijo que le gustaba la idea y que, como mucho en una semana, nos decía qué se le había ocurrido. Y nos fue soltando pildoritas hasta que entre todos pulimos esta idea que tuvo él. Sí que le dimos ciertas directrices, del tipo «queremos que salgan todas las tendencias políticas, que no parezca algo partidista», porque en absoluto lo es.
J: Además nosotros no tenemos ninguna intención de entrar en ningún juego, digamos partidista, siempre nos hemos mantenido bastante al margen de eso, y si acaso, lo que se cuestiona son otras cosas, no se cuestiona ninguna tendencia del Parlamento.
E: Hubo un cruce intenso de «whatsapp», de imágenes que él iba enviando. Fue muy emocionante cómo iba transcurriendo toda esa conservación, que fueron un par de semanas, hasta que ya se puso en serio a trabajar en las ilustraciones, y nos iba enviando muestras de lo que estaba haciendo.
¿Os impactó el vídeo al verlo acabado?
J: Hubo risas. Cuando nos propuso la idea, nos dijo, «¿qué tal si hacemos el mundo al revés? Es decir, una gente que pertenece a una élite, sufriendo una serie de problemas que no les afectan nunca y que no es probable que les lleguen a afectar». Y nos pareció interesante. Pero, claro, de ese esbozo de la idea, a ver cómo entra el surrealismo o una especie de sentido delirante dentro del vídeo…
E: Que es especialidad de Alberto.
J: Eso nos hizo bastante gracia. Además la cosa va en crescendo, cuando aparece lo de los Gremlins, el satanismo… Con lo de los Gremlins a mí estuvo a punto de darme algo. Y el final con el mundo este onírico del unicornio, el duende, el molino girando, es como un gran tachán, un gran colofón.
Decís que intentasteis que saliera gente de todos los partidos, pero se os ha acusado de que no aparece nadie de Izquierda Unida.
E: Creo que la intención de Alberto es que todos los políticos que salieran tenían que ser muy reconocibles, porque claro, al pasarlo a ilustración, tiene que ser gente con rasgos muy característicos, que puedan ser reconocibles, y por otro lado, tengo entendido, que tenían que haber tenido algún tipo de poder ejecutivo.
J: De todas formas, nosotros, obviamente, estábamos interesados en cómo él lo iba llevando a cabo, pero le dejamos una libertad total. Y, bueno, oye, la gente es muy libre de hacer sus vídeos y de añadir a toda la gente que crea que falta. Porque, claro, he oído comentarios de todo tipo, que si falta este o el otro, bueno, pues haz tú un vídeo y pon lo que tú quieras. Alberto tuvo doce o quince días para hacerlo, y la canción dura lo que dura.
E: A ver si con la siguiente hacemos una ópera rock [risas].
‘Ratonera’, como título de ópera rock, tiene su punto.
E: O «Ratonera, el musical»… ¡Por encima de mi cadáver! [risas.]
Sabéis que ha habido reacciones de todo tipo, sobre todo en los primeros días. Había quien aseguraba sentirse muy ofendido porque los políticos salieran retratados de ese modo. ¿Os llegasteis a plantear, antes de hacerlo público, que podría haber gente que pudiera molestarse u os daba exactamente igual?
E: A nosotros también nos retrató Alberto, y como te contaba antes, no puedes evitar pensar, «cómo me toca esto las narices, pero, maldita sea, me hace gracia». Yo le diría eso a la gente que se ha sentido ofendida, que es una sátira. Todos los días en los medios de comunicación aparecen políticos caricaturizados, gente en general caricaturizada, y no pasa nada. Me llama la atención que se sientan más ofendidos por aparecer en un videoclip que en las tiras cómicas de los diarios.
O de «El Jueves», donde vosotros mismos podéis ser motivo de caricatura.
E: Lo hemos sido muchas veces.
Una de las acusaciones que más se escucharon, es que son un vídeo y una canción oportunistas. Esto me parece que sucede porque viene de vosotros, es decir, en «El Jueves» o en «Mongolia» no molesta (o no demasiado), pero lo hace Amaral que es un grupo de pop, aparentemente comercial, que suena en los medios, y eso sorprende. ¿Qué tenéis que decir vosotros a esas acusaciones de oportunismo?
E: La verdad es que nosotros lo hicimos desde la más absoluta visceralidad, con ganas de sacar ese sentimiento de nosotros. Y a la hora de elegir el vídeo, quisimos contar con la mejor opción, que para nosotros era Alberto. La mejor opción para hacer algo con lo que nos quedáramos a gusto, y conforme Alberto iba avanzando en la realización del videoclip y en el envío de los mensajes que aparecen, cuando llegamos al momento Gremlin, nos quedamos súper a gusto. Nos ha sorprendido mucho el debate que ha generado.
J: También ha generado reflexión. De pronto ha habido gente que ha empezado a debatir, entre ellos, sobre quién debería salir, no refiriéndose a nosotros. De todos modos, a toro pasado, me parece que esto es algo que estaba en el aire, y que si no lo hubiéramos hecho nosotros, lo habría hecho otro, porque estaba en el aire.
E: Lo ha hecho muchísima gente antes, igual no de esta manera, sino de otras miles. No nos hemos inventado nada, ni estamos reivindicando algo que no se haya reivindicado antes o que se plantee cualquier persona a diario en su casa.
Pero, ¿pensabais que iba a suscitar polémica? ¿Estabais en las horas previas algo inquietos?
E: Hombre, yo cuando envió las imágenes de Merkel chutándose sí que tuve cierta inquietud [risas]. Pero estuve entre la carcajada y la inquietud. Pero ese es el típico ejemplo del trabajo delirante de Alberto, ese momento heroínomano es muy propio de los montajes de Alberto. Yo imaginaba que esas imágenes iban a sorprender, pero no me hacía idea del debate que iba a generar.
J: Ahora que Eva ha recordado la imagen de Merkel, quisiera apuntar que nosotros, en la última gira que hicimos en Alemania, conocimos a mucha gente que estaba igual de mal que muchos amigos nuestros y mucha gente de nuestras familias aquí. Se tiende a segmentar la vida de la gente por grupos, por ciudades, por países, y realmente lo que nos está pasando a nosotros le está ocurriendo a muchos alemanes, les sucedió en el pasado a mucha gente en Inglaterra, en los ochenta, con Thacher.
E: Mira, otra de las premisas que le dimos a Alberto es que no fuese un vídeo localista, sino que reflejara a políticos internacionales, tanto estadounidenses como europeos.
J: Nosotros entendemos como normal que haya gente que se sienta incómoda porque está claro que lo que aquí se cuestiona es un sistema de cosas, hay gente que obviamente quiere que las cosas sigan como están, acepta el marco que tenemos, y nosotros lo cuestionamos. Lo hemos cuestionado siempre, incluso hemos cuestionado el marco en el que nosotros jugábamos como grupo, cuestionándonos mucho qué relación queríamos tener con lo que se denomina industria, que es algo que hicimos hace mucho, y además lo hicimos en silencio. Y esto no deja de ser más que un reflejo del estado de las cosas a nivel general, porque podemos hablar del mundo de la música, del mundo del teatro, del mundo de las artes escénicas, el mundo al que se pueda enfrentar un tío que quiera escribir, o un periodista, o un camarero, da igual, un trabajador de cualquier sector. No hay compartimentos estanco en esta situación. Nosotros hace mucho tiempo que decidimos qué relación queríamos tener con la industria de la música, cuán lejos o cuán cerca queríamos estar de ella, y hay mucha gente que no lo ha aceptado simplemente porque el grupo creció. Una de las cosas que Eva y yo siempre hemos intentado es que el éxito o la falta de él no se convierta en una trampa. Nosotros sabemos lo que es que tu grupo no funcione, que no puedas tocar o que venga muy poca gente a verte tocar, ver dónde vas a dormir mañana y cómo vas a pagar el alquiler. Esa sería la cruz, la cara de eso es que no puedes dejar que el éxito te reste capacidad de observación. La base de Eva y de Juan, más que de Amaral, es que intentamos hacer con las canciones pequeños cortos, películas sería un término muy ambicioso, que reflejen la realidad como nosotros la vemos. Si tú te recreas en lo grande que se ha hecho el grupo, esa capacidad de observación la pierdes. Y para nosotros es básico mantenerla, el día que pensemos que esto no es así, me parece que Amaral no tendrá sentido.
Sánchez Camacho, del PP de Cataluña, tras ver el vídeo, os recomendó que os dediquéis a la música, porque no se puede frivolizar con la política ya que es peligroso.
E: Que no se preocupe, que no tenemos ninguna intención de presentarnos a las elecciones europeas.
No es la primera vez que os las veis con políticos de por medio, están las famosas declaraciones de Juan cuando Rubalcaba os citó en el Congreso. ¿Preferís que os pasen estas cosas o sería mejor estar en un segundo plano en lo que respecta a cuestiones relacionadas con los políticos?
J: Nosotros somos músicos, nuestra vida normal es escribir canciones, grabarlas, tocar en directo, ver conciertos, tocar en conciertos de algunos amigos nuestros. Y no somos un grupo que defienda primero la actitud y luego la música, las canciones hablan por nosotros. A mí, personalmente, no me gustan las declaraciones altisonantes, y no creo que una canción tenga valor solamente por lo que dice sino por lo que comunique la música que la envuelve. Buscar las polémicas sería un poco pueril. En el caso del Congreso, me limité a decir que las canciones eran de todos, pero no se reflejó bien lo que comenté en aquella rueda de prensa, la noche anterior había estado grabando guitarras hasta tarde, había dormido poco y no estaba en el modo rueda de prensa: era en la sala El Sol, había gente a la que te encuentras en los conciertos, casi todos periodistas musicales, era un ambiente muy distendido, y casi al final de la rueda de prensa dije que las canciones son de todos pero que más les valdría dedicarse a arreglar los problemas de la gente y dejar de ocuparse de peleas de patio de colegio, y añadí la famosa expresión, en términos absolutamente coloquiales. Luego puse una nota en nuestra web, que los medios reflejasteis, en la que no me retracté y dije que no había estado muy afortunado con la expresión, pero la esencia de lo que dije es así. Vivimos en un mundo demencial en el que esta gente se dedica a unos temas que no son los que afectan a la gente. Esto es así. Y no es una cuestión de buenos y malos, es una cuestión del sistema en el que vivimos, que a lo mejor sirvió en los setenta para pasar página respecto al pasado, pero hay cosas en las que hay que profundizar para lograr una democracia más real. Porque al final nos vamos a quedar en una especia de ficción democrática. Y no es algo que me haya inventado yo, esto está en la calle y lo piensa gente de todo tipo.
¿Creéis que las canciones pueden servir para cambiar algo o solo para alzar la voz, para expresar lo que uno piensa?
J: No creo que sirvan para mucho más que para la expresión de uno mismo.
E: La música puede cambiar el estado de ánimo de las personas, y si va unida a algún tipo de mensaje te puede llevar a tener un ánimo distinto hacia situaciones de tu vida. Pero creo más en cambiar lo que tienes más cerca, lo que te rodea, lo inmediato. Si con pequeños cambios todos intentamos cambiar lo más cercano, quizá consigamos el gran cambio. Pero no creo que una canción vaya a cambiar el mundo.
¿Vosotros no erais de los que escuchabais a los cantautores protesta, verdad?
E: Sí, claro que sí.
J: No, yo no, yo he escuchado más a grupos de pop y rock.
E: Hay un montón de canciones que son clásicos de la música española que están en el aire, que aunque no hayas comprado sus discos, por supuesto que las conoces y que han estado siempre ahí.
J: De todas formas, de cantautores del pasado, los que más me interesan son los que tienen valores musicales más allá de los textos. Me gusta mucho Lluís Llach, por ejemplo.
Musicalmente, Llach es increíble.
J: Sí, increíble. También me gusta mucho Aute. El otro día coincidimos con él.
E: Hizo una versión a guitarra y voz de ‘La belleza’ en un homenaje a un amigo que había fallecido, y fue escalofriante, maravilloso.
J: Fue algo brutal. Es que esta especie de separación de géneros: la canción protesta, los cantautores, el rock, el pop… las canciones son canciones, tienen acordes, melodías y palabras que suenan, y hay algunas que te llegan y otras no. No diferencio. Tú puedes tocar ‘Anarchy in the UK’ de los Sex Pistols con la guitarra acústica, como toqué antes, incluso sin afinar mucho, y será una buena canción, y puedes tocar una canción de Brian Ferry con doscientos amplificadores a volumen distorsionado y también será buena. No creo mucho en la compartimentación de los géneros. Hay música que te llega y música que no.
«Nunca tuvimos la idea de que el proyecto iba a crecer como creció. Siempre lo decimos, pero si lo hubiéramos planificado, creo que no hubiera salido»
¿’Ratonera’ avanza lo que nos vamos a encontrar en el próximo disco? ¿Será un álbum combativo o habrá, como suele ser habitual, un abanico temático diverso?
J: Es que no creo que ‘Ratonera’ sea una canción combativa, no es una canción más combativa que ‘Hacia lo salvaje’ o ‘El universo sobre mí’, es una canción nuestra y habla de ese sentimiento. Incluso, en una misma canción puede haber dos sentimientos, tú puedes escribir una canción en la que hablas de sentimientos profundos pero la enmarcas en lo que ves en las ciudades o lo que le pasa a alguien que te rodea o lo que te sucede a ti. Hay canciones que ya tenemos acabadas para el disco que hablan de otros temas, y de aquí a que nos metamos a grabar, vete a saber lo que puede ocurrir, no nos autoimponemos temas ni nada parecido.
¿Todavía estáis componiendo canciones para ese disco?
E: Sí, estamos terminando ideas, arreglando canciones que ya están terminadas y componiendo otras nuevas.
¿Pero ya tenéis mucho material o no, porque dijistéis que el disco saldría en septiembre?
J: Bueno, esa fecha es una idea. Hay una cosa que hicimos antes de editar «Hacia lo salvaje», que nos encantó, que tocamos en una salita pequeña de Barcelona, en el Heliogàbal, hicimos un concierto los dos solos y tocamos canciones nuevas, de las que luego fueron al disco la mayoría, algunas de las que tocamos me parece que no llegaron al disco.
E: Sí, un par de ellas.
J: Simplemente porque fueron otras. Esta vez se nos ocurrió hacer lo mismo pero con toda la banda. Es decir, hacer una canción, el esqueleto, el sentimiento primario que tiene, y tocarla en directo, dejarla que fluya, incluso dejar espacios pequeños para la improvisación, ver qué ocurre en una prueba de sonido, ver lo que sucede durante el concierto. Nos parece que eso es forzar el sentimiento de lo inmediato al máximo, nunca lo habíamos hecho y se opone a lo que se suele hacer, que es la fórmula de preparar el disco, soltarlo, promocionarlo y salir de gira. Nos está dando bastante satisfacción el tocar canciones nuevas y decir «esta parte la vamos a cambiar, esta otra transmite una energía especial». Estamos disfrutando mucho de ese proceso. Esta gira es limitada y no podemos hacer muchos más conciertos de los programados porque sino no podríamos estar en el estudio. Pero en el próximo concierto, al hilo de lo que ya hemos grabado en los ensayos anteriores y de lo que hemos visto en los directos, añadiremos cosas. Eso te hace sentirte bastante vivo. Es un proceso del que estamos disfrutando, y cuando consideremos que está acabado, y bien acabado, publicaremos el disco.
Esta gira solo transcurre por festivales, ¿por qué tomasteis esa decisión?
E: La idea era esa, poner sobre el escenario las canciones antes de ser grabadas, y con toda la banda. Y como te decía Juan, nos está estimulando bastante para revolucionar las canciones. Respecto a los festivales, no hay ninguna razón en concreto, quizá porque de esa manera no tienes que gastar energía especial montando infraestructuras para organizar conciertos en sitios en concreto, sino que ya estás entrando en algo que está creado, porque hay un circuito tremendo de festivales en nuestro país, y la idea era hacer una gira nutriéndonos de esa infraestructura de festivales.
J: Lo cierto es que intentamos hacer entre cinco y siete, no queríamos hacer muchos, y nos dimos cuenta que geográficamente estaban más o menos repartidos. Al final han sido festivales, pero si no hubiera habido uno en Madrid, pues igual hubiéramos organizado un concierto en Madrid, al final no ha habido que organizar esos conciertos porque había festivales en Galicia, en Andalucía, en Levante, ahora vamos a Pamplona, acabamos en el centro, en el Sonorama. O sea, estamos repartiendo por toda la geografía.
E: Realmente este no era un momento para armar una gira, porque estamos centrados en componer canciones, el motivo de hacer estos conciertos es trabajar el disco encima del escenario, no hay más motivo.
¿Los festivales no pueden resultar algo frustrantes, por el poco tiempo que hay para probar sonido y el riesgo de sonar mal?
J: Sí. Mira, suelen preguntarte qué quieres para el camerino porque tal artista pidió lo que fuera, y nosotros no pedimos nada especial, lo que sí somos es obsesivos con el sonido, y nos gusta que todo suene bien. Pero no somos un grupo al que le cueste mucho probar sonido, normalmente probamos con canciones en las que intervienen todos los instrumentos que luego van a sonar, intentamos hacer una especie de trozo de canción en la que entre todo lo posible. De todos modos, normalmente nos hemos encontrado con bastante buen sonido, cuando te encuentras con mal sonido, nuestros técnicos, que es gente con la llevamos viajando hace mucho tiempo, se lo tienen que currar más, pero sí es una obsesión para Eva y para mí, también para el resto de la banda y del equipo técnico.
E: Sí, para nosotros son importantísimos nuestros dos técnicos de sonido, el de escenario, que controla el sonido que nosotros escuchamos, y el que controla el sonido que escucha el público. Confiamos en ellos como si fueran santos y nos ponemos en sus manos. Para nosotros es fundamental que en estos conciertos de festivales ellos también viajen con nosotros, porque nos conocen, saben qué tipo de sonido nos gusta y sabemos que van a sacar lo mejor de ellos para que realmente el público escuche un buen sonido, que es lo más importante.
Cuando editasteis «Hacia lo salvaje» en vuestro propio sello, se dijo que os queríais hacer indies, ahora giráis por festivales, y se repite lo mismo: os queréis hacer indies. ¿Qué opináis de ello?
J: Lo que le pasa a un grupo tiene que ver con la propia filosofía del grupo y con lo que te vas encontrando en el día a día, tú no puedes elegir las cosas que te ocurren, simplemente pasan y responden al azar. Nosotros cuando empezamos en Zaragoza, y luego en Madrid tocando en bares pequeños, teníamos exactamente la misma filosofía que tenemos ahora hablando contigo de ‘Ratonera’, y vamos a tener, probablemente, la misma filosofía cuando editemos el siguiente disco, eso no ha cambiado. Nos hemos abierto a sonoridades, hemos aprendido cosas, hemos aprendido a utilizar el estudio, y hemos mejorado en algunas cosas, porque antes éramos muy desastrosos, nos daba bastante pudor responder a la prensa, nunca tuvimos la idea de que el proyecto iba a crecer como creció. Siempre lo decimos, pero si lo hubiéramos planificado, creo que no hubiera salido. A nosotros nos fichó una compañía que se llamaba Virgin, y con ellos funcionábamos exactamente igual que cuando hacíamos maquetas, nadie nos dijo «tenéis que grabar esto o no tenéis que grabar esto». Es más, vivíamos muy cerca de ellos, había buena relación y a nosotros nos parecía perfecto tener un sello que creyese en el grupo y tener la posibilidad de dedicarnos a lo que queríamos, nunca pensamos en ese momento que íbamos a acabar creando un sello, porque nosotros no sabíamos cómo se hacía un sello ni teníamos vocación de convertirnos en un sello discográfico. Lo que queríamos era tocar la guitarra y cantar. Entonces, llega un momento en que el grupo empieza a crecer, empezamos a asimilar que el grupo está creciendo, intentamos convivir con ese hecho y nuestra compañía desaparece absorbida por otra. En ese momento nos planteamos que, quizá, para mantener la manera de funcionar de siempre, a lo mejor era bueno empezar a montar nuestro sello, y en 2007, sin ponerle ningún nombre, y sin contárselo a nadie, hacemos nuestro sello por primera vez, y editamos «Gato negro, dragón rojo» y se lo damos a EMI para que lo distribuya, que era la compañía que había absorbido a Virgin, que acabó desapareciendo. Para la gente que no entienda mucho de compañías de discos, hay que decir que las compañías de discos están formadas por personas, y para nosotros más que un logo o un nombre más o menos molón, las compañías son personas, porque tú te relacionas con personas, y tuvimos la suerte de tener gente alrededor que amaba la música. A EMI le dimos ese disco para que lo distribuyera, y no cambió nada. Después editamos otro disco igual, en directo. Luego, todo lo que ocurrió es que saliendo a tomar un café, mientras montábamos una canción que se llama ‘Antártida’, a Eva se le ocurrió que Antártida podría ser un buen nombre para un sello. Y cuando nombras algo, ese algo empieza a existir a ojos de los demás, aunque ya exisistiera, creo que cuatro años más tarde la gente empezó a decir si éramos más o menos tal. Nosotros hemos tenido siempre una filosofía de entender la banda exactamente igual, evolucionamos musicalmente, nos abrimos a cosas que nos gustan porque es un proceso de aprendizaje y evolución, pero somos un grupo que hace canciones, las graba, las edita y sale de gira, no hay más. El resto de consideraciones creo que son respetables, y las aceptamos, pero no lo vemos del mismo modo. Hay algo que sí necesitamos para hacer música, que es tener nuestra propia burbuja, y de la misma manera que el éxito del grupo puede ser un problema a la hora de observar la realidad, entrar en estas consideraciones también lo es porque te puede limitar. Cuando nosotros cogemos las guitarras, no pensamos en todas estas cosas.
E: Es que no podemos estar pendientes de lo que opina todo el mundo, de la visión que ellos tengan de lo que nosotros debemos hacer, sería absurdo y estaríamos encerrados en casa por miedo a hacer cualquier cosa. A nosotros nos gusta hacer música, pinchar en un garito, hacer fotos o descolgarnos por una pared o un puente. Bueno, la verdad es que esto último no nos apetece, era un mal ejemplo [risas]. Quiero decir que no podemos estar pendientes de lo que uno opine o deje de opinar sobre nosotros, porque no tiene ningún sentido, porque hacemos lo que nos apetece a cada momento, lo que nos llena y lo que nos aporta algo.
¿Con el tiempo, uno hace callo frente a las críticas, vengan desde la prensa o de forma anónima desde las redes sociales? ¿Afectan en lo personal o asumís que va unido a vuestra profesión?
J: Creo que hemos aprendido mucho sobre críticas. Lo que es la crítica, me parece fantástica, el oficio de periodista, y concretamente, el musical, en este país está poco valorado, y es algo muy importante y a tener en cuenta: la gente que tiene esa sensibilidad para relacionar cosas, para descubrirte cosas y para expresarlas de una forma hermosa con palabras, me parece algo increíble. Ha habido críticas que han puesto en cuestión cosas que hemos hecho que las he agradecido, y a veces más que las críticas positivas. Lo otro no es crítica, son insultos.
E: Eso es, son insultos, y eso es precisamente lo que menos te afecta, los insultos o los comentarios crueles sin ningún sentido, a la buena de Dios, es lo que menos te afecta, porque ves que es gente desequilibrada. Lo que más duele es cuando alguien te está haciendo una crítica y crees que tiene razón en algo, eso es lo más doloroso, porque piensas: «¡Mierda! Tiene razón, tendría que haber hecho esto de otra manera.»
Grabasteis el primer disco en 1998, hace dieciséis años, que no es broma, ¿hay algún secreto para permanecer como grupo?
E: No sé decirte, supongo que ser dos lo hace mucho más fácil: todo al cincuenta por ciento.
J: Tiene que ver con evolucionar, no digo de una forma similar, porque somos dos personas diferentes, pero sí evolucionar de forma paralela. Para mí es importante tocar con alguien que comparta una visión del mundo cercana, tengo amigos con los que no podría tocar porque ven las cosas de otra forma, y los planteamientos de origen de una canción o de una música serían imposibles. Tampoco somos un grupo muy de escuchar lo que ya hemos hecho, somos bastante más de pensar en la página en blanco que tenemos delante y de ver qué es lo siguiente que vamos a hacer. Pero tampoco hemos tenido una idea de permanencia, es algo en lo que no pensamos.
Son dieciséis años grabando discos, ¿qué respondéis si os digo que los Beatles solo estuvieron grabando durante ocho años?
E: Ya… igual es que no somos tan geniales [risas].
J: Escuchas muchas de las cosas que hicieron y son absolutamente increíbles.
E: Son de otro planeta.
J: Un día estuvimos haciendo una maratón viendo aquellos deuvedés que se publicaron sobre los Beatles, «Anthology», y claro, es normal que aquello saltara por los aires: no había relajo, no podían esconderse en ningún sitio, no puedes ir a tocar a Filipinas y tener un movidón, e ir a Estados Unidos y tener otro movidón. Aquella vida era muy estresante. Me parece que cualquiera que haga cosas, y ya no digo una canción, un poema, un libro, un artículo perodístico, lo que sea, necesita poder observar la realidad, no ser él el centro de atención, por eso creo que nosotros hemos intentado siempre que la música nos precediera, no convertirnos en algo más allá de lo que había.
E: Y sobre todo hemos querido tener tiempo para asimilar las cosas buenas y las malas, de disfrutar de lo que tienes, de hacer música, de viajar. Si no te queda tiempo para disfrutar de todo eso o el ritmo es tan intenso que no puedes pararte a contemplar un paisaje, por ejemplo, tiene que ser bastante insostenible.
¿De ahí que en estos años solo hayáis grabado seis discos de estudio, que no parece mucho?
E: Lo cierto es que no hemos estado parados mucho tiempo, cuando hemos sacado un disco hemos estado un par de años seguidos de gira, con periodos cortos de descanso, para, como te decía, poder asimilar todo lo que vives. Pero no hemos tenido periodos en los que hayamos estado parados, porque cuando no estás de gira estás en el estudio, que muchas veces la gente solo sabe de ti cuando estás en los escenarios o cuando suenan canciones tuyas –ahora en la red–, pero tú sigues ahí, haciendo música. La vida de un músico no es solamente la faceta más pública, sino también es en tu casa.
Esa vida que no se ve y que quizá no valoramos, lo que contabais antes, el escribir una canción y darle vueltas y vueltas hasta encontrar la construcción perfecta.
E: Eso es, pero te sientes valorado cuando la gente la hace suya. Todas las vueltas y los desvelos que te ha dado esa melodía o ese arreglo hasta llegar al disco, que lo escuche la gente es la mayor satisfacción.
¿Emociona saber que hay gente que, precisamente, se emociona con una canción que vosotros habéis parido?
E: Sí, porque nosotros estamos habitualmente en su lado, entre el público escuchando canciones o en casa escuchando canciones de otra gente y emocionándonos con ellas, y son la banda sonora de tu vida. Para nosotros es una sensación extraña y emocionante a la vez que la gente te venga a contar que no sé qué canción le recuerda a su padre o a una situación que ha vivido, ya sea feliz o trágica, es algo muy emocionante. Mucho.