«Ese álbum, probablemente, fue el trabajo más duro que haya hecho jamás, pero también, el más satisfactorio»
Un tema que suele ser una conversación de ascensor, para Jeff Lynne resultó un hecho inspirador. Un simple cambio de tiempo sirvió para que líder de la Electric Light Orchestra pudiera dejar de lado su bloqueo creativo y compusiera ‘Mr. Blue Sky’, entre una docena de canciones.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
Con el álbum “A new world record” (1976) la Electric Light Orchestra brillaba con luz propia gracias al perfeccionamiento de su fórmula de rock y violines por doquier. El disco era el sexto en su discografía y el primero en utilizar en la portada el nuevo logotipo del grupo basado en una gramola Wurlitzer y realizado por Kosh, el diseñador gráfico que ideó la icónica cubierta del álbum de los Beatles “Abbey Road” (1969). Para la composición de los temas, el líder de la banda, Jeff Lynne, nunca se había sentido tan inspirado: “Las canciones comenzaron a surgir y la mayoría vinieron a mí rápidamente. Para tener todos esos éxitos, era como… Quiero decir, era realmente increíble. De estar haciéndolo bien durante, probablemente, tres o cuatro años a, de repente, estar en el mejor momento fue algo extraño pero muy agradable”. La E.L.O., aquella banda que pretendía continuar el rock donde los Beatles lo habían dejado en ‘I am the walrus’ (1967), se había anotado un buen tanto y gracias a su éxito comercial se colocaba a la cabeza de los grupos de la década; lo que suponía un arma de doble filo. A pesar de que Lynne podía respirar tranquilo sabiendo que todo iba bien, no podía dormirse en los laureles. Como para cualquier otra banda, conseguir un éxito suponía tener que superarse en el siguiente. Y más para alguien tan megalómano como Lynne.
El siguiente trabajo debía de estar compuesto en poco tiempo, así que Jeff Lynne hizo las maletas y, en mayo de 1977, se mudó a Bassins, un pueblo suizo a orillas del lago Ginebra, donde alquiló un chalé. Aunque solo tenía un mes para escribir las letras, quería componer de forma relajada y esperaba que los Alpes le resultaran inspiradores. Sin embargo, aquel paisaje dibujado por el lago y las montañas no resultó tan bucólico como esperaba. El cielo se volvió gris y no paró de llover. Día tras día, la lluvia castigaba la postal que el líder de la E.L.O. esperaba disfrutar. Había puesto toda su confianza en que aquel sería el ambiente idóneo para trabajar y se contagió por la tristeza del tiempo. Parecía que aquellas nubes que se habían instalado en el cielo suizo también se habían situado dentro de la cabeza de Lynne. El compositor sufría un bloqueo creativo. El miedo habitual que cualquier escritor siente frente al folio en blanco.
Pasó una semana. Ni las nubes se fueron ni las musas llegaron. Parecía que el sol se había marchado de vacaciones. Pasó otra semana y el resultado no fue mejor. El resto de los músicos de la banda se impacientaban mientras Lynne cada vez estaba más ausente y aislado. El batería, Bev Bevan, explicaba en entrevistas el motivo por el que el líder de la banda se había desplazado hasta Suiza: “Jeff fue allí esperando encontrarse con nieve y todo muy romántico y resulta que hace tres semanas que solo llueve. ¡Uf! Espero que el álbum no salga demasiado esquizofrénico”. Dependiendo de quién cuente la historia, el número de semanas lluviosas que pasó el compositor frente a los Alpes y al lago Ginebra suele variar, pero cuando parecía que la lluvia nunca iba a desaparecer, el cielo se abrió y se tiñó de color azul para felicidad de Jeff Lynne: “Estaba oscuro y brumoso durante dos semanas y no se me ocurría nada. De repente, el sol brilló y fue como ‘Vaya, mira los hermosos Alpes’. Escribí ‘Mr. Blue Sky’ y otras trece canciones en las dos semanas siguientes”. En muy poco tiempo, Lynne se puso a componer canciones frenéticamente, las suficientes como para llenar dos elepés.
El resultado, fue “Out of the blue”, un álbum doble, publicado en 1977, con el que la Electric Light Orchestra cumplió las expectativas que la banda había creado y el disco que resultó más difícil para Jeff Lynne: “‘Out of the blue” fue, probablemente, el trabajo más duro que haya hecho jamás, pero también, el más satisfactorio”. Ya no había vuelta atrás, la Electric Light Orchestra se había convertido en otro de los gigantes del rock. La portada del álbum, diseñada por Kosh junto al ilustrador Shusei Nagaoka, mostraba el logotipo de la banda transformado en una nave nodriza. En ese mismo año, el género de ciencia ficción estaba en boga gracias a las películas de George Lucas, “La guerra de las galaxias”, y Steven Spielberg, “Encuentros en la tercera fase”. La E.L.O. no podía ser menos en esta fiebre de aventuras espaciales y decidieron incorporar el platillo volante Wurlitzer de dimensiones colosales en el escenario de sus conciertos. Para quienes quisieran tener el platillo en casa, el elepé incluía un recortable de la nave espacial, ideal para construir durante una tarde de lluvia.
El primer single del álbum fue ‘Turn to stone’ y el segundo, ‘Mr. Blue Sky’, era la forma con la que Lynne celebraba la llegada del sol y el fin del temporal que bañaba las montañas suizas. Este tema, optimista y pegadizo, era la conclusión de una pequeña sinfonía que Jeff Lynne tituló “Concerto for a rainy day” y que ocupaba la primera cara del segundo disco. ‘Standin’ in the rain’, ‘Big wheels’ y ‘Summer and lightning’ completaban la trama de una historia que no era otra que una simple reflexión sobre el bloqueo que Lynne había vivido como consecuencia de la lluvia y cómo se alegraba de que el Señor Cielo Azul apareciera de repente para alegrar el día. Los efectos de sonido climáticos que enlazaban las canciones fueron grabados durante otro día lluvioso mientras los músicos preparaban el álbum en los estudios Musicland en Múnich. Como Jeff Lynne siempre se ha considerado un buen fan de los Beatles, no resulta complicado encontrar un parecido entre ‘Mr. Blue Sky’ y ‘A day in the life’, la canción con la que el cuarteto de Liverpool cerró “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (1967). Al final del tema de la E.L.O. hay una frase grabada utilizando un codificador de voz que parece decir “Mister Blue Sky-yi”, pero lo que en realidad se dice es “Please, turn me over” (“Por favor, dame la vuelta”), como guiño para indicar al oyente que la cara ha terminado y que ya puede dar la vuelta al vinilo.
El cambio del tiempo, algo tan simple y sencillo que puede ser una conversación de vecinos en un ascensor, para Jeff Lynne resultó un hecho revelador, suficiente para completar la cara de un elepé y para componer el disco más exitoso de la Electric Light Orchestra. Una muestra más de que al mal tiempo hay que ponerle buena cara, porque después de la tempestad llega la calma.
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Anterior entrega de La cara oculta de las canciones: ‘Alive’, un secreto familiar por Pearl Jam.