«Una mañana me desperté y al mirar hacia la cama de Bon pensé: ‘¡Hostia, lo ha conseguido!’. Tumbada en la cama había una inmensa masa de carne, pero por debajo asomaba un bracito tatuado»
Ningún reto es grande para Bon Scott. Con ‘Whole lotta Rosie’, el cantante recordó una de sus experiencias sexuales más satisfactorias y AC/DC publicaron su propia alabanza a las mujeres entradas en kilos.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
“Ni se te ocurra volver a retar a Bon a hacer algo”, fue el comentario que Angus Young hizo después de que el vocalista de AC/DC cumpliera el último envite al que le habían desafiado. En esa época, Bon Scott vivía en Melbourne, en el motel Freeway Gardens. Durante una noche de farra en un edificio de apartamentos, alguien tuvo la idea de retar al bueno de Bon. Cinco dólares era el premio que el cantante de AC/DC recibiría si era capaz de lanzarse desde el balcón del segundo piso hasta la piscina. Como Bon no estaba dispuesto a llevar a cabo semejante proeza por tan poco dinero, pensó que era preferible subir la apuesta a la nada desdeñable cifra de diez dólares. Una vez acordado el reto y el premio, Scott aceptó el envite sin pensárselo dos veces y se zambulló a la piscina como el que no quiere la cosa delante de un Angus Young temeroso de perder a su cantante.
Bon Scott estaba acostumbrado a beberse la vida a tragos y a vivir cada día como si fuese el último. Uno de sus divertimentos era aceptar retos. Y cumplirlos, claro. La banda disfrutaba con su propio pasatiempo que consistía en competir para comprobar quién estaba dispuesto a realizar lo que ellos consideraban como actos “depravados”, “malvados” y “repugnantes”. Sobra decir que Bon era un campeón nato. El siguiente reto con el que desafiaron a Bon tenía que ver con una fémina. Rosie era una mujer de Tasmania que se dejaba caer con mucha frecuencia por los conciertos de AC/DC. Si algo llamaba la atención en ella era su impresionante volumen; para Angus Young, sus medidas eran “aproximadamente del tamaño de un campo de fútbol”. Por ello, los miembros de la banda encontraron divertido arrojar de nuevo el guante a Bon para que se llevara al catre a esta muchacha obesa. Al poco tiempo, Pat Pickett, uno de los amigos del vocalista, se llevó una sorpresa: “Los dos compartíamos habitación en Freeway Gardens, y una mañana me desperté y al mirar hacia la cama de Bon pensé: ‘¡Hostia, lo ha conseguido!’. Tumbada en la cama había una inmensa masa de carne, pero por debajo asomaba un bracito tatuado”.
Ningún reto se le escapaba a Bon Scott. “Era demasiado grande para decirle que no”, bromeó. Aquel desafío que sus colegas consideraron que podía ser desagradable, para Scott resultó una de las experiencias sexuales más satisfactorias, por lo que tenía que rememorar esa noche de pasión y desenfreno XXL en una canción. En ‘Whole lotta Rosie’, Bon definía a su conquista como una mujer con unas medidas que superaban a cualquier canon de belleza convencional, 42-39-56 en pulgadas (que en centímetros equivaldría a 106-99-142), y con un peso desmesurado de 120 kilos. Pero más allá de estas cifras, la protagonista del tema salía muy bien parada al quedar retratada como una amante excelente y generosa.
Aunque los versos sobre la oronda conquista eran novedosos, la parte musical del tema ya estaba creada con antelación. Los riffs que se utilizaron para ‘Whole lotta Rosie’ provenían de una canción titulada ‘Dirty eyes’, que sería inédita hasta su inclusión en el box set tributo a Bon Scott, “Bonfire”, publicado en 1997. Según Angus Young, con este sonido, la banda pretendía conseguir un rock con sabor añejo: “Malcolm tenía el riff de guitarra y George dijo: ‘¿Por qué no intentamos, un poco como experimento, poner estas pausas al principio de la canción?’. A Malcolm y a Bon siempre les gustó mucho esa vieja canción de Elvis, ese elemento de blues que hacía a principios de su carrera, ‘Misery’ o una de ese estilo”. De esta manera, Malcolm explicó que pretendían hacer un homenaje al rock clásico: “Siempre fuimos unos grandes fans de la primera época del rock and roll, como Elvis y ‘Heartbreak hotel’, cosas así, todo eso de parar y volver a empezar, la dinámica. Para ‘Whole lotta Rosie’, buscábamos un aire a Little Richard, si cabe, un buen acento de viejo rock vaporoso, y ver qué podíamos poner encima con las guitarras. Es algo sencillo de conseguir, pero sigue sonando a clásico”.
‘Whole lotta Rosie’ se incluyó en “Let there be rock” (1977), el tercer disco de estudio de AC/DC, si no se cuentan las versiones australianas; un álbum clave para Angus: “Aquel disco nos puso en el buen camino y creo también que estableció el estilo de la banda”. Según Malcolm, para este trabajo la banda quería lograr tres temas “potentes para el directo” y “para darle consistencia al espectáculo”; por supuesto, aquella la oda a la gordura fue uno de ellos: “Sabíamos que ‘Whole lotta Rosie’ era un éxito garantizado, y ‘Bad boy boggie’ y ‘Let there be rock’ eran los otros dos temas que pensábamos que realmente llegarían lejos en el escenario. Esos tres temas han hecho sombra a la mayoría de los otros temas del disco y han permanecido en nuestro set durante años”. Si querían que ‘Whole lotta Rosie’ fuera una canción que perdurara en directo, lo consiguieron al acompañar la interpretación del tema con una monumental muñeca hinchable tan grande como el escenario.
La noche que Bon Scott se llevó a la cama a Rosie, no solo él se apunto un tanto en aquel macabro juego ideado por sus colegas. Rosie, que también participaba a su propio juego, le confesó que en lo que llevaba de mes ya se había acostado con 28 hombres diferentes, por lo que Bon se había convertido en su conquista número 29. Después de aquella noche, ambos salieron ganando.
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Anterior entrega de La cara oculta de las canciones: ‘Whatever’, el canto a la libertad de Oasis.