La cara oculta de las canciones: ‘Death of a clown’, cuando Dave Davies (The Kinks), se sintió un payaso triste

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«Sentía que mi vida era como la de un artista de circo. Todos esperaban que fuera el alma de la fiesta, en los pubs, los clubes, o donde fuera. Estaba deprimido. Desencantado. Me molestaba que la gente se aprovechara constantemente de mí»

 

A pesar de que el mundo del rock era un camino fácil para acceder a la fama, la fortuna, las drogas y las mujeres, no todo era felicidad. Al formar parte de los Kinks, Dave Davies tenía todo eso y más, pero algo le faltaba. De esa insatisfacción nació ‘Death of a clown’.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

Tony Soprano no podía expresar mejor la pena y el dolor que escondía al confesarse a su psiquiatra, la doctora Melfi: “Me toca ser el payaso triste, riéndose por fuera y llorando por dentro”. Pero el mafioso más melancólico de Nueva Jersey no fue el primero en sentirse así.

Una mañana de 1967, Dave Davies se sentó frente al piano de pared desafinado que había en la casa de su madre, situada en Fortis Green. Los Kinks llevaban tres años funcionando y se habían ganado su merecido reconocimiento en la música con temas como ‘You really got me’ (1964), ‘All day and all of the night’ (1964), ‘A well respected man’ (1965) o ‘Sunny afternoon’ (1966). Además, Dave había contraído matrimonio en abril de 1967 con una joven llamada Lisbet Thorkil-Petersen, a la que había conocido en Dinamarca durante una gira del grupo. Lisbet estaba embarazada del primer hijo de la pareja, Martin. Pero ni el éxito del grupo ni su matrimonio ni la espera de su primer hijo parecían hacerle ilusión a Davies. “Sentía lástima de mí mismo. Quería más de la vida de lo que había estado recibiendo. De pronto, la montaña rusa de los últimos tres años me parecía aburrida”, reconoció el guitarrista de los Kinks en su autobiografía, “Kink” (Ediciones Lenoir). Con esos sentimientos, Dave Davies comenzó a reflexionar sobre su vida delante de aquel piano desafinado: “Tonteé con varias melodías, meditando sobre mi matrimonio, mis días de juerguista. Sentía que mi vida era como la de un artista de circo. Todos esperaban que fuera el alma de la fiesta, en los pubs, los clubes, o donde fuera. Estaba deprimido. Desencantado. Me molestaba que la gente se aprovechara constantemente de mí, de mi generosidad, de mi manera de ser, esperando que actuara y fuera de una manera determinada. Sin tener en cuenta mis verdaderos sentimientos”.

La imagen de aquel “artista de circo” fue tomando forma hasta convertirse en una metáfora más concreta: “Desconsolado, me sentía como un payaso sin sonrisa, con la cara pintada, dispuesto para su actuación pero triste por dentro”. Con un dolor tan profundo, los versos salieron solos: “My makeup is dry and it cracks on my chin / I’m drowning my sorrow in whisky and gin” (“Mi maquillaje está seco y se agrieta en la barbilla / Ahogo mis penas en whisky y ginebra”). Cuando la letra ya estaba completa, la canción fue grabada en el estudio pocos días después. Los “la, la, las” del coro corrieron a cargo de Rasa Davies, la mujer de Ray Davies y cuñada de Dave. Ray ayudó a su hermano a perfeccionar el tema y, como recordó Dave en su autobiografía, éste ideó el sonido característico del comienzo de la canción: “Después de un tiempo de reflexión, a Ray se le ocurrió una idea. Se inclinó sobre el enorme piano de cola del estudio, un precioso Steinway, abrió la tapa y empezó a tocar las cuerdas con una púa de guitarra, tocando una melodía muy sencilla. Me encantó. La doblamos y, realzada por un poco de eco, conseguimos una introducción melancólica e inquietante que encajaba perfectamente con la canción”.

El tema fue lanzado como single de Dave Davies en solitario y se convirtió en un éxito, aunque no dejaba de ser una sincera declaración de su estado emocional: “La canción era una metáfora de mis verdaderos sentimientos. De la falsedad y la ilusión que me rodeaba por aquel entonces. De encontrarme aplastado entre el mundo irreal del negocio del espectáculo y sus parásitos –con sus exigencias inexcusables, tanto sociales como creativas– y mi propia timidez e inseguridad personal”. La acogida de la canción de Dave en solitario fue tan buena que hasta le plantearon que abandonara los Kinks para comenzar su propia carrera, pero el guitarrista lo tenía claro: “Aunque se me pasó por la cabeza, decidí que lo único que quería era formar parte de un grupo. La sensación de unidad y camaradería era algo importante. Los Kinks eran una parte crucial de mi vida y quería continuar perteneciendo a ellos hasta el final”.

No obstante, la discográfica Pye deseaba más trabajos tanto de los Kinks en conjunto como de Dave en solitario, por lo que el mánager de la banda, Robert Wace, lo organizó todo para que Dave Davies pudiera continuar su carrera solo: “Robert reservó un estudio muy pequeño en Polydor para que grabara el disco en solitario. Parecía más el salón de una casa que un estudio de grabación profesional. Tenían unos horribles altavoces con una gruesa tela metálica delante”. Sin embargo, el músico volvió a tener ese sentimiento de desolación que la había impulsado a escribir aquella letra: “Tuve la sensación de que una vez más se estaban aprovechando de mí, al obligarme a grabar un álbum con un presupuesto mínimo. Me enfadé tanto que cancelé la grabación”. Ahí terminó el álbum que nunca fue de Dave Davies. El despegue en solitario de Dave no llegaría hasta la década de los ochenta.

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En 1968, un año después de que ‘Death of a clown’ fuera publicada, según la autobiografía de Dave ocurrió un suceso que él denominó como “una cosa extraña”: “La ganadora del festival de Eurovisión fue una cantante española llamada Massiel. La canción era ‘La, la, la’. Era un robo directo del estribillo de ‘Death of a clown’. Me sorprendió que nadie se diera cuenta de que se trataba de una copia descarada”. Más allá de un posible plagio, el tema en solitario de Dave fue incluido en el quinto álbum de estudio de los Kinks, “Something else by The Kinks”, publicado en 1967. No fue la única canción acreditada al guitarrista en el álbum, ‘Love me till the sun shines’ y ‘Funny face’ también estaban firmadas por Dave. Estos dos temas estaban dedicados a Susan Sheehan, una espinita que se le quedó clavada en su juventud, una herida abierta que sangraba de vez en cuando y madre de su hija, a la que no conoció hasta treinta años después: “Muchas veces, los pensamientos sobre Sue salían a la superficie y me atormentaban. Emociones sin resolver sobre un amor que nunca pudo ser”.

La relación entre los hermanos Davies siempre fue, por decirlo de alguna manera, un poco complicada. Aunque constantemente se habla del talento y la elocuencia de Ray Davies para narrar escenas cotidianas convertidas en canciones, la melancólica y triste ‘Death of a clown’ fue una muestra de que su hermano pequeño, si quería, podía pisarle los talones.

Anterior entrega de La cara oculta de las canciones: ‘(I can’t get no) Satisfaction’, la insatisfacción de los Rolling Stones.

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