«Convencer a su recién contratada cantante de que debía quitarse la ropa para que la portada que había imaginado en su mente se pareciese a la pintura de Manet»
Esta semana, Xavier Valiño trae un clásico escandaloso de los años ochenta: el debut de Bow Wow Wow, con su vocalista desnuda.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Concepto: Malcom McLaren.
Diseño: Nick Egan.
Fotógrafo: Andy Earl.
Fecha de edición: octubre de 1981.
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Cuando a Adam Ant le robaron sus músicos, no pensó que todo se hubiera acabado para él. La misma persona que habría cobrado un millón de millón de libras de la época por asesorarle para triunfar fue quien se los llevó consigo para otro proyecto. Se trataba de Malcolm McLaren, manager de, entre otros, Sex Pistols y New York Dolls, quien tenía la intención de crear un grupo de la nada que sirviese de escaparate a la moda de los nuevos románticos que vendía junto a su socia Vivienne Westwood.
Puede que a la larga Adam & the Ants consiguieran mayor proyección que aquel grupo que McLaren crearía, probablemente debido a la confianza de Adam Ant en sí mismo. De todas formas, nunca olvidó aquel golpe y durante un tiempo tuvo que bregar con las dudas de si saldría adelante. McLaren ni miró hacia atrás: estaba muy ocupado en sacar a relucir una vez más su olfato para crear y manejar artistas de éxito, todo ello aderezado con sus oportunistas estrategias.
Tras aquella maniobra, McLaren empezó a probar a distintas cantantes para encontrar a la vocalista que le faltaba a aquellos músicos «birlados». Después de varios meses infructuosos, un buen día descubrió a una adolescente de catorce años, Myant Myant Aye (“Molón Molón Máximo” en birmano), tras el mostrador de la lavandería de sus padres cantando una canción de Stevie Wonder. Inmediatamente reconoció en ella a aquella joven descarada que iba buscando y le ofreció unirse al grupo. Lo primero que hizo fue cambiarle el nombre por el de Annabella Lwin
Durante tres escasos años la banda tuvo cierto éxito mezclando pop y ritmos africanos, aunque se les recuerda especialmente por la portada de su álbum de debut y, también, por su single “I want Candy”, una versión de un tema de 1965 de The Strangeloves construido sobre un ritmo característico de Bo Diddley.
McLaren lo controló todo desde el primer momento. Suyo es el título del disco de debut. En un primer momento pensó en titularlo «Ronnie Reagan, Sue Ellen, Cassanova, Botticelli, In A Time, Never, Never, Queen Diana, Rockefeller». Poco después cambió de idea, tomando el largo título del que sería el debut de Bow Wow Wow de una estrofa de una canción que había compuesto de niño sobre el miedo que le producía la idea de pasar una noche en el bosque a merced de las serpientes: «See jungle! See jungle! Go join your gang, yeah. City all over! Go ape crazy», algo así como ¡Mira la jungla! ¡Mira la jungla! Ve y únete a tu pandilla, sí. ¡Se acabó la ciudad! Vuélvete loco como un mono.
También fue idea suya presentar el debut de Bow Wow Wow en una portada que no pasase desapercibida. Quería basarla en una pintura antigua con alguna referencia sexual, inspirado por una frase del capellán del Rey de Inglaterra del siglo XVII Thomas Fuller: “La astucia puede vestirse, pero a la verdad le gusta ir desnuda”. Con ello pretendía contraponer la naturaleza y el romanticismo como alternativa al individualismo y la política pragmática de su país, encabezada por su primera ministra Margaret Thatcher, quien acababa de llegar al poder un par de años antes.
Primero reparó en cuadros como «La libertad guiando al pueblo» de Eugène Delacroix (que Coldplay utilizarían posteriormente en la cubierta de su disco «Viva la vida or death and all his friends» en 2009) o «El cerrojo» de Jean-Honoré Fragonard. Finalmente optó por una obra del pintor francés del siglo XIX Édouard Manet, ascendiente directo de los impresionistas, concretamente aquel titulado «Almuerzo sobre la hierba».
Esta pintura de 1863 fue motivo de una gran polémica en su momento cuando se presentó por vez primera en el Salón des Refusés de París por presentar a una mujer desnuda sentada junto a dos hombres totalmente vestidos; además, sufrió también el rechazo de los críticos a su punto de vista cromático y compositivo. Fue el lienzo «más irritante y controvertido» de aquella exposición de obras rechazadas. Lo que entonces se entendió como una provocación, hoy es motivo de estudio dentro del periodo modernista del arte, además de haberse convertido en uno de los cuadros más venerables de los expuestos en el reputado museo de Orsay de París.
La idea del cuadro se le ocurrió al pintor durante una excursión a Argenteuil, a orillas del Sena, tras contemplar a un grupo de personas de picnic en el bosque. Para retratar a la mujer desnuda, Manet utilizó a su modelo favorita, Victorine Meurent, y a su propia mujer, Suzzane Leenhoff. En cuanto a los dos hombres, contó con su hermano, Gustave, y su futuro cuñado, el escultor holandés Ferdinand Leenhoff. Vestidos como dandis, ambos se dejan llevar por la conversación, ignorando a la mujer. Enfrente a ellos se puede ver las ropas de la mujer, una cesta de frutas y un pan redondo. Al fondo, otra mujer escasamente vestida se mueve entre la corriente del río, como flotando, mientras que en el fondo inacabado se atisba un bote varado.
La disposición de las figuras principales la tomó Manet de los maestros clásicos, por cuanto se corresponde con los personajes de la parte inferior derecha de un grabado de Marcantonio Raimondi, el «Juicio de París» (1515) que, a su vez, copiaba un dibujo perdido de Rafael. Otras posibles referencias en el lienzo serían «La tempestad» de Giorgine (1508), el «Concierto campestre» de Tiziano (1510) o «La Partie quarrée» (1713) de Jean-Antonie Watteau. Posteriormente, Monet haría su propio «Almuerzo sobre la hierba» en 1865 en respuesta al de Manet y Pablo Picasso también lo tomaría como referencia un siglo después para realizar, en menos de dos años, más de veintisiete pinturas, seis grabados y ciento cuarenta dibujos.
Después de tener claro que esa era la imagen que quería reproducir en la portada, McLaren se puso en contacto con el diseñador Nick Egan. Este le encargó al fotógrafo Andy Earl que buscase localizaciones similares a las del cuadro. Tras recorrer las riberas de varios ríos no muy lejanos a Londres, dio con el lugar perfecto en el Río Mole cerca de Box Hill, Surrey, a unos cuarenta kilómetros de la capital.
El lugar era un camino de paso a la orilla del río, así que para que se pareciese más al cuadro de Manet el equipo cortó algunas ramas de los árboles y extendió el follaje por el suelo. Al mismo tiempo, y para que la cara de la cantante de la banda destacase en la composición, el fotógrafo se sirvió de unas pantallas que la iluminaban ayudándose de la luz del flash.
En la imagen aparecían también el resto de componentes del grupo, más una mujer vestida de blanco metida en el agua. Así, al lado de Annabella Lwin se sentaba el baterista David Barbarossa. Enfrente a ellos, recostado con la mano alargada y su peinado mohicano, el guitarrista Matthew Ashman. Al fondo, remando en una barca, aparecía el bajista Leigh Gorman.
Todo salió como se había previsto salvo un pequeño detalle que se les escapó a todos. Poco antes de disparar la cámara, uno de los miembros del equipo dejó caer la colilla del cigarrillo que acababa de fumar. Sin que nadie se diera cuenta, la colilla acabó apareciendo en el encuadre y, de hecho, se puede ver en el centro de la parte inferior de la fotografía si se presta atención.
A McLaren le tocó el papel más complicado, a priori: convencer a su recién contratada cantante de que debía quitarse la ropa para que la portada que había imaginado en su mente se pareciese a la pintura de Manet. De no conseguirlo, no sería lo mismo. Así lo hizo, y la única condición que puso Annabella Lwin era que su madre no se enterase de todo aquello.
Tal y como había sucedido más de un siglo antes con la pintura, el recatado desnudo de Annabella Lwin en la portada de aquel disco trajo consigo de nuevo la polémica. Probablemente, lo que más llamaba la atención era la mirada directa hacia la cámara de su protagonista, olvidando a quienes la acompañan en la imagen y dirigiéndose hacia quien la ve desnuda.
Aunque la composición de dos hombres vestidos con la chica desnuda podía estar bastante superada en la década de los ochenta, lo cierto es que Lwin tenía solo quince años cuando se hizo la foto y se editó el álbum. De hecho, poco después se relanzó el disco con una nueva portada para el mercado británico y el estadounidense sin el desnudo, aunque en ella Lwin llevaba un vestido blanco bastante transparente. En el resto de Europa, por el contrario, siguió circulando con la portada original.
Sin embargo, no fue la desnudez por sí sola lo que llevó aquel disco a las primeras planas de los medios de comunicación, sino lo que tanto temía su protagonista central: la ira de su madre. Al descubrir la imagen, esta presentó una denuncia por explotación de menor con intenciones inmorales, que derivó en la consiguiente investigación de Scotland Yard. Además de llevarse a su hija y esconderla en casa de una tía suya, consiguió que Lwin no pudiera dejar el Reino Unido en compañía de McLaren.
La compañía de discos del grupo, RCA, amenazó entonces a McLaren: o volvía con su protegida en una semana o lo demandarían exigiéndole la cantidad íntegra por la que habían fichado a la banda. McLaren utilizó todos sus poderes persuasivos y, finalmente, llegó a un pacto in extremis con la ofendida madre por el cual Annabella Lwin podía continuar en el grupo siempre y cuando no se la vendiera como un reclamo sexual.
Sin embargo, por las portadas de los discos que editaron a continuación parece que McLaren no respetó su palabra: Annabella aparece desnuda o con muy poca ropa en la contraportada de la edición alternativa, en su siguiente álbum («I want Candy», 1982), en singles como ‘Chihuaha’ (1981), ‘I want Candy’ (1982) y ‘Teenage queen’ (1982) o en recopilatorios como «Girl bites dog» (1993), «Aphrodisiac» (1996) o «Anthology» (2003).
Lo sucedido con Bow Wow Wow en su momento revela la astucia de Malcom McLaren a la hora de diseñar, manufacturar y vender un producto, en gran parte reciclado a partir de elementos anteriores. Si el sonido de la banda fue tildado de plagio desde un principio por reproducir ritmos africanos, su mayor éxito consistió en una versión que le debía mucho a Bo Diddley. Además, su portada, sacada de un cuadro de Monet, no era ninguna idea original: en 1969 el grupo británico The New Jazz Orchestra la había reproducido ya para su disco «La d’jenuer sur l’herbe» aunque nadie la recordase. Nadie excepto Malcom McLaren.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: The Rolling Stones, “Sticky fingers”.