«Era un reto volver a hacer canciones nuevas, volver a hacer un disco y además hacerlo con ganas, no hacer un disco de compromiso, sino hacer un disco en el que nos implicáramos de verdad, como así ha sido»
Tras la entrevista publicada hace unos días con Mikel Erentxun, aquí va la de Diego Vasallo, en la que cuenta sus impresiones sobre el regreso de Duncan Dhu, el grupo que quedó doce años en suspenso.
Texto: JUAN PUCHADES.
Ya que estamos ante la vuelta de Duncan Dhu, la idea inicial era que Diego Vasallo respondiera a un cuestionario muy similar al que, días atrás, había servido para entrevistar a Mikel Erentxun. Luego pensé que el resultado podía ser un tanto reiterativo y preferí que la entrevista fuera distinta (pero con algunos puntos comunes) y tratar con Diego asuntos diferentes, aunque complementarios a los de su socio.
El anuncio del regreso de Duncan Dhu, te ha pillado mientras estabas con otro proyecto entre manos: una serie de directos junto a Luis Auserón. ¿Cómo ha ido esa experiencia?
Ha sido una experiencia muy satisfactoria y agradable, sobre todo a nivel artístico y musical. Además de por Luis, que nos conocíamos, pero bastante poco, y se ha establecido una relación musical muy interesante, fue un placer para mí conocer a la banda que él ya tenía formada, con Fernando Macaya y todo su equipo, todos afincados en Santader. Es un lujo de banda, ha sido un placer conocerlos y espero que sigamos haciendo cosas. Aunque casi no ha habido tiempo de hacer nada, han sido cuatro bolos, y se podía haber hecho mucho más, pero a mí ya me resulta imposible.
Es chocante cómo trayectorias que no tenían mucho que ver, en algún momento se pueden encontrar, como la de Luis y la tuya, ¿no?
Sí, es curioso, porque en las entrevistas que nos hicieron, hablando de nuestras trayectorias había muchos puntos en común: los dos empezamos arquitectura, a los dos nos ha gustado mucho el arte, los dos fuimos bajistas en nuestros respectivos grupos, luego nos decidimos a cantar. Hay más coincidencias de lo que parece a simple vista, y luego, personalmente, ha habido muy buen «feeling». Yo creo que sí tenemos más en común de lo que puede parecer.
También, y quizá, te ha venido bien para lo que te espera, ha sido el reencuentro con una banda, porque venías de tocar prácticamente en solitario.
No, en realidad en los últimos dos años he hecho un par de minigiras en locales pequeños y he tenido dos formatos diferentes, una fue con unos chavales de Madrid, que tienen un grupo que se llama Contacto en Francia, con los que hice una serie de conciertos en locales pequeñitos, y luego ya fueron las actuaciones con Luis y la banda de Fernando Macaya. Pero sí, efectivamente ha sido cargarme las pilas y un tiempo de preparación para una gira que se prevee bastante intensa. Aunque, en realidad, por otro lado, mi rol en Duncan Dhu no tiene nada que ver, porque en estas giras yo estaba cantando mi repertorio sin tocar ningún instrumento y en Duncan me he vuelto a colgar el bajo.
Sí, en tu caso el reencuentro es doble, con Duncan Dhu, pero también con un instrumento…
Sí, eso está siendo más duro, está siendo más difícil [risas]. Llevaba doce años sin tocar el bajo, que es tiempo. Y sí, al principio, como todo, me costó un poco, pero la verdad es que bien, el disco lo hemos grabado bastante rápido y estoy muy satisfecho con mis bajos. Vamos, que estaré en forma como bajista para la gira.
¿Has tenido que formatear el disco duro interno y ponerte en la cabeza de un bajista?
En parte sí, la verdad, porque es absolutamente diferente ser bajista o ser cantante. Yo para cantar necesito ensayar muchísimo menos, cantar te sale de forma más innata, tengas voz o no tengas voz, eso da lo mismo. Si tienes un mínimo de sentido musical, no requiere excesiva dedicación. A ver, requiere dedicación, pero a mí me requiere mucho más tiempo prepararme en el bajo.
El otro día me decía Mikel que el reencuentro de Duncan Dhu ha transcurrido con mucha naturalidad, que no ha sido nada forzado, ¿pero a ti te costó mucho tomar la decisión de reactivar de nuevo el grupo?
Sí, me costó, me costó bastante. Me lo pensé mucho y durante un tiempo estuvimos hablando Mikel y yo, hablábamos a menudo. En realidad fue él quien me propuso la vuelta. Como te habrá contado, esto iba a ser una pequeña gira por América, pero al final se ha hecho una cosa más grande. Y sí que me lo pensé, me lo pensé porque entre otras cosas esto requiere un año o año y medio de trabajo dedicado en exclusiva al grupo, y como todo el mundo sabe, nosotros tenemos otros proyectos en solitario, y yo además de la música tengo la pintura, a la que cada vez dedico más tiempo. Así que sí que me trastocaba un poco todos los planes que tenía para el futuro más próximo. Pero me pareció interesante a todos los niveles, y el factor económico también juega su papel, por supuesto. Pero, además, era un reto, era un reto volver a hacer canciones nuevas, volver a hacer un disco y además hacerlo con ganas, no hacer un disco de compromiso, sino hacer un disco en el que nos implicáramos de verdad, como así ha sido. El resultado yo creo que está muy bien.
Es excelente, muestra esa confluencia de dos mundos, el de Mikel y el tuyo, que cuando los unís brota una magia especial. ¿Tienes esa sensación?
Sí, eso es cierto, luego cuando nos separamos y tiramos cada uno por su lado, las cosas suenan muy diferentes, para bien o para mal, pero suenan diferentes. Y cuando nos juntamos es verdad que de una manera natural surge por algún sitio la esencia de Duncan Dhu. Hombre, quizá se debe, aparte de que se unen dos personalidades y cada una aporta lo suyo, que cuando nos juntamos nos dejamos impregnar un poco por influencias musicales con las que nos sentimos cómodos los dos. Digamos que viajamos a terrenos que han sido fuente de influencias para Duncan Dhu siempre, como puede ser el rock and roll más primitivo, el de los años cincuenta, el folk, el country, artistas que siempre nos han entusiasmado a los dos, como Elvis, Johnny Cash, Dylan. Claro, nos volvemos a empapar de todo ese mundo, de todas esas referencias y al pasarlas por nuestro filtro, por nuestra manera de componer, de tocar y de interpretar, de repente ahí aparece otra vez Duncan Dhu.
¿Uno de los factores decisivos para que Duncan Dhu haya cobrado vida de nuevo es que los dos os sentistéis de nuevo próximos por referentes musicales?
Sí, es así. Como es cierto que durante un tiempo hemos estado un tanto separados en cuanto a referencias, quizá por cansancio cada uno tiró por un lado y escuchábamos músicas distintas y se perdió esa conexión musical. Pero sí que es cierto que en los últimos años se han ido acercando más, porque, por ejemplo, los últimos discos de Mikel, quizá el último no, pero los anteriores eran más acústicos, estaba flirteando con el folk, con algo de country, y en mi caso casi que también, porque mi último disco era muy austero y muy crudo, y luego en directo, por ejemplo en los conciertos con Luis Auserón, era una banda de country y rockabilly. Es decir, de alguna manera cada uno nos estábamos acercando a ese territorio común. Y es verdad que hablando nos empezamos a contagiar otra vez de influencias de ese tipo. En realidad nos han gustado siempre, son el tipo de referencias y de territorio musical que nos une siempre, y hemos dejado aparcadas las cosas que cada uno tenemos y que sabemos que al otro no le gustan demasiado.
«Tengo que confesar que mi carácter y mi forma de ser me llevan mucho más fácilmente a estar a solas en mi estudio que a estar en un estudio de grabación, en un escenario o ensayando»
De los dos, tu viaje musical es el más sorprendente, porque de Cabaret Pop a tu último disco, es la noche y el día. Aunque, seguramente, si desnudáramos las canciones de Cabaret Pop, podríamos acercarlas, porque la forma de componer está ahí, pero estéticamente son mundos casi antagónicos.
Sí, porque las canciones son muy moldeables. Pero hay un componente en las canciones que es difícilmente trasladable, que son los textos, los textos sí han cambiado mucho. Las letras de Cabaret Pop ahora mismo me parecen muy antiguas, no me siento muy identificado con ellas. A partir quizá del primer disco que salió con mi nombre…
¿»Diego Vasallo y el Cabaret Pop» (1995), el tercero?
No, el siguiente,»Criaturas» [1997], que ya no aparece Cabaret Pop por ningún sitio. Ahí los textos empezaron a tomar una forma, y han ido evolucionando a su vez, pero empezaron a tomar un camino que antes no tenían. Musicalmente la base estaría ahí, porque las canciones las puedes vestir y desvestir mil veces. Pero es verdad que no tiene nada que ver mi etapa con Cabaret Pop con lo siguiente. Por poner una fecha al cambio, sería ese disco, «Criaturas», que es del año 97, ahí empezaría mi etapa en solitario, que llegaría hasta el último, «Canciones en ruinas» [2010].
¿Cómo diste aquel giro tan radical, que acabó por llevarte a Cabaret Pop y que alentó también a «Supernova», de Duncan Dhu?
La verdad es que no lo sé [risas]. Fue una época muy rara de mi vida, te lo digo sinceramente. Es como si me hubiese comido un tripi. A ver, siempre he sido bastante inquieto y me ha gustado probar muchas cosas, a veces, probablemente, demasiadas. Porque al final tienes que ser consciente de tus limitaciones, no hacer siempre lo mismo y no quedarte estancado, pero también has de saber por qué territorios te puedes expresar de una forma que tenga una cierta profundidad. Pero en ese momento quise ponerme el traje de funk electrónico ochentero, por llamarlo de alguna forma, y flipaba con cosas como Prince o los primeros discos de Robert Palmer, cosas que se salen absolutamente de mi trayectoria anterior y de mi trayectoria posterior. Yo lo veo como un experimento muy concreto, por eso le puse un nombre, para que no salieran con mi nombre. Cabaret Pop era una especie de grupo inventado e hizo tres discos, aunque el tercero, el que mencionabas, es muy distinto. Y se quedó ahí, el grupo murió y a partir de ahí empecé una carrera en solitario con unas referencias artísticas muy distintas.
Que te ha llevado, hasta tu último disco solista, «Canciones en ruinas», en el que dejaste las canciones en lo mínimo. ¿Fuiste consciente de estar haciendo una obra dura para el oído y dura para los parámetros comerciales que se manejan?
Era consciente, pero… quizá no al cien por cien [risas]. Uno cuando está metido en la producción de un disco pierde mucha perspectiva, era consciente de que estaba trabajando con materiales duros, porque cuando en un disco casi solo metes una guitarra clásica, algo de violín, algo de acordeón y tu voz en primer plano… pues sí, es duro. Pero la idea era esa. La verdad es que lo escuché no hace mucho y me pareció más duro de lo que recordaba [risas], quizás también porque venía de hacer estos conciertos con Luis que habíamos tirado más al rock and roll, al country, al folk, y me pareció duro, sí. Pero me gusta ese disco y lo hice así porque en ese momento lo veía así y lo tenía que hacer así. Hay cosas que me gustan de ese disco, los textos me gustan, hay canciones que me gustan. Probablemente ahora no lo haría de ese modo, y el próximo disco no va a ir por ahí. Además, me parece que es un cierre de etapa, pienso que lo próximo que haga va a tener que ver más con el mundo rock and roll que esos discos y sobre todo ese, en el que no quería ni oír la palabra rock.
Pero en el fondo el rock es tu educación primera, ¿no?
Sí, por supuesto, yo vengo de ahí, del rock and roll, del rockabilly, del country. Quizá en aquel momento estaba cansado y me apetecía probar otras cosas. Es verdad que en ese tiempo casi no escuchaba rock, escuchaba mucha canción de autor, folclores diversos, mucha música antigua, fados antiguos, tangos antiguos, mucha música clásica, bueno, esa la sigo escuchando. Me había alejado, quizá conscientemente, del rock, pero digamos que tras esa travesía del desierto me siento otra vez cómodo con el traje de country rock. Que tampoco es que luego vaya a hacer algo completamente distinto, pero sí habrá diferencias.
Parte de esas influencias últimas tuyas se dejan ver en «El duelo»: en el tema ‘Llora guitarra’ está muy bien cómo habeís construido la base con ese sonido de Ducan Dhu que nos lleva a Sun Records pero, a la vez, se sigue detectando que eso es una habanera.
Sí, tiene la armonía vocal que es inconfundiblemente de ese tipo de repertorio. Para mí es una canción muy especial. La conocí en Menorca, donde he descubierto un cancionero alucinante. El cancionero tradicional que se canta habitualmente en las tabernas de Menorca es maravilloso. Y esta canción, que es de Ortega Monasterio, tiene mucho que ver con la habanera y ese mundo, y nosotros la hemos llevado a nuestro terreno y ha salido un híbrido entre las armonías y los acordes que son claramente de ese tipo de canción pero los ritmos y las bases las hemos trasladado a lo nuestro. Y de ahí ha resultado algo curioso, que a nosotros nos recordaba incluso al jazz callejero acelerado de Django Reinhardt, la música manouche y los gitanos franceses.
¿A quién le escuchaste originalmente la canción?
A una cantante menorquina que se llama Joana Pons, que me gusta mucho y me dejó prendado. Como te decía, es un repertorio que me parece fascinante, yo ya grabé una canción menorquina, que se llamaba ‘Si fossim gavines’, que la traduje como ‘Tristezas blancas’. Y ese es otro tema, el de las adaptaciones del menorquín o catalán al castellano, la verdad es que me lo he tenido que pelear un poco porque la traducción literal de ‘Llora gitarra’ no funcionaba rítmicamente, no tiene la misma rítmica y métrica el menorquín que el castellano, entonces ahí sí que me he tomado ciertas licencias poéticas, por supuesto con el permiso de los herederos del autor, intentando mantener el espíritu de la letra, pero cambiando versos enteros, en ocasiones por pura métrica y ritmo de las palabras.
Últimamente recibes muchos halagos por tus letras, ¿te cuesta mucho llegar a ellas?
Sí, no soy de escribir letras de un tirón o de que me salgan muy fácilmente. De hecho cada vez tardo más en escribir canciones, por eso se van espaciando los discos, porque me tomo mi tiempo. Mi método es un tanto caótico, porque suelo escribir mucho paseando por la calle, con una libreta, y voy apuntando versos o estrofas y luego puede haber días o semanas en las que no vuelva a escribir un verso. Tardo mucho en darles forma, y luego las voy retocando hasta que el acabado final me satisface.
Tu otra actividad es la pictórica, ¿son disciplinas complementarias?
A ver… son complementarias en cierto sentido, en un primer impulso que te lleva a hacer algo, ese primer momento en que tienes algo ahí que soltar, sí que puede ser, luego el lenguaje puede ser tanto musical, literario como pictórico. Lo que pasa es que luego la metodología es absolutamente diferente, el trabajo, por lo menos en mi caso, de pintar es totalmente solitario, de ir todos los días al estudio, y los avances y los logros son lentos. La pintura es un oficio con un ritmo muy lento, y la música es muy diferente, sobre todo cuando empiezas a trabajar con otros músicos, que ya todo se empieza a disparar, es mucho más colectivo. Es muy diferente. En metodológoa no son demasiado compatibles, porque es difícil estar pitando por la mañana y estar yendo a ensayar por la tarde. Para mí es imposible. Ahora llevo bastante tiempo sin pintar, aunque tengo una exposición el 13 de septiembre en Mahón, en Menorca. Pero lo pienso retomar en cuanto acabemos la gira.
¿Te ha pasado estar en el escenario, con miles de personas abajo, y que el pintor le diga al bajista, «¿yo qué coño hago aquí?»?
[Risas] Pues sí. Y no solo en el escenario. Muchas veces, sí. Tengo que confesar que mi carácter y mi forma de ser me llevan mucho más fácilmente a estar a solas en mi estudio que a estar en un estudio de grabación, en un escenario o ensayando. Soy un tipo que… bueno, que disfruto de la soledad. Entonces el trabajo en el estudio pintando se acopla perfectamente a mi forma de ser. Para salir al escenario, ensayar o hacer promoción tengo que hacer un esfuerzo mayor. Que no quiere decir que no me guste, pero no me sale de una manera tan cómoda y tan fácil. La verdad es que siempre tiendo a recluirme a mi estudio.
¿Has escuchado las canciones remasterizadas de Duncan Dhu que se han agrupado en «1»?
Algunas, no he escuchado los dos discos enteros. No me ha disgustado lo que he oído, pero lo he escuchado un poco por encima, no tengo todavía una opinión formada. He estado tan centrado en el disco nuevo, en «El duelo», que no tengo una opinión, sobre todo porque tendría que compararlas con las antiguas, cosa que no he hecho. No sabría contestarte.
Si te digo ‘Cien gaviotas’, ¿qué me dices?
Una canción muy importante en el grupo, casi un emblema, probablemente el mayor éxito del grupo. Creo que de las clásicas y de los éxitos es de las que mejor ha envejecido, me parece que aguanta muy bien el paso del tiempo, y eso que es una canción muy sencilla, con una letra muy sencilla, pero me chirría menos que otras. Aguanta el paso del tiempo.
¿Recuerdas cómo se compuso?
Más o menos, sí, por aquella época yo tendría diecinueve años, vivía en casa de mis padres, y componía de la manera más austera imaginable, con una guitarra española, sentado en la cama. Y ‘Cien gaviotas’ la compuse así. En aquella época, luego nos juntábamos los tres y ya le dábamos forma, porque yo la componía a la guitarra, luego pasaba el bajo, luego cogía Mikel la guitarra y él rítmicamente le daba mucha más potencia.
¿En algún momento te cansaste de ella, de tanto tocarla?
Sí, sí. Sobre todo en los años en los que enlazábamos una gira tras otra, sí, me llegó a cansar, y no solo esa, todo el repertorio te puede llegar a cansar. Por eso no soy muy amigo de abusar de las giras y los conciertos, creo que hay que dejar espacios para hacer otras cosas, otros discos, o lo que quieras, sin convertirte en una especie de maquinaria de producir y tocar canciones. Que es un poco lo que nos pasó. Mi opinión es esa, que eso es lo que nos pasó, y en mi caso, después de diecisiete años, el cansancio fue brutal.
¿Quizá por eso me decía Mikel que los planes son que no hay planes, que en diciembre acabáis la gira y no hay nada previsto, es así?
Sí, eso es así, totalmente. No hay planes porque no hemos querido hacerlos, entre otras cosas porque cuando terminemos la gira tendremos que hacer una valoración de todo, primero de cómo ha ido, si ha funcionado o no ha funcionado. Porque, claro, Duncan Dhu no hace una gira para no llenar los sitios, y no sabemos si vamos a llenar, hay que esperar a ver si realmente se cumplen las expectativas. Y por otro lado habrá que ver cómo nos sentimos nosotros, si nos hemos vuelto a cansar, o si de repente estamos con un subidón de energía que nos apetece seguir. Pero, realmente, no lo sabemos, puede pasar de todo.
Al final la vuelta de Duncan Dhu se produce en el que quizá sea el año más complicado para la música española, y ya no hablo de las crisis general, sino para el sector, con el IVA y demás.
Sí, desde luego, hemos elegido un buen momento [risas].
Si lo hacéis adrede no lo conseguís…
Sí, pero, por otro lado, al mismo tiempo es cierto que de alguna manera eso también ha influido en que para nosotros haya sido más apetecible tomar la decisión, porque la crisis también nos afecta a nosotros. Los dos llevábamos años en los que el trabajo cada vez se estaba haciendo más complicado, no digamos en mi caso, que estaba tocando en salas para sesenta o setenta personas. Se estaba haciendo muy complicado subsistir de la música. Pero, bien, el momento ha sido ahora, y ya está. No es un buen momento, sobre todo para la industria, pero la industria es verdad que ni se sabe el tiempo que lleva en crisis.
¿Qué ha representado para ti Duncan Dhu?
Algo importantísimo, es una parte fundamental de mi vida, y lo sigue siendo, hemos parado doce años, que realmente tampoco es tanto. Yo tengo cuarenta y siete años y a los dieciocho ya estaría ensayando con Mikel. Por tanto es una parte fundamental de mi vida.
¿Y quién es para ti Mikel Erentxun?
Mikel para mí es mi hermano, como el hermano que no tengo. No tengo hermanos, con lo cual mi hermano es Mikel. Es así de simple. Es como esos hermanos con los que a veces no te ves durante largas temporadas, pero que hay una conexión muy profunda, y un respeto y un cariño también muy profundos. Es más que un amigo, es parte de la familia.
El regreso de Duncan Dhu deja vuestras carreras solistas congeladas, por la parte que te toca, ¿te preocupa?
A mí no, la verdad, porque no me planteo mi carrera en solitario como con unos objetivos que hay que cumplir. Precisamente yo, cuando paramos Duncan Dhu en el 2001, no quise hacer… una carrera… La verdad es que ni siquiera me convence la palabra, yo quiero seguir sacando discos y tocando de vez en cuando, pero sin la presión esta de que estás dentro de una industria a la que tienes que entregar algo y satisfacer y producir algo cada equis tiempo. Durante estos años he tenido la libertad de hacer discos cuando he querido, y, por ejemplo, he estado muchos años sin tocar en directo, sacaba discos y ni tan siquiera los presentaba en directo. Entonces no me preocupa, no me preocupa en absoluto. Cuando pueda la volveré a retomar, de hecho tengo algunas ideas y grabaré canciones nuevas, pero sin ponerme ningún objetivo.
Música libre, que es de lo que se trata, ¿no?
Efectivamente.
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Aquí puedes leer la entrevista con Mikel Erentxun.
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Estas son las fechas de la gira española de Duncan Dhu:
01-XI Pamplona. Auditorio Baluarte.
08-XI Barcelona. Palau de la Música.
09-XI Barcelona. Palau de la Música. SEGUNDA FECHA.
10-XI Madrid. Teatro Circo Price
11-XI Madrid (segunda fecha). Teatro Circo Price.
15-XI Huesca. Palacio de Congresos.
16-XI Donostia (San Sebastián). Auditorio Kursaal.
22-XI Sevilla. Auditorio Fibes.
29-XI Valencia. Palacio de Congresos.
30-XI Murcia. Auditorio Victor Villegas.
14-XII Zaragoza. Sala Mozart.