«Contactaron con Hipgnosis y, tras un cambio de impresiones, coincidieron en que debería tratarse de algo duro, marcar un cambio radical, con fotografías que transmitieran el sufrimiento, la desesperación, la demencia, el dolor y el desgarro emocional del protagonista»
En esta entrega de «La mejores portadas del rock», Xavier Valiño nos cuenta la historia que hay detrás de la portada del último álbum en el que Peter Gabriel colaboró con Genesis, diseñada por Hipgnosis.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Diseñador e ilustrador: Hipgnosis.
Fecha de edición: 29 de noviembre de 1974.
Discográfica: Charisma/Virgin.
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Su sexto álbum, «Selling England by the pound», había sido un relativo éxito. En él, Genesis se reafirmaban contra los que les acusaban de haberse vendido al mercado norteamericano. Se sentían reivindicados, pero había que mirar hacia adelante y darle continuidad. Pronto se abrió el turno de ideas. El bajista, Mike Rutherford, propuso entonces adaptar «El principito», de Antoine de Saint Exupéry, en un álbum conceptual. Nadie pareció acogerla con mucho interés.
Peter Gabriel tenía otro proyecto en la cabeza. Su título, «The lamb lies down on Broadway» (El cordero se recuesta en Broadway). Según le contó a sus compañeros de grupo, la inspiración venía de la película «El topo», de Alejandro Jodorowsky. Aquel film ya había impactado a otros artistas como John Lennon, quien había comprado los derechos para exhibirla en los Estados Unidos.
A pesar de las fricciones que ello representaría con el resto de sus compañeros, especialmente con el guitarrista Steve Hackett, Gabriel consiguió convencerlos para llevar adelante su proyecto. Para el que a la postre sería el último álbum que grabaría con ellos, insistió en escribir todas las letras y el argumento del álbum mientras que el resto del quinteto se encargaría de la parte musical, a diferencia de sus anteriores discos.
«The lamb lies down on Broadway» representaba, pues, un cambio en la dirección artística del grupo: además de ser una historia musicada, se podía entender como una banda sonora para una película inexistente que a lo largo de los años también se quiso rodar, sin haberlo logrado hasta el momento. No se trataba exactamente de una ópera rock aunque su enfoque fuese similar, ya que sus canciones narraban la vida de un personaje que pasa por distintas experiencias en la búsqueda física y metafórica de su autorrealización.
En sus conciertos de aquel año, Peter Gabriel presentaba de esta forma aquel relato de un joven puertorriqueño llamado Rael que viaja a Nueva York en busca de su hermano John, viviendo diferentes situaciones de tinte existencial: “Hemos escrito una buena historia con buena música, y nos gustaría tocarla completamente para vosotros esta noche. Trata sobre cómo una gran nube negra desciende hasta Times Square, se extiende a través de la calle 42, se convierte en lana y comienza a succionar la isla de Manhattan. Nuestro héroe, llamado Rael, se escurre por el metro de Nueva York y es absorbido por la lana, para luego recuperar la conciencia bajo tierra. Esta es la historia de Rael”.
La ficción se desarrollaba en un largo texto en el interior de la carpeta desplegable del disco, en el que se desmenuzaba profusamente todo su argumento. Gabriel, quien se hallaba en medio de una profunda crisis por graves problemas con el nacimiento de su hijo, optó por dedicarse exclusivamente a aquella idea y a trasladarla a los textos del álbum.
Para hacerse una idea de aquel texto, sirva reproducir su introducción: “Quita tus dedos de mis ojos. Cuando escribo me gusta contemplar las mariposas de cristal que están por las paredes. La gente que recuerdo está ligada a hechos que no recuerdo muy bien, pero voy a fijarme en un tipo para observar cómo se desmenuza, se descompone y origina otra forma de vida. El tipo en cuestión es de un material completamente biodegradable y categorizado como Rael.
Rael me odia, pero a mí me gusta –sí, hasta los avestruces tienen sentimientos– pero nuestra relación es algo con lo que ambos estamos aprendiendo a vivir. A Rael le gusta pasarlo bien, a mí me gusta una buena rima, aunque ya no me veréis más: él odia que yo esté alrededor. Así que, si esta historia no se entiende, podría echarles una mano, ¿me comprenden? (Es decir, que las rimas están planeadas, son como maniquíes)”.
Finalmente, tras varias peripecias oníricas y surrealistas, sorprendentes y poéticas, relatadas con toda minuciosidad, el protagonista logra encontrarse a sí mismo. Para ello renuncia a la maldad y al egoísmo y abraza otros valores como el amor, la amistad y la entrega. Al final del relato, Rael ya es Real y su hermano John está dentro de sí mismo.
Con esta narración, Genesis sabía que tenía algo distinto entre manos. Por eso quisieron dejar atrás las portadas oníricas que hasta entonces habían caracterizado al grupo, con dibujos de regusto entre lo clásico y lo grotesco. Para ello contactaron con el estudio Hipgnosis y, tras un cambio de impresiones con sus responsables, coincidieron con ellos en que debería tratarse de algo más duro, marcar un cambio radical, con fotografías que transmitieran el sufrimiento, la desesperación, la demencia, el dolor y el desgarro emocional del protagonista.
En este caso, los dos socios de Hipgnosis, Storm Thorgerson y Aubrey Powell, optaron por ser hacer su trabajo de forma literal, siguiendo el relato ideado por Peter Gabriel, si es que tal cosa era posible. Para ello, decidieron seleccionar varias canciones y extraerles algunas escenas, ilustrarlas fotográficamente y después ordenarlas como si se tratase de las viñetas de un cómic, con sus recuadros.
Sin embargo, la tarea no fue fácil, máxime teniendo que entonces no existía la posibilidad de hacerlo con ordenadores. El proceso de conseguir cada una de las imágenes que se les iban ocurriendo, ajustarlas, adaptarlas a las demás y disponerlas todas en una sola carátula fue algo enormemente dificultoso y doloroso, según sus propias declaraciones, aunque al mismo tiempo tremendamente gratificante.
En un primer momento trabajaron con varios bocetos, colocando distintos grupos de imágenes. Aquellos borradores les confirmaron que seis fotografías eran más que suficientes; en caso contrario, la portada estaría atiborrada de información. Decidieron hacerlo en blanco y negro por razones estéticas y porque así podrían revelar ellos mismos las imágenes en su estudio, controlando todo el proceso y sin interferencias ajenas.
La primera imagen en la que pensaron es la que aparece a la derecha de todo en la portada. La idea la sacaron de una ilustración modernista. Se trataba de Rael saliendo de la fotografía, de forma que pudiese echar la vista atrás a su evolución, tener una «metaperspectiva de su vida», representada por los otros paneles (la imagen se correspondería con la canción ‘The chamber of 32 doors’).
La intención era mostrar que aquel hombre podía ver lo que había sido su existencia hasta ese momento, algo necesario para llegar a la autorrealización. El personaje se escapa de su viñeta y, de espaldas al espectador, contempla las otras imágenes que representan su propia historia. La fotografía fue hecha en los pasillos del Hotel St. Pancras Renaissance de Londres, un alojamiento que ocupa el frontispicio de la estación de tren de St. Pancras.
Ese hueco tenía que quedar sin contenido, teniendo en cuenta que el diseño respetaba las convenciones del mundo del cómic y de la fotografía, estando ambos basados en el papel en blanco. Su realización necesitó de una técnica compleja. Primero se le colocó un adhesivo de celofán blanco. Después marcaron el perfil con un escalpelo y, a continuación, retiraron el celofán. Tras ello, le aplicaron un blanqueador al bromuro para lograr disolver la imagen. En el momento en que había desaparecido, lavaron la impresión con agua y la secaron, retirando los restos que podían quedar. Todo el proceso se completó con la imagen montada ya sobre el cartón.
Un proceso similar se le aplicó a la cuarta imagen de la carpeta desplegable, la primera por la derecha de la contraportada, para hacer borrosa la boca del personaje principal. La idea partía de un sueño del protagonista en el que otras voces ahogan la suya propia, por lo que debía aparecer sin voz ni boca (‘Lilywhite Lilith’). A su cara se le aplicó una tonalidad más fuerte para darle una sensación más real. Sin embargo, las figuras que se encuentran detrás de él en el collage fueron difuminadas, aplicándoles capas de color negro de modo que quedasen más en un segundo plano, como si estuvieran en los sueños de Rael.
El hombre que se encuentra en la parte inferior izquierda de esta imagen siempre le gustó especialmente a Storm Thorgerson, ya que uno de sus brazos aparece en la siguiente fotografía, la quinta. En este caso, lo que el espectador contempla como una obra en dos dimensiones, para esta persona tendría tres dimensiones, al estar agarrando algo que parece ser un poste blanco.
El sexto panel mereció otro tratamiento. En él, el hombre que atraviesa y rompe el cristal de un salto (‘In the cage’) fue una de las cosas más “estudiadas y excitantes” que Hipgnosis fotografió en toda su trayectoria. Para ello, dispusieron cinco cámaras y lo hicieron todo en una sola toma, confiándolo a la sincronización del ojo y la mente de quienes disparaban. Esta instantánea fue la única hecha en su estudio.
En el caso de las otras imágenes, el equipo tuvo que buscar localizaciones en exteriores. Así sucedió con la cascada del tercer recuadro (‘In the rapids’ o ‘Riding the scree’), los laberintos subterráneos del edificio Roundhouse de la quinta viñeta (‘The carpet crawlers’) y el decorado con el hombre recostado en la silla del segundo panel (‘The wating room’).
En la carpeta desplegable interior, enmarcando la historia de Rael pergeñada por Gabriel, aparecían otras imágenes y primeros planos que servían para ilustrar otras partes de las letras de las canciones. Por último, para las fundas interiores, su colaborador George Hardie dibujó cuatro ilustraciones a base de figuras geométricas que parecían formar parte de un engranaje. Con todo ello, Hipgnosis intentó en todo momento igualar la envergadura de la música que contenía aquel disco. Difícil papeleta de la que probablemente solo ellos podían haber salido airosos.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Primal Scream, “Screamadelica”.