Las mejores portadas del rock: Faces, «Ooh la la»

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«Lo que nunca se imaginó Petrolini es que pasaría también a la posteridad retratado por una pura casualidad como Gastone en la portada de un disco de rock»

 

Los Faces fueron una de las grandes bandas de los primeros setenta, con Ronnie Wood y Rod Stewart en sus filas y con un directo apabullante. Su últimos disco de estudio, «Ohh la la», también esconde una historia…

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

Diseñador: Jim Ladwig.
Fotógrafos: Jak Kilby y Tom Wright.
Fecha de edición: abril de 1973.
Discográfica: Warner.
Productor: Glyn Johns.

Un simple correo electrónico puede acabar con una incógnita de varios años. Aquellos que tuvieron que ver con la portada del cuarto disco grabado por la banda británica Faces y algunos de sus seguidores promovieron en su día una campaña para saber quién era el protagonista de aquella imagen, pero no hubo suerte. Sin embargo, la respuesta llegaría inesperadamente cuando todos ya habían perdido la esperanza y lo habían dejado por imposible.

Aquel disco había aparecido en 1973 y sería el último del grupo. Faces lo habían formado en 1969 tres de los miembros de Small Faces –Ian McLagan (teclados), Ronnie Lane (bajo) y Kenney Jones (batería y percusión)– después de que Steve Marriott los abandonase para formar Humble Pie. A ellos se unieron Ronnie Wood (guitarra) y Rod Stewart (voz principal), ambos provenientes de The Jeff Beck Group.

Entre 1969 y 1973 grabaron cuatro discos en estudio e hicieron numerosas giras por todo el mundo, convirtiéndose en una de las bandas más rentables por sus actuaciones en directo, y todo ello a pesar de que, como aseguraba Rod Stewart, “gran parte de nuestro mejor trabajo lo hicimos en el pub”. Desde el 2009 han vuelto a la carretera, ya sin Ronnie Lane, fallecido, y contando con Mick Hucknall (Simply Red) como cantante y Glen Matlock (Sex Pistols) como bajista.

Al mismo tiempo que el grupo triunfaba a principios de los años setenta, Rod Stewart iniciaba una carrera en solitario que se desarrolló en paralelo a la del grupo y que llega hasta nuestros días. En 1973, Stewart tenía más éxito en esta aventura que con su banda, con dos discos en solitario que habían triunfado tanto en su Inglaterra natal como en los Estados Unidos («Every picture tells a story», 1971, y «Never a dull moment», 1972), así como singles que habían llegado al número uno, como ‘Maggie May’ o ‘You wear it well’. Su distanciamiento de sus compañeros era claro, con lo que aumentaban las tensiones internas, y en los conciertos parecía que se les consideraba poco más que su grupo de apoyo.

La grabación de «Ooh la la» contó con la ausencia casi total de Stewart en el proceso creativo, tanto en la composición como en la grabación. Siempre fue considerado como un disco de Ronnie Lane, quien domina su segunda parte con composiciones propias, demostrando una valía como músico y compositor que más adelante continuaría en sus grabaciones en solitario. Glyn Johns, su productor, fue quien se encargó de apaciguar las discrepancias internas en el grupo; ya tenía experiencia en algo similar, ya que también había hecho lo propio en las complicadas sesiones de grabación de ‘Get back’ de The Beatles.

Poco después de la aparición de «Ooh la la», Rod Stewart lo calificó de apestoso en una entrevista para la publicación semanal británica «New Musical Express», añadiendo más leña al fuego al asegurar en otra entrevista a la revista «Rolling Stone» que podían haber hecho un disco mucho mejor. Quien más se irritó fue el bajista Ronnie Lane, con lo que poco después del lanzamiento del álbum abandonó la banda. Fue reemplazado por Tetsu Yamauchi, antiguo bajista de Free, y el grupo se mantuvo unido durante dos años y tres singles, pero «Ooh la la» fue su último álbum de estudio y el epílogo a sus años de gloria.

El título de este, su último álbum, no había sido inspirado, a pesar de lo que sería lógico, por la canción que le daba título y que cerraba el disco, compuesta por Ronnie Lane y Ronnie Wood, una reflexión acerca de vivir despreocupadamente y las inevitables consecuencias que ello trae a sus responsables. El título había partido de su portada, o al menos eso es lo que siempre ha mantenido su diseñador, Jim Ladwig, sin que nadie lo haya desmentido hasta ahora.

Jim Ladwig empezó trabajando para Mercury Records después de dejar el ejército en 1957. En poco tiempo estaría diseñando portadas para sus héroes musicales Sarah Vaughn, Cannonball Adderley o Quincy Jones, convirtiéndose con el tiempo en el director artístico y publicitario de la compañía. Era el trabajo con el que siempre había soñado. En 1968, un proveedor de imprentas llamado Don Hosterka le preguntó si quería unirse a él en un nuevo negocio, trabajando como diseñador autónomo para varias compañías. Ladwig no lo dudó y crearon Album Graphics Inc.

Basada en Chicago, la empresa se expandió al mismo tiempo que las discográficas fueron invirtiendo más tiempo y recursos en el diseño de sus productos. Su empresa, AGI Inc., sería una de las compañías punteras en este ámbito durante los años setenta. Además del diseño, Ladwig se especializó en envoltorios únicos y especiales: suya es, por ejemplo, la cremallera que acompañaba el pantalón vaquero de la portada de «Sticky fingers» de The Rolling Stones. Además, trabajó en álbumes tan relevantes como los dos volúmenes de «Use your illusion» de Guns N’ Roses.

Poco a poco llegaron los premios. Fue nominado seis veces a los Grammy por el diseño de distintas portadas: además del propio «Ooh la la» de The Faces (1973), la distinción le llegó por otras como «Greatest hits» de Bach (1963), «Compositions» de Anita Baker (1991), «Automatic for the people» de R.E.M. (1993) y «Complete Reprise studio recordings» de Frank Sinatra (1996). En 1975 Ladwig se llevó el Grammy por la cubierta erótica del disco «Honey» de Ohio Players, con una modelo desnuda cubierta de miel, portada que fue censurada en España por el régimen franquista. A finales de 1970, el equipo creativo de AGI era responsable de la producción de 750.000 discos al día. Su trabajo continuó en la era del disco compacto, en la que Ladwig, a diferencia de muchos de sus colegas, seguía viendo posibilidades para el diseño creativo; de hecho, él fue el creador del digipak en 1986.

Cuando le encargaron el diseño del cuarto álbum de Faces, el grupo se encontraba componiendo y grabando las canciones que incluiría. Ladwig, un coleccionista de todo tipo de recuerdos de papel nostálgicos, había encontrado un anuncio de pasta de dientes de 1930 con una foto de la estrella de la radio Fred Allen al que se le podía desplazar los ojos y la boca. Intrigado por el dispositivo que llevaba detrás y que permitía ese movimiento, el diseñador hizo un primer boceto para el disco de Faces de tamaño del anuncio. “Le mostré el envoltorio a Rod Stewart y Ronnie Wood, y Ronnie dijo: ‘Ooh la la’”. Ya tenían el título.

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Viendo que les gustaba la idea, Ladwig decidió que reemplazaría en la cubierta la cara de Fred Allen con una imagen victoriana de un personaje de vodevil que sacó de una foto de archivo y que coloreó, sin saber quién era aquel actor. Le colocó un cartón debajo de la cubierta que se podía accionar y que, al presionarlo en su parte superior, movía la mandíbula hasta sacarle una extraña sonrisa al retrato, desplazando sus ojos hacia un lado y cambiándoles el color, del marrón al azul.

El diseño les pareció tan impactante a los ejecutivos de marketing de Warner que comenzaron a enviar réplicas en miniatura de la portada como artículos promocionales, algo a lo que estaban bastante predispuestos tras el éxito del disco de Faces de 1971 «A nod is as good as a wink… To a blind horse». En España, sin embargo, se simplificó el diseño, eliminando el artilugio que lo movía.

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En consonancia con el título francés del álbum y con una frase de la letra de la canción ‘Ooh la la’ (“El cancán es un espectáculo tan hermoso que te roba el corazón”), Ladwig diseñó una cubierta trasera que muestra al grupo comiéndose con los ojos a una chica de piernas largas que baila cancán. Además, las primeras ediciones permitían también accionar la pierna de la chica para que esta se levantase. La foto la habían sacado de viejos retratos de bailarinas de las Tiller Girls, una compañía de Manchester de principios del siglo pasado. No pidieron autorización para utilizarla, así que corrieron el riesgo de ser demandados porque calcularon que la mujer rondaría entonces los cien años, de estar aún viva.

La contraportada mostraba los créditos del disco con cinco retratos al uso de sus componentes. En el interior, el álbum llevaba un poster con las letras de las canciones y un retrato del grupo tomado por Jak Kilby, fotógrafo que comenzó trabajando en la industria musical y que en los últimos años se ha especializado en proyectos en Oriente Medio y África. La instantánea que les tomó es bastante esclarecedora, por cuanto muestra al grupo rodeado de todo tipo de bebidas alcohólicas, su debilidad a lo largo de toda su carrera.

Durante años, nadie relacionado con el grupo sabía quién era el personaje de la portada, ya que no apareció acreditado en el disco. Por mucho que investigaron, seguía siendo una incógnita. Hasta que un día el teclista Ian «Mac» McLagan se encontró con un correo a través de su antigua página web (macspages.com) en el que un seguidor italiano del grupo le decía que había sido una buena idea que el grupo hubiera puesto en una portada suya a Petrolini. McLagan, que no tenía ni idea de quién estaban hablando, le respondió inmediatamente: “¿Quién coño es Petrolini?”

Ettore Petrolini (1884-1936) fue un actor de cine y teatro, además de dramaturgo, guionista y novelista. Es considerado una de las figuras más importantes del género italiano del avanspettacolo, el vodevil y la revista. Era notable por sus números de imitaciones y es también recordado por haber creado el personaje dadaísta Fortunello, entre otros. Hoy es reconocida su importancia fundamental en el teatro italiano, especialmente su influencia en la comedia del siglo XX.

Aunque empezó actuando en Roma en teatros de variedades y en cafés, Petrolini hizo giras con su primera pareja Inés Colapietro por América del Sur, actuando en países como Argentina, Uruguay, Brasil, México o Cuba, para viajar después por Oriente Medio y Europa. En 1930, con la llegada del cine sonoro, Petrolini volvió al cine como protagonista de Nerón, de Alessandro Blasetti, apareciendo en el film algunas de sus más famosas interpretaciones: el emperador Nerón, Pulcinella o Gastone.

Gastone fue su encarnación más conocida y la que más amaba, con la que más se identificaba. Cuando murió en 1936, a los 52 años, pidió que le enterrasen vestido con un frac del personaje, y así descansa en el Cementerio de Verano de Roma. Su busto está asimismo en el Teatro de La Scala de Milán. Lo que nunca se imaginó es que pasaría también a la posteridad retratado por una pura casualidad como Gastone en la portada de un disco de rock, «Ooh la la» de Faces, y mucho menos que llegaríamos a saberlo gracias a un correo electrónico.

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Depeche Mode, “A broken frame”.

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