«Han apostado por hacerse clásicos y por sonar actuales, por conservar la magia y hacerla nueva cada vez. Han apostado, sí, por la maestría»
The Birkins
«Châteaux en Espagne»
ELGENIO EQUIVOCADO
Texto: CÉSAR PRIETO.
The Birkins apuntan en su segundo disco mejores hechuras, más bordadas y mejor trabadas. Paso adelante para los canarios que ya apuntaban en su primera referencia que su personalidad se forjaba en disparar a direcciones muy variadas; el nombre del grupo ya señala un par de claves –música francesa y sesentas–, pero hay además modelos anglosajones y texturas actuales. Siguen en ello y lo amplían.
Pero antes déjenme hablarles de la canción, aquella en la que demuestran mayor depuración, haber asimilado todas estas influencias para filtrarlas y preparar un cóctel exquisito, con todos los aromas de un combinado clásico, algo nocturno, floral, con cuerpo pero ligero. Se evocan trazas de The Hollies, del glam teatral de Steve Harley, de los Tindersticks en esas trompetas. Y, sobre todo, un estribillo emocionante cantado a la vez con convicción y timidez. ‘Ophelia (just sing)’. Escúchenla, inolvidable.
Lástima de esta canción, porque el resto del disco, con tener grandiosos temas queda un tanto deslucido. Ahí están los cortes más atentos a las enseñanzas de Gainsbourg, la cinematográfica ‘Belle de jour’ con guitarras rugosas, certeras, que recuerdan lejanamente al ‘Harley Davidson’ o ‘Brouillon #2’, uno de esos dúos con una alianza entre la sensualidad y lo ingenuo. También el viejo canalla que aparece en ‘A. Rimbaud and his long way home’, recitador y grave.
Y también hay tiempo para pequeños paisajes que se extravían del camino, esa susurrante ‘La chatte de mon amie’, esos violines que pasan como una brisa por la piel, ese piano nada más que acariciado. También ‘Curtain call’, la veraniega tonada festivalera, con aires también de Costa Oeste, que acaba desbordando psicodelia. Buena señal, es uno de los pocos discos que necesito escuchar a la vez que hablo de él para la reseña, casi nunca lo hago y me baso en anotaciones, en impresiones que me han asaltado el recuerdo. Y mientras lo escucho pienso que, desde el anterior, en un año, han apostado por hacerse clásicos y por sonar actuales, por conservar la magia y hacerla nueva cada vez. Han apostado, sí, por la maestría.
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