«No sería honesto centrarnos solo en las letras de las canciones de un álbum que, como este encierra grandes melodías, pero la calidad de los escritos es tal y tan poco habitual en la época que se hace imposible no hablar de ellos»
Malconsejo
«Vivir bajo el agua»
ROCK INDIANA, 2000
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Cuando hace apenas unas semanas la formación definitiva de Malconsejo se reunían para celebrar en la Sala Costello de Madrid los veinte años de Rock Indiana, sus canciones volvieron a estar en boca de todos. Porque el grupo castellonense (al menos en esencia por lo que respecta a su creación, que no al origen de sus miembros), fue durante un tiempo la bandera del rock hecho con buen gusto. Con ese buen hacer al que Santi Campos, cabeza visible y principal compositor, nos ha ido acostumbrando a lo largo de los años. Una banda que apostaba por las letras trabajadas, las buenas melodías y las guitarras poderosas. Por eso es justo que ahora que el rock de grupos cantado en castellano vive un buen momento con gente como los propios Amigos Imaginarios de Campos, Egon Soda, Mucho, Zodiacs, y un sinfín de nombres, recordemos a aquellas formaciones que pusieron a finales de los noventa la semilla a todo eso, y Malconsejo, por derecho propio fueron uno de ellos.
Cuando en 1997 Malconsejo fichan por Rock Indiana para grabar su primer elepé, «Un día sin televisión», ya eran un nombre recurrente en los mentideros del rock más alternativo. Llevaban trabajando desde 1994, autoeditando prácticamente bajo el sello Maybe Tomorrow un primer minicedé, para dar luego rienda suelta a su creatividad en forma de singles diversos. La culminación a todo ello es la condición de finalistas que alcanzan en el prestigioso concurso Villa de Bilbao y el fichaje por la compañía, ahora veinteañera, afincada en Madrid. El hecho de que Vicente Ordoñez, convertido en Vincent Von Reverb, abandonara la banda se convierte en un lastre difícil que solucionan con el fichaje de Fernando Cabalo, ex Blood Filloas y Huéspedes Felices, que dará estabilidad a la formación junto a los fundadores Santi Campos, Íñigo Beltrán y P.P. Buonamisis. Ese equilibrio se manifestará en el que a la postre, y por desgracia, se convertiría en su último y mejor disco, «Vivir bajo el agua», que vería la luz en el año 2000.
No sería honesto centrarnos solo en las letras de las canciones de un álbum que, como este encierra grandes melodías herederas de lo mejor de Big Star o Raspberries, pero la calidad de los escritos es tal y tan poco habitual en la época que se hace imposible no hablar de ellos. A la siempre acertada pluma de Campos se le unen para la ocasión la utilización de algunos versos de Jorge Luis Borges para la canción ‘Adiós seguridad’ y de Pablo Neruda para ‘Cuando callas’. Santi, ávido lector (y ahora escritor) de poesía, apuesta así por la combinación de esta con su gran pasión: la construcción de hermosas melodías formando así un conjunto de temas adictivo sin perder ni un ápice de calidad. Colaboraciones como las de Enrique Monfort o Fede Albert en instrumentos poco habituales para la banda como el vibráfono o el piano acaban poniendo la guinda a canciones como ‘Nosoynosoynoestoy’, con su estribillo inolvidable, ‘Transparente’ con ese inesperado cambio de ritmo al arrancar, ‘Cuando callas’ con su alma soul o la directa ‘Perro de miel’, con un grupo sonando mejor y más poderoso que nunca.
La aventura fue corta, al menos en lo discográfico, pero su importancia como banda seminal está fuera de toda duda. Pusieron junto a otros la primera piedra de la efervescencia que hoy vivimos en la apuesta por el rock cargado de buenas letras y siempre deberemos estarles agradecidos por eso. Además lo hicieron con discos tan redondos como «Vivir bajo el agua», que trece años después sigue sonando tan bien como la primera vez. Y eso, amigos, no es fácil.
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Anterior entrega de Operación rescate: Los Bravos.
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