La edición del titánico DVD cuádruple titulado The biggest bang con el que los Rolling Stones coronan su exitosa última gira, es un buen momento para echar la vista atrás y contemplar en perspectiva la trayectoria de la banda más grande y longeva de la historia durante sus últimas dos décadas. Desde comienzos de los años 80 hasta ahora.
Texto: JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.
ANTECEDENTES
Los Stones iniciaron su errática trayectoria ochentera con el lanzamiento de Tattoo you, un trabajo de calidad pero plagado de temas repescados de anteriores épocas más fructíferas. En directo la banda mantenía un muy buen nivel y, pese a abarrotar grandes recintos, no eran considerados una banda legendaria, sino un grupo que envejecía con dignidad.
A partir de entonces entremezclaron discos mediocres como Undercover o Dirty work con trabajos en solitario de sus miembros en los que, curiosamente, mostraban un mejor estado de forma que en su banda madre. Las presentaciones en directo desaparecieron debido a las fuertes tensiones entre Keith Richards y Mick Jagger, que parecían rivalizar por tomar el control de un barco que hacía aguas por todas partes. Ron Wood sencillamente seguía siendo «el nuevo» y Charlie Watts pasaba por problemas personales que dejaban a los dos líderes solos en su pugna.
Pero tras la edición de sendos discos en solitario y con la astuta mediación de Wood, tanto Jagger como Richards parecieron relajarse, dejando de estrangular a la banda y permitiendo que esta respirara apuntando a un objetivo común: seguir siendo un grupo.
STEEL WHEELS
Correcto regreso apoyado por un extenso tour, aunque su sonido es demasiado deudor del arquetípico rock de finales de los ochenta. Buenas composiciones como «Terrifying» quedan empañadas por una producción demasiado aburrida y convencional que no permite a los temas brillar lo suficiente, aunque hay que reconocer que las interpretaciones de la banda no ayudan en demasía, siendo simplemente correctas. Así mismo, temas mediocres recibieron un tratamiento de cortesía, caso del incial e irregular «Sad, sad, sad», que incluso era interpretado en vivo. No obstante no nos engañemos, podríamos estar hablando de un gran debut si se tratara de una banda de principiantes, pero en el caso de los Stones sabe a poco. Aún así, ahí está ese vigoroso «Rock in a hard place» o «Slipping away», pieza que cierra el álbum con Keith Richards a la emocionante voz solista. Nuevo trabajo, excusa para girar y un grupo en escena que no acababa de engrasarse y que decidió llevar a un nuevo nivel el concepto de rock de estadio incorporando muñecos hinchables horteras que poco bien hacían al espectáculo. Pero si el nuevo disco no fue todo lo emocionante que se esperaba, el repertorio de la gira no defraudó, nutriéndose de los clásicos que el público deseaba escuchar y los Stones deseaban tocar tras años de ausencia, dando como resultado una gira de regreso histórica que les serviría para recuperar la fe en sí mismos como grupo de rock and roll.
Tras la edición de un anodino LP en vivo que titularon Flashpoint, Jagger y Richards aprovecharon para editar nuevos trabajos en solitario. Si bien, en los 80 Richards pulverizó a Jagger con su genial Talk is cheap, está vez fue el vocalista el que destacó sobre el guitarrista, publicando un Wandering spirit sencillamente impresionante que destacó por encima del Main offender de Keith, aunque se trataba también de un interesante trabajo. Por otra parte, es fundamental destacar que es este periodo el escogido por Bill Wyman para abandonar la banda, siendo sustituido en estudio y en directo por el bajista Darryl Jones, músico de gran nivel que se integraría como miembro de acompañamiento, no como Stone.
VOODOO LOUNGE
En 1994 los Stones editaron el que sería su mejor disco en la década de los 90, dejando claro que habían vuelto y no eran solo viejas glorias tratando de sobrevivir, sino que tenían aún mucho que dar. Voodoo lounge presentaba a unos Stones agresivos, rítimicos, dinámicos y rejuvenecidos. Con la ayuda del productor Don Was (una constante en su próximos discos), los ingleses remataron un trabajo en el que resultaba muy difícil destacar un tema por encima de otro. Ahí teníamos la maliciosa cadencia rítmica de «Love strong» (primer single), el dinamismo y energía de ese trío de ases conformado por «Sparks will fly», «You got me rocking» y «I go wild», el romanticismo de la balada «Out of tears» o el folk reactualizado de «Moon is up», «New faces» o «The worst», con un Keith lleno de sentimiento a las tareas vocales. Pero eso no es todo, sino que el guitarrista se reservó para casi el final el que quizá sea el mejor tema de los Stones con él a la voz solista. Me refiero a «Thru and thru», una intensa y solitaria balada de épico final que alcanzó la gloria años después con su incursión en el final de temporada de la premiada serie de televisión Los Soprano (sino que le pregunten a Quique González, reconocido fan tanto de la serie como de la banda y que ya destacó este hecho en las mismas páginas de EFE EME).
En lo que se refiere a la faceta estrictamente musical, Jagger cantó como nunca, con madurez y sentimiento, Richards y Woods retomaron el “feeling” perdido entrelazando sus guitarras como sólo ellos saben y Watts demostró porqué es el mejor batería del mundo, dotando de gran fuerza a las composiciones, variadas pero conectadas entre sí. El sólido y genuino sonido Stone estaba de vuelta: ágil y grueso.
La gira fue un éxito, con un curioso escenario del que se erigía una enorme «serpiente metálica». Esta vez los temas nuevos no desentonaban con los clásicos y la banda, con más confianza en sí misma y perfectamente compenetrada, comenzaba a jugar con su historia, introduciendo y sacando temas del repertorio y tocando viejos clásicos olvidados como «Rocks off» y su versión del «Not fade away», con el que abrían los shows. La categoría de los músicos de acompañamiento ayudó también a remozar los temas típicos, destacando como siempre el saxofonista Bobby Keys, los coristas Bernad Fowler y Lisa Fisher y el teclista Chuck Leavell (mano derecha de la banda en escena).
Los Stones volvían a ser la banda más grande del planeta, con espectáculos que rozaban las dos horas de duración y con una fuerte demanda a nivel mundial. Era el momento de hacer algo especial. Habían editado dos vídeos conmemorativos de la gira pero el nivel alcanzado durante esta les permitía preparar algo más interesante. Podían batir a cualquier banda en escena demostrándolo cuando quisieran.
STRIPPED
En lugar de grabar el típico MTV Unplugged, los Stones decidieron editar un álbum acústico a su manera. Para empezar, Stripped se trató de un trabajo semiacústico, donde las guitarras eléctricas también tuvieron protagonismo, combinando tomas en directo grabadas en pequeños clubs con íntimas sesiones en estudio. Así, publicaron un disco de altísimo nivel en el que repasaban algunos clásicos como «Wild horses» y «Angie», pero cuyo grueso fundamental lo conformaban temas ocultos en su discografía como «I’m free», «Shine a light» (con un solo de Ron Wood antológico) y versiones de Robert Johnson y Bob Dylan. El sonido conseguido en el disco era acogedor y brillante, una invitación para descubrir (o redescubrir) a la banda que, por otra parte, quedó plenamente satisfecha con el resultado. Además, en sus singles se editaron temas que no entraron en el LP y que deberían ser rescatados en alguna reedición, pues se trataba de material tan interesante como el incluido (estos cortes están recogidos en el pirata Stripped companion). En resumidas cuentas, un trabajo esencial.
Tras unos años de descanso con amagos de nuevas ediciones en solitario por parte de Jagger, la banda se reunió para volver a trabajar juntos. Quizá fueron los nuevos tiempos, quizá la ambición de Jagger y su obsesión por mantenerse siempre joven, pero su interés por sonidos modernos chocaron de frente con el clasicismo de Richards… y la prensa se enteró.
BRIDGES TO BABYLON
Un pequeño monstruo de Frakenstein, eso es Bridges to Babylon, un disco de éxito gracias a singles resultones que el gran público pareció apreciar pero que distaba mucho de ser una obra coherente. Por un lado damos con composiones aburridas como «Already over me», engendros como «Well as might get juiced» (los Stones haciendo música industrial) y singles vacíos como «Saint of me» (que no cuenta ni con la guitarra de Keith) o «Anybody seen my baby» (en la que plagiaron a K.D Lang teniéndole que ceder royalties). Lo cierto es que, siendo justos, el LP también contenía temas notorios de calidad, caso de «Flip de switch», «Out of control» o «You don’t have to mean it», que subían la media del trabajo. Si bien Jagger aportó comercialidad fría (más de una de las canciones estaba pensada para un disco en solitario), Keith bajó la guardia y aunque incorporó temas destacables, tampoco se mostró particularmente inspirado. Un mar de productores, un conjunto de canciones inconexas y dos direcciones encontradas que dieron como resultado un trabajo mediocre pero de cuidada producción, que cautivó al mundo mediante singles que sonaban a fuegos artificiales y de los que sólo podemos salvar la ejecución de la banda que, eso sí, fue impecable.
Puede que las tensiones fueran simplemente creativas y Jagger y Richards tengan una mejor relación de la que la prensa quiere mostrar muchas veces, pues la gira de presentación del disco trajo consigo a los mejores Stones, con una vitalidad en escena que impresionaba y que inmortalizaron en un DVD titulado como el disco. Algunos problemas de salud impidieron que actuaran en algunas fechas españolas, algo típico en cualquier tour y que en el caso de sus satánicas majestades fue criticado hasta la saciedad, quizá por tratarse de ellos. El disco en directo no se hizo esperar, fue bautizado No security y aunque no fue tan interesante como Stripped, sí presentaba buenas tomas en vivo, aunque bastante inconexas.
Fin de gira, disco en solitario de Jagger (el olvidable Goddes in the doorway) y humildes proyectos en solitario de Watts y Woods. Año 2002, hora de trabajar de nuevo, y esta vez sobre seguro.
FOURTY LICKS
Con tan afortunado título, el grupo presentaba en Fourty licks una recopilación compuesta por cuarenta temas pertenecientes, y he aquí la novedad, a todas sus etapas discográficas. Los Stones celebraron su cuarenta aniversario y el mundo enloqueció. Se trata de un trabajo poco destacable si no fuera por los cuatro temas nuevos que incorporaba, dos discretos pero aceptables («Keys to your love» y «Loosing my touch) y dos bastante más destacables («Stealing my heart» y «Don’t stop»), de sonido clásico que dejaban intuir un buen momento en el seno del grupo. Esto quedó patente durante el tour, uno de los más gloriosos y que volvía a superar al anterior, con aún más canciones rescatadas del olvido y con los hits de siempre, cuyo cenit cada noche era la interpretación de «Midnight rambler», con un Jagger excelso a la armónica.
Tras la agotadora gira, llego el cuádruple DVD Four flicks, en el que se recogía un documental del tour y tres conciertos, destacando especialmente el grabado en el Olympia de París, en el que ante un reducido público tocaron temas perdidos en su discografía como «Worried about you» o «Hand of fate». De los citados conciertos proviene el grueso de un “greatest hits” en directo que titularon Live licks y que se dividía en dos partes, dedicando un CD a grandes éxitos y otro a piezas más desconocidas. Agradable aunque no fundamental.
Parón y vuelta a empezar. El próximo disco tenía que estar a la altura de lo mostrado en el pasado tour conmemorativo y la química lograda entre los miembros de la banda podía ayudar. Charlie Watts superó un cáncer de garganta y con nuevos bríos empujó a la banda hacía donde solo ellos podrían ir.
A BIGGER BANG
Último disco hasta la fecha. A bigger bang se trató de un sobresaliente trabajo que volvía a colocar a los de Londres como banda de referencia para todos aquellos que aspiren a envejecer con brillantez y no sólo con dignidad. En un ejemplo de pésima memoria, algunos olvidaron el inmejorable Voodoo lounge y situaron la nueva obra como el mejor disco de los Stones desde Tattoo you, aunque no dejaba de ser cierto que se trataba de una brillante colección de canciones. «Rough justice», «Rain fall down», «This place is empty», son sólo algunos de los grandes cortes que A bigger bang encerraba, superando con creces a Bridges to Babylon aunque en su conjunto fuera inferior al citado Voodoo lounge. La variedad de sus anteriores obras se mantuvo aunque con un sonido más seco, con temas rítmicos y medios tiempos de calidad. Rock bien ejecutado, con arreglos clásicos que no sorprendían pero si agradaban.
La gira fue realmente controvertida. Por una parte la banda se mostró en perfecta forma física, pero la famosa caída de Keith Richards y la anulación de fechas españolas en dos ocasiones provocaron un verdadero estallido por parte de algunos indignados fans y por la prensa. A pesar de ello, el grupo trató de enmendar los fallos en la medida de lo posible mediante sus recientes conciertos en nuestro país.
THE BIGGEST BANG
Es de nuevo el formato DVD el escogido por la formación para dejar buen testimonio de sus periplos a lo largo del ancho mundo. The biggest bang es un apetitoso pack compuesto por dos conciertos practicamente íntegros (Río y Texas), diversas tomas en vivo en distintos lugares del planeta y un documental. Realmente es un formato muy parecido al del anterior Four flicks, por lo que han tenido el buen tino de escoger dos shows en los que el repertorio varía bastante respecto a los shows editados anteriormente. Es por ello que podemos hablar de un producto nuevo, cuidado y de una excelente calidad, tanto de imagen como de sonido. Los que duden del estado de forma de Keith Richards pueden contemplar con sus ojos como factura riffs y solos impecables. Dentro del apartado de curiosidades resulta interesante encontrarse con la señora Raitt cargándose «Shine a light» o con Eddie Vedder de Pearl Jam rindiendo pleitesía a Jagger y compañía.
Es destacable que en esta gira fue en la que más jugaron con su cancionero, llegando a interpretar multitud de temas distintos según que fechas, pues dominaban un repertorio muy amplio donde escoger entre clásicos, canciones menos explotadas y versiones, algo que actualmente hacen muy pocas bandas y que indica hasta qué punto siguen disfrutando de su trabajo.
EL FUTURO
Con constantes rumores de disolución –desmentidos por el propio grupo– verá la luz Shine a light, el film de Martin Scorsese en el que, entre tomas en directo, el grupo repasa su trayectoría mediante entrevistas con el afamado director. Se estrena el año próximo y supondría un perfecto epitafio en caso de que Jagger y los suyos decidan dar por finiquitada su carrera. Quizás a partir de ahora sólo tengamos noticias de los cuatro Stones a través de trabajos en solitario o puede que se dediquen a editar directos e inéditos… O puede que nos sorprendan con otro disco y gira. Al fin y al cabo cuesta imaginarse un mundo sin los Stones y ellos seguro que lo saben.
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