99 cent dreams, de Eli Paperboy Reed

Autor:

DISCOS

«El antiguo repartidor de periódicos busca y consigue sonar a soul sureño»

 

Eli Paperboy Reed
99 cent dreams
YEP ROC, 2019

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

El año pasado, aquel tipo de cara regordeta que nos sorprendió en 2008 con un bombazo como Roll with you, publicaba su nuevo disco, un Meets high & Mighty Brass Band en el que básicamente repasaba algunos éxitos de su discografía junto a la banda neoyorquina. Entonces escribí para Efeeme.com que «en el fondo, este es un trabajo de situación. Un trabajo en el que Eli vuelve a resituarse en el mapa, aunque no deja de ser también un álbum de revisiones de sus propios temas con alguna novedad. Pero lo importante es que hay fluidez. En una especie de contraste con la desnudez de su disco anterior, Reed se rodea de la exuberancia de la neoyorquina High & Mighty Brass Band, con sus vientos y su actitud desenfrenada para redescubrir algunas de sus propias canciones como “Come and get it”, “Take my love with you” o “The satisfier”». Es decir, algunos vimos en él un disco de recuperación. Y 99 cent dreams sigue el mismo camino. Para bien y para mal.

Grabado en los estudios de Sam Phillips, en Memphis, el antiguo repartidor de periódicos busca y consigue sonar a soul sureño. Eso sí, patina, como le suele pasar últimamente siempre en algún tema, cuando mete al rapero Big Daddy Kane en el tema que da título al disco, pero afortunadamente es algo puntual. Y no es aversión al rap, sino que seguimos preguntándonos qué pinta aquello allí. Poco problema, porque el resto del álbum fluye por los caminos esperados convirtiendo eso en una simple anécdota. Eli brilla en las baladas, un género que domina, como demuestra en especialmente en “Couldn’t find away”, aunque uno, sobre todo, se queda con los momentos en los que se acerca más al sonido de los grandes y, por ejemplo, recuerda al eterno Sam Cooke en “Said she would”. De todas maneras, y aunque haya aprobado con nota otro nuevo disco, es necesario pedirle al de Boston algo más. No vamos a conformarnos con pequeñas muestras de recuperación, porque esta se nos acabará antojando como una quimera. Así que, después de unas cuantas oportunidades, miraremos con lupa sus próximos pasos. Necesitamos saber si aquella irrupción mostraba su auténtico valor, y su posterior caída fue una mala racha, o si, por el contrario, sus destacables primeros pasos fueron flor de un día. Veremos.

 

 

Anterior crítica de discos: Across the borders, de Júníus Meyvant.

 

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