«A diferencia de los Arctic Monkeys, el líder de Elastic Band ha vivido bastante como para digerir a Bowie, a los Kinks y a Human League»
Elastic Band
“M oo D”
CHESAPICK
Texto: EDUARDO TÉBAR.
Elastic Band no se pueden permitir sacar un disco cada año. ¿La razón principal? El propio Pablo Román, que apuesta por la orfebrería sonora y los detalles de camafeo en sus canciones. Auténtica arquitectura de postal. Collages de sampleos en plan «low cost» que entrelazan décadas, tendencias, estilos y tímbricas. Pasando siempre, eso sí, por el filtro del pop.
El músico granadino, ahora apoyado en María Sánchez (Monalisa, Los Térmicos), pertenece a una generación educada con vinilos en el salón de casa. Pero se muestra coherente con el signo de los tiempos: escuchas aleatorias en Spotify, atracones de influencias atropelladas. A diferencia de los Arctic Monkeys, el líder de Elastic Band ha vivido bastante como para digerir a Bowie, a los Kinks y a Human League. También le sobra audacia para tratar de competir con las producciones sembradas de mixturas de las Rihanna, M.I.A. o Lily Allen. Vocación inteligente hacia el mainstream. Pero, ay, debemos recordar que estamos en el país que despreció un caramelo como ‘La revolución sexual’ para Eurovisión.
El debut de Elastic Band deslumbró por su innovación sónica. Los burbujeos hechizantes de una mandolina eléctrica conectada a un viejo sintetizador Arp Avatar, del que apenas se distribuyeron mil ejemplares en los 70. Un recurso tan trillado en el estreno que Pablo Román decidió desecharlo para este segundo álbum. “M oo D” se ampara en teclados y guitarras –acústicas y eléctricas de doble mástil–. Más neón y menos playa. Además, se suma orgulloso al largo revival de los tics ochenteros. Encontramos destellos de italo disco (‘Giving advice’), synth pop (‘Not there’) y champagne music (‘The way she moves me’). Por momentos, como si Brian Eno manipulara a Prince (‘The situation’). Como The Sleepy Jackson tratando con los primeros Byrds en California. Sensación de puzle polícromo presente en la portada, obra de Bjorn Copeland. Lustroso, a su vez, el resultado en la masterización del recién nominado a los Grammy Joe Lambert. Astuto, Pablo Román buscaba el barniz de los últimos trabajos de Deerhunter y Dirty Projectors. Un alumno aventajado.
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Anterior disco del día: The New Raemon, Francisco Nixon & Ricardo Vicente.