«Saludemos que algo que se gestó sin pretensiones, combinando sonidos en la soledad del buen gusto, haya llegado a producir una obra compacta, llena de amigos y emociones que llevan a las canciones hacia una maestría de artesano»
Quant
«Handmade, homemade»
ROCK INDIANA
Texto: CÉSAR PRIETO.
Aunque este sea su segundo disco, Oscar Quant es uno de los secretos mejor guardados del pop español. Cuando hace años me llegaron sus primeras canciones, en maqueta, fueron un luminoso impacto, y tan magnéticas que enredaron a una cuadrilla de músicos que conformaron lo que he dado en llamar “sonido Ferrol”. Canciones transparentes, vencidas por la alegría sonora y con los estigmas de todos los estilos que apostaban por guitarras y melodía como lo esencial: desde el bubblegum hasta Los Brujos, pasando por Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, por poner tres ejemplos aparentemente extremos. Ejemplo pleclaro es ‘Half remembered fairytales’, una caricia metálica con voces de los Happy Losers y arreglos de vientos y xilófono.
Y es que el disco está plagado de colaboraciones entre lo más granado del pop del noroeste, gente desconocida por el oyente pero de una prestancia y un gusto fuera de toda duda. Descubran: Boy Elliott voz en la mitad de los cortes y sobre todo en las tres primeras: ‘Revolution stars today’, ‘While you were sleeping by my side’ y ‘Groundog day’. Las tres un delirio de guitarras que disparan y se controlan, vibrantes, apostando por la alegría y la efervescencia, empapadas de los Beatles, de Badfinger o de P.J. Proby. Un Carnaby Street atlántico hecho de la pura esencia de lo clásico.
En ocasiones esconden algún huevo de Pascua en los tonos, texturas tropicales en ‘…After all these years’ o una psicodelia de escuela en ‘I hope you are happy now’. También en la querencia Who de ‘Noam Chomsky said’, con la voz bien calibrada de Roger de Flor, o en la dulzura folkie que es ‘Magic tricks’ con la de Amparo Arias. Y sorprende incluso en la versión del ‘Winterlong’ de Neil Young.
El segundo disco de Quant. Saludemos quizás que algo que se gestó sin pretensiones, combinando sonidos en la soledad del buen gusto, haya llegado a producir una obra compacta, llena de amigos y emociones que llevan a las canciones hacia una maestría de artesano. La verdadera presencia del talento al modelar la tradición.
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