«Luis G. ha transformado su Caballero Reynaldo en una formación folk, pero irónico como pocos, hundiendo raíces en tradiciones castellanas, como hicieron agrupaciones de la década de los setenta del siglo pasado»
Caballero Reynaldo y El Visionario de Lupa
«Nuevos romances antiguos»
HALL OF FAME
Texto: JUAN PUCHADES.
Luis G., desde Utiel (Valencia), ejerce de francotirador, vive agazapado en la sombra, pero disparando siempre certeros tiros que dan en la diana. Se mueve en silencio, fascinado por sonidos de toda índole que, disco a disco (habitualmente varios al año), cambian de género, decorado y argumento. Su caso es bien especial en el pop español y no se sabe a ciencia cierta si estamos ante un genio desbordante e incomprendido o ante un demente incontinente.
Ese atravesar géneros parece producto del que tiene mucha mucha música oída y no le hace ascos a casi nada (¡bien por él!), además, siempre parece estar atento a las últimas corrientes; así, no se le ha pasado por alto esa tendencia que desde hace unas temporadas abraza el folk, pero el de origen estadounidense. Sorprendido por ello, ha transformado su Caballero Reynaldo en una formación folk, pero irónico como pocos, hundiendo raíces en tradiciones castellanas, como hicieran agrupaciones de la década de los setenta del siglo pasado como Nuevo Mester de Juglaria o Nuestro Pequeño Mundo. Se suma a la tradición, pues, pero a la más próxima, a la más razonable y comprensible, como lanzando un bofetón ideológico con el que ruborizar al que desde Valladolid, pongamos por caso, se adentra en el country como lo más natural.
Para esta aventura, Luis G. ha contado con la complicidad de Manoel Maciá, y juntos han dado forma a textos que beben de la tradición romancera magistralmente puestos en pie mediante músicas de inspiración tradicional tratadas desde planteamientos pop. Es un enorme divertimento, ciertamente, pero también un homenaje a una vía sonora prácticamente cerrada en la música popular española, combinando esas influencias castellanas antes mencionadas con las lecciones desplegadas por Pentangle o, incluso, Jethro Tull. Todo ello desarrollado en una gran producción (hay que destacar el trabajo vocal, especialmente el de Marieta Tamarit) y por el puro placer de investigar en sonidos, casi como una broma, pero es que Caballero Reynaldo, esforzado creador, se toma las bromas muy en serio. El resultado es una deliciosa rareza que depara algunos momentos magníficos.
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