«Es un disco adulto, clásico y tan brillante que puede llegar al consumidor que se pierde entre coordenadas de géneros, pero disfruta simplemente con las canciones»
Eliah Smith
«Present»
AUTOEDITADO
Texto: CÉSAR PRIETO.
Las escuchas del disco de Eliah Smith han dejado en mí una convicción: si logra encontrar a su público, puede ser un enorme y firme éxito. Explico: el duo barcelonés –Mónica a las voces y Edu Hernández en la guitarra, aunque hay tres componentes más para el directo– parte en principio de personalidades que se mueven por coordenadas indies; Edu, por ejemplo, fue miembro de Peanut Pie y de Parkinson D.C. y el productor, Marc Barrachina de Facto Delafé y las Flores Azules. Así que todo hace pensar que el disco se adscribe a esta estética. Y no es cierto, es un disco mucho más adulto, clásico y tan brillante que puede llegar al consumidor que se pierde entre coordenadas de géneros, pero disfruta simplemente con las canciones. Analicemos.
En primer lugar el tono general de las canciones es de un elegante folk-pop, desnudo y acústico; pero en ocasiones la producción de Marc Barrachina las lleva a un terreno electrónico, así que en el disco conviven canciones a dos velocidades. Las primeras son de un clasicismo extremo, canciones de magia y fantasía que incluso se acercan en algún punteo de guitarra a la Incredible String Band –sucede en ‘On my own’, con esos coros medievales que se expanden– o a Claudine Longet y al twee pop a la vez, esta es ‘A nice day out’. En todas ellas la voz de Mónica es cálida y natural y se ve envuelta por la instrumentación más pulcra de todo el pop nacional, sostenida por miles de detalles pero con constantes y pequeñas calas en los arreglos. También entran en esta categoría ‘Open up your heart’ e ‘In the night’, pequeñas delicias campestres, de aire country y con voz plagada de fantasía.
Pero, por otro lado, a veces entra en juego la electrónica y con ella un tono cercano a las pistas de baile. Ocurre en ‘Silver’ y en ‘Bottomless’, canciones de una intensa elegancia, hermosísimas, con estribillos arrebatadores que se hacen enormes a medida que avanzan. Sin embargo, la verdadera joya es ‘Monkey’s Mind’ con el añadido de unos vientos oxigenantes, pero a la vez densos, si uno cierra los ojos y atiende al tejido instrumental, le parece casi estar en la génesis del sonido de Philadelphia.
Y nos dejamos para el final un verdadero juguete musical, ‘I won’t let you down’, a medio camino de ambos estilos y apartado de ellos. Es un jardín de sonidos que suenan a la vez adultos, infantiles y mediterráneos, como un híbrido entre Pascal Comelade y Carole King. Si tienen la mala suerte de no triunfar, den por hecho que de aquí unos años va a ser un disco de culto.
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