«Técnicamente lo que hizo el Grup Estel fue ampliar las posibilidades de los instrumentos al máximo (pedales fuzz y wah wah), mostrar por momentos ignorados ecos vocales del sunshine pop más asceta y barroco (Free Design) e imbuirlo todo ello de una indescifrable voluntad mística»
Grup Estel
«Nadal»
GUERSSEN
Texto: VICENTE FABUEL.
El incesante goteo de exhumaciones musicales al que un buen puñado de aficionados, pequeños sellos discográficos, tiendas especializadas de discos y clubes asisten tan alborozados como perplejos parece no tener fin. Bienvenidos sean todos estos reencuentros y loados todos aquellos que participan en este seductor rito «underground» que parece terminar con la obligada reedición de turno, pero que en realidad no hace sino dar paso a la búsqueda del siguiente disco maldito. Mucho más allá del estricto placer de tropezarte con músicas ignoradas durante décadas –créanme los no muy iniciados, a veces, al tropezar con una de ellas, puedes creer ufanamente que nadie en el mundo está en esa privilegiada torre– esta ceremonia de redención explica la maldición, la fugacidad y el desprecio que ha pendido sobre los creadores musicales menos accesibles de este país.
De lo que aquí hablamos es de un fenómeno local que viene ocurriendo desde hace ya tres lustros: docenas y docenas de discos rescatados de un olvido sistemático y que han sido puestos de nuevo sobre tu giradiscos (o lector de CDs) en respetuosas y cuidadas ediciones. Discos ilustres, hoy nadie duda de ello, pero sin títulos nobiliarios de antaño que hubiesen hecho algo por conservar su memoria. Cientos de canciones memorables creadas por músicos modestos que un buen día –quizás solo un buen día– se vieron tocados graciosamente por las musas. Se habla, simplemente, de una modesta pero obligada relectura de nuestra historia musical que intente reparar atropellos cometidos tanto por omisión como por defecto. Hoy hablamos del Grup Estel.
Formado por tres chicas y tres chicos, este olvidado grupo catalán supuestamente vocal en absoluto eran unos principiantes cuando debutaron. Dos de las tres chicas, las hermanas Mª Carme y Monserrat Ros, habían hecho diabluras ye-yés durante el periodo 65-68 como Hermanas Ros (Germanes Ros cuando cantaron en catalán) siendo su hit más recordado –e inequívoca declaración de intenciones– el corte ‘Estilo beat’ (Columbia, 1967). Tampoco ellos debutaban, el lado masculino del Grup Estel estaba basado en el grupo Symbolo, combo de escasa discografía y aún así autores del feroz número proto-soul ‘Jovencita’ (Vergara, 1969), compuesto y cantado por Jordi Vila (principal voz de los Estel), mientras que la otra composición de ese mismo single era del gran Josep Mª Bardagí, el guitarrista que indudablemente daría proyección psicodélica a los temas de esta feliz reedición.
“Nadal”, el disco recuperado por Guerssen, contiene música extraída del quinto álbum del Grup Estel (1973), íntegramente dedicado a canciones navideñas tradicionales y del que se han extraído aquellos cuatro temas con implicaciones psicodélicas más notorias. No sé si convendría olvidar que el origen de este disco no son más que villancicos populares y centrarse en el nuevo desarrollo que los Estel llevaron a cabo, o quizá no, al fin y al cabo uno de los (aún) más ignorados discos de los Beach Boys, no es otro que su fascinante “Christmas album” (1964). En cualquier caso, lo que sí hay que acotar es el definitivo paso adelante que este disco llegó a dar con este trabajo. A las típicas armonías navideñas, cándidas y evocadoras pero de limitado alcance emocional, el grupo catalán añadió el empaque y el mimo exquisito que se le presuponía a un grupo coral de altos vuelos, los brillantes arreglos vocales del mallorquín Antoni Parera Fons les dieron una extraña y sacra amplitud que probablemente pidió a gritos un nuevo acompañamiento instrumental que enmarcase y diese sentido a todo ello. Así se hizo y eso es justamente el glorioso punto de “Nadal” del Grup Estel.
El comienzo del EP con el tema ‘San Josep i la Mare de Deu’ lo explicaría todo. Si alguien nunca escuchó antes este villancico se topará de bruces con un exquisita melodía folk servida por voces embelesadas, el espectral climax creado por unas leves percusiones y un personalísimo arreglo ácido con la guitarra de Bardagí capaz de dotar a la melodía de origen de un aura absolutamente psicodélico. Pues eso mismo, pero multiplicado por cuatro es el contenido de “Nadal”, los cuatro cortes que conforman este imprevisto, pasmoso y supuesto disco navideño (¿?).
Técnicamente lo que hizo el Grup Estel fue ampliar las posibilidades de los instrumentos al máximo (pedales fuzz y wah wah), mostrar por momentos ignorados ecos vocales del sunshine pop más asceta y barroco (Free Design) e imbuirlo todo ello de una indescifrable voluntad mística, porque en realidad, ¿cuál pudo ser realmente el origen de este proyecto?, ¿qué sentido tendría esta radical nueva indumentaria sobre una imagen religiosa tan manida y tradicional?, ¿fue la búsqueda de un nuevo fervor espiritual o una simple y casual puesta al día? Aunque la música suele hablar más que elocuentemente, el factótum de esta experiencia religioso-lisérgica, el desaparecido mestre Bardagí (1950-2001), quizás hubiese podido añadirnos algunas interesantes reflexiones más. Un par de cosillas finales resultan obligadas: premio al sabueso que dio con la gema, la primera. La segunda, ni que decir tiene, confirmarles que a partir de ya, este insólito y olvidado disco extravagante pasa a ser un fuerte objeto de deseo. Suerte y… feliz Navidad.
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