«La idea de Coque Malla ha sido brillante: releer íntegramente, y en el mismo orden, su delicioso último disco pero en versión acústica, con esa desnudez con la que lo defiende en gran parte de sus directos actuales»
Coque Malla
“Termonuclear en casa de Coque Malla”
WARNER
Texto: JUAN PUCHADES.
La idea de Coque Malla ha sido brillante: releer íntegramente, y en el mismo orden, su delicioso último disco pero en versión acústica, con esa desnudez con la que lo defiende en gran parte de sus directos actuales, acompañado solo por su guitarra y la de Nico Nieto (que además colabora en los coros). Todo ello en una sesión registrada en vivo, en su casa, de la que ya dimos cuenta en EFE EME, ante muy poco público, buscando la máxima intimidad y complicidad entre músico, canciones y público.
Se trata de una grabación que nos aporta la posibilidad de descubrir los temas de «Termonuclear» en el hueso y apreciar cómo cuando las canciones son buenas no necesitan más que a un creador honesto para hacerlas andar solas, que con sentimiento y emoción se mantienen de pie y llegan a los corazones de los oyentes sin necesidad de aditamentos. Pero para eso es necesario sentir lo que se hace, saberse músico de verdad, haber parido las canciones, asumirlas como parte de ti. En este caso, además, hablamos de una remesa de temas que ya nacieron estrujando emociones, proyectados desde ese espacio inasible en el que brotan las canciones con voluntad de trascender.
Así, ahora es un enorme placer escuchar esta feliz cosecha, aunque amarga (agridulce como poco) en muchas de sus letras, con tal desnudez, y comprobar que temas tan rotundos como ‘Una moneda’, ‘Puede ser’, ‘Despierto’ o ‘Lo intenta’ siguen pellizcando con la misma intensidad, por momentos, casi más en estas tomas faltas de vestidos. Cortes con los que Coque Malla ha seguido caminando en solitario una senda que parecía imposible de imaginar en sus días junto a Los Ronaldos (y cuidado que el legado del grupo es rotundo y convendrá ir recuperándolo), pero que ya dejó clara con el excepcional disco-libro «Sueños» (2004). Desde entonces, aunque entrega nuevas obras con cuentagotas, todo han sido alegrías.
Para una escucha completa, y para poder apreciar todos sus matices, se recomienda oír un disco después de otro: primero el «Termonuclear» original y luego este «casero». Es un buen ejercicio. Como buena idea sería que más gente se animara a ofrecernos tomas alternativas de sus discos, en acústico o en maqueta, pues algunos paladares saben apreciar estos gestos.
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