«Un trabajo que sigue la línea definida por los Beatniks y también continuada por el primer Moris, de textos comprometidos, urbanos, bohemios, por momentos casi himnos de hastío y reivindicación juvenil»
La Barra de Chocolate
«La Barra de Chocolate»
MUNSTER
Texto: JUAN PUCHADES.
Un rock tan prodigioso como el argentino, ha dejado, desde luego, decenas de discos inolvidables a lo largo de su historia, de esos que engrandecen y justifican la pasión que algunos sentimos por él. Entre ellos, y adscrito a la primera generación, está el debut y obra única y homónima de La Barra de Chocolate, grupo liderado por Pajarito Zaguri (Alberto Ramón García), quien había destacado en 1966 al dar forma, junto a Moris, a Los Beatniks, el primer grupo en grabar lo que llamaríamos rock argentino o rock nacional (los primeros Gatos Salvajes serían, de alguna forma, la prehistoria) es decir una suerte de rock propio, identificable por su interés por desarrollar letras poéticas, alejados de los clichés del pop, y con sonido de inspiración rock, en muchas ocasiones hijo del blues-rock y del folk-rock.
La Barra de Chocolate, fue el proyecto personal de Zaguri, rodeado de músicos que tocaban en La Cueva (local porteño donde se hunden las raíces del rock de allí) y a los que convocó a grabar con él este álbum lanzado originalmente en 1970. Un trabajo que sigue la línea definida por los Beatniks y también continuada por el primer Moris, de textos comprometidos, urbanos, bohemios, por momentos casi himnos de hastío y reivindicación juvenil.
Ahora, en reedición del sello madrileño Munster, tenemos la oportunidad de aproximarnos a esta obra si no oculta, sí bastante desconocida, alejada de las primeras referencias de relumbrón del rock argentino (los formidables álbumes iniciáticos de Los Gatos, Manal, Moris o Almendra), de los que se aleja por su adentrarse, musicalmente, claramente en el beat garajero, el rock aguerrido, en la psicodelia, en el rock crudo, porque el sonido de La Barra de Chocolate, por momentos muy deslabazado, pero muy fresco, tiene poco que ver con el de sus contemporáneos (si acaso con Miguel Abuelo), y ahí reside gran parte de su encanto, y en su ejercer de puente de unión entre dos estilos, el beat y el nuevo rock. No es un disco que hoy resulte fácil, o que suene innovador, y hay que entender que sus intenciones son más importantes que el resultado; hay que situarlo en su tiempo, cuando sus proclamas juveniles eran algo rompedor (aunque hoy nos resulten caducas).
Esta edición se completa con ocho bonus inéditos, entre los que destacan delicias como ‘Un diablito en el cielo’, ‘Navidad espacial’, (la revolucionaria e insólita, para La Barra de Chocolate) ‘El pampero Libertad’ o ‘Presidente del país’.
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