«Varios testigos aseguraron ver a Jim Morrison subir a un avión la misma noche que murió. Infinitos Jim Morrison comenzaron a germinar por todo el mundo»
En el cementerio de Père-Lachaise en París descansan personajes ilustres como Honoré de Balzac, Maria Callas, Frédéric Chopin, Édith Piaf, Oscar Wilde o Jim Morrison. Lo que diferencia a este último de los demás es que su tumba quizá está vacía, ya que el líder de los Doors fingió su propia muerte para dejar atrás su vida anterior llena de excesos. Héctor Sánchez tiene las claves.
Texto: HÉCTOR SÁNCHEZ.
Jim Morrison se marchó a París para volver a empezar. Quería hacer borrón y cuenta nueva y dedicarse en cuerpo y alma a su poesía. También intentaba escapar de la justicia. Su desafortunada actuación en el Dinner Key Auditorium de Miami, el 1 de marzo de 1969, le costó cara. En dicho concierto, y después de llegar con retraso y borracho, Morrison se mostró violento, provocó a la policía quitándole la gorra a un agente, abrazó a un cordero vivo y soltó lindezas al público como ésta: “Sois una panda de jodidos idiotas. Sois una panda de esclavos, tío. ¿Cuánto pensáis que va a durar esto? ¿Cuánto vais a dejar que dure? ¿Cuánto tiempo más vais a dejarles que os intimiden? ¿Cuánto?… Quizá os encanta tener la cabeza metida en la mierda”. Por si no fuera suficiente, empezó a quitarse la ropa, simuló masturbarse y, para rematar, enseñó su miembro a los asistentes en un abrir y cerrar de ojos. No existen fotografías sobre este momento.
El resultado de este suceso no se hizo esperar. Al cantante se le imputaron los cargos de inmoralidad, comportamiento lascivo, exhibición obscena, embriaguez y escándalo. De todos ellos, el Rey Lagarto fue declarado culpable de los cargos de exhibición obscena y escándalo público y fue sentenciado en Miami a pagar una multa de quinientos dólares, a cumplir ocho meses de trabajos forzados, y a dos años y cuatro meses de libertad vigilada. Su abogado apeló, el caso se quedó abierto y Jim nunca cumplió su sentencia.
Cansado de sí mismo y de su imagen, Morrison siguió su camino de la autodestrucción: engordó tanto que ya no cabía en sus ceñidos pantalones de cuero y dejó crecer una barba muy poblada. El chamán del rock necesitaba un cambio de aires y París, la ciudad de los románticos y los soñadores, era el lugar idóneo para comenzar desde cero y ponerse manos a la obra con su producción literaria.
Así que, en marzo de 1971, Jim Morrison y Pamela Courson, su pareja y “compañera cósmica”, escaparon a la capital del amor. Aunque el Rey Lagarto se afeitó, adelgazó y vagabundeó por las calles parisinas en busca de inspiración, su estancia allí no fue tan idílica. En menos de cuatro meses, en la madrugada del 3 de julio, Pamela encontró a Jim dentro de la bañera. Parecía que estaba descansando, pero había muerto.
El fallecimiento del vocalista de los Doors planteó dos eternas cuestiones. La primera está relacionada con la causa: ¿cómo había muerto Jim Morrison? Oficialmente, el cantante sufrió un ataque al corazón. Sin embargo, existen respuestas de lo más variadas para explicar su paso a mejor vida: sufrió una sobredosis de heroína (que pudo pincharse o esnifar), sufrió una sobredosis de cocaína, se suicidó, fue víctima de una conspiración contra el movimiento hippie y el F.B.I. le asesinó, un espíritu de un indio le poseyó, le arrancaron los ojos y, por último, Patricia Kennealy, una amante despechada y bruja, realizó un rito de vudú y acabó con la vida de Morrison a distancia. Son muchas las explicaciones de la muerte del Rey Lagarto, pero la segunda pregunta anula directamente la primera: ¿de verdad está muerto Jim Morrison?
Los defensores de esta teoría encuentran pistas por todas partes. ¿Por qué no se le realizó ninguna autopsia después de morir? Pamela Courson tenía la respuesta: “Porque no quisimos. Queríamos dejar en paz a Jim. Murió pacífica y dignamente”. Solo Pamela y un médico cuyo nombre no se recuerda vieron el cuerpo inerte del cantante. Cuando Bill Siddons, el mánager de los Doors, viajó hasta París el 6 de julio, encontró el ataúd ya precintado y un ilegible certificado de defunción con la firma del médico fantasma. La Embajada Americana de París no recibió el certificado de defunción hasta el día 7 de julio y la noticia no se hizo oficial hasta el día 9.
James Douglas Morrison se unió al resto de celebridades en el cementerio de Père-Lachaise el miércoles 7 de julio de 1971. Ningún sacerdote obró una ceremonia. La despedida de Morrison fue íntima, sólo cinco asistentes lloraron la pérdida del músico y poeta: Pamela Courson, Bill Siddons, la cineasta Agnès Varda, Alain Ronay, un antiguo compañero de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles) y Robin Wertle, la secretaria de Morrison en París. La tumba donde se encontraba enterrado no se marcó hasta un tiempo después.
Sin embargo, varios testigos aseguraron ver a Jim Morrison subir a un avión la misma noche que murió. Infinitos Jim Morrison comenzaron a germinar por todo el mundo. El 13 de octubre de 1973, según los empleados del Banco de América, Morrison se presentó en la oficina para realizar unas transacciones y estuvieron charlando con él. En 1974, Capitol editó un álbum llamado “Phantom’s divine comedy” bajo anonimato en el que la voz del cantante recordaba a la del vocalista de los Doors (aunque en 1992 se desveló el pastel y el cantante resultó ser Iggy Pop). En 1975 se publicó “The band of America of Louisana”, un libro que se le atribuyó a la firma del chamán del rock. Para rematar, el 22 de octubre de ese mismo año, una emisora de radio, la WRNO de Nueva Orleans, consiguió una entrevista en exclusiva con el Rey Lagarto en la que explicaría los pormenores de su falsa muerte. La entrevista se emitió el 3 de noviembre pero las interferencias no ayudaron a aclarar si ésa era la auténtica voz de Morrison.
Pero dejando falsos Morrison aparte, ¿había sido capaz Jim Morrison de interpretar su propia muerte para huir de la vida pública? ¿Intentó alejarse para siempre de su imagen de estrella de rock para que le tomaran en serio como poeta? ¿O quiso escapar de la condena del incidente de Miami hasta que el caso prescribiera? El teclista de los Doors no dudó al pronunciarse sobre esta posible simulación: “Si existe alguien capaz de escenificar su propia muerte –conseguir un certificado de defunción falso y pagar a un médico francés–, y poner un saco de arena de ochenta kilos en un ataúd y desaparecer en algún lugar de este planeta, ese es Jim Morrison”. Tampoco se quedó atrás el batería, John Densmore: “Él era la única persona que yo haya conocido en toda mi vida lo suficientemente extravagante para atreverse a una movida así… capaz de irse a las islas griegas y no decírselo a nadie”.
Más que las islas griegas, África era un posible destino para el nuevo Jim Morrison. El cantante siempre estuvo fascinado por Arthur Rimbaud, el poeta francés que, después de abandonar su obra a los 19 años, se fugó a África para vivir de forma anónima como cazador y mercenario. No resultaba un acto descabellado fingir desaparecer del globo y convertirse en otra persona. El cantante aseguró a sus biógrafos Danny Sugerman y Jerry Hopkins que “era capaz de cambiar radicalmente de vida, reapareciendo en el papel de hombre de negocios con traje y corbata”. Además, en 1967, Morrison ya había hablado con Steve Harris, ayudante de Jac Holzman (jefe de la discográfica Elektra), sobre qué sucedería si Elektra extendiese el rumor de su prematura muerte; a lo que Harris respondió: “Es una buena idea, pero hay un pequeño problema: nadie sabe todavía quién eres”. Cuando Brian Jones murió ahogado en su piscina en 1969, el chamán del rock volvió a plantearse qué sucedería si él falleciera; como curiosidad, Jones murió el mismo día dos años antes y a la misma edad, 27 años.
Por último, el Rey Lagarto inventó un nombre ficticio para ponerse en contacto con sus amigos una vez lograra escabullirse de la fama y vivir pacíficamente en África como poeta: Mr. Mojo Risin’. Dicho pseudónimo era un anagrama de Jim Morrison, que ya había utilizado en la canción ‘L.A. Woman’. ¿Quién sabe? Quizá el vocalista de los Doors descanse en el cementerio parisino. O quizá ahora sea un poeta ermitaño que vive en el continente africano y que logró escapar del personaje excéntrico, de la estrella de rock, del chamán y del borracho que antes fue; pero Mr. Mojo Risin’ todavía no ha dado señales de vida.
Nos veremos en La Cara Oculta del Rock…
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Anterior entrega de La cara oculta del rock: Led Zeppelin y el incidente del tiburón.
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