Libros: «El pequeño libro de las nanas»

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«Las nanas son nuestra primera música, la que nos entrega directamente a la emoción. Y todo ello las ha castigado a un largo exilio escrito. Es poesía de mujeres, popular, infantil y doméstica: cuatro insalvables pecados»

Varios
«El pequeño libro de las nanas»
EL ALEPH

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Hace un par de años, y en cuidada edición de Carme Riera, apareció «El gran libro de las nanas», un volumen que con cierto rigor filológico recopilaba aquellas canciones de cuna que se habían recogido en cancioneros desde la Edad Media –tardía, no aparecían en su vertiente anónima y tradicional y la primera de autor es de bien entrado el XV– hasta la actualidad en libros de área culta. Ahora El Aleph ha decidido recortar para conseguir una edición más manejable, con ilustraciones de aire inocente y tierno –sin caer en la cursilería, muy bien resueltas– y destinada a un público no especialista, sí curioso.

El prólogo pone en su sitio la tradición, apenas inexistente. Las nanas es la verdadera poesía de cámara, de oscuridad. Si hay alguna palabra poética que sea comunicación esencial y mágica es ésta. Si hay alguna palabra que pueda prescindir de significado es ésta. De ahí el arrullo –hermosa fonética, tejida de viento– en el que la voz humana acoge realmente la naturaleza. Si hay alguna poesía que haga ensoñar directamente a su receptor es ésta. Nunca pensamos que las nanas son nuestra primera música, la que nos entrega directamente a la emoción. Y todo ello las ha castigado a un largo exilio escrito. Es poesía de mujeres, popular, infantil y doméstica: cuatro insalvables pecados.

El volumen se divide en cuatro partes. La primera acoge coplas que ya en el siglo XX algunos filólogos recogen de la tradición popular, la segunda versiones anónimas «a lo divino», la tercera las escasas manifestaciones que se producen en el Siglo de Oro y la cuarta, la más larga y densa, poemas de autor desde el XIX. Lorca, Celaya, Miguel Hernández o Gloria Fuertes conviven con poetas menos conocidos y especializados en su composición como José María Lopera o Luisa María Martín Alonso.

Con excelente criterio, la obra no olvida que las nanas son una poesía esencialmente para ser cantada, si no se moldean en melodía pierden cualquier sentido. Así que se acompaña de un CD en el que Carmen París recobra algunas ya aparecidas en boca de Camarón o de Serrat y ofrece instrumentación nueva para otras, algunas versiones son jazz estándar, otras quejido flamenco. No diré que sea una obra insustituible o necesaria, pero sí es esencial en casa de los que esperen o atiendan una cuna. Descubrirán verdades más auténticas, conexiones con más raíces que en cualquier manual de puericultura.

Anterior entrega de libros: “Libro”, de José Luís Peixoto.

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