«La cara perversa de personajes pop del siglo anterior ya de por sí perversos. Y entiéndase pop no en el sentido musical, sino como aquello que la cultura asimila en su fachada y no en su significado»
Jordi Soler
«Salvador Dalí y la más inquietante de las chicas yeyé»
MONDADORI
Texto: CÉSAR PRIETO.
Jordi Soler, novelista mexicano-catalán, tiene en promoción su última novela, “Diles que son cadáveres”, la peregrinación a Irlanda del francés Antonin Artaud –ya saben, el teatro de la crueldad, la renovación silenciada de la literatura en el XX– para devolver el bastón de San Patricio a su estatua de yeso. Pero al mismo tiempo, y como cara oculta, aporta “Salvador Dalí y la más inquietante de las chicas yeyé”, un libro que quizás pase desapercibido ante la abrumadora densidad de la novela, pero que merece comentarse.
Es un texto ligero en el tono, eso sí, lectura de espera y de café, pero lleno de una luminosa belleza, si consideramos que el negro puede iluminar. Porque es un libro negro, la cara perversa de personajes pop del siglo anterior ya de por sí perversos. Y entiéndase pop no en el sentido musical, sino como aquello que la cultura asimila en su fachada y no en su significado. Atentos al elenco: Charles Mason, Denis Hooper, evidentemente Elvis, Las Vegas, Nadia Comaneci, Andersen,… Situaciones siempre al límite de lo prohibido en ellos y en figuras más desconocidas como Guillermo III de Grau-Moctezuma y la Barcelona de los sesenta, la trágica vida de la poetisa Edna St. Vincent Millay o Lucía Zárate, la mujer más pequeña del mundo.
Caso aparte son los tres episodios de autorretratos en los que el autor se enfrenta a fantasmas de personajes que han sido: Hemingway y los pescadores de Cojimar, Françoise Hardy en Boadas y la habitación del viejo Dalí y, sobre todo, la relación con Oscar Wilde cuando el autor era agregado cultural de la embajada mexicana en Irlanda. Una crónica que se lee como un cuento de chuparse los dedos. Entren, pásmense y asistan a los más soberbios casos de mutaciones alucinógenas en el siglo XX. Y sobre todo, después del asombro observen cómo la desgracia a veces puede escalar a lo más alto para hacernos sangrar.
–
Anterior entrega de libros: “Mi planta de naranja lima”, de José Mauro de Vasconcelos