“A este disco no se le puede quitar ni un solo tema, todos son imprescindibles y conforman una colección perfecta, del primero al último”
Elvis Presley
“From Elvis in Memphis”
RCA, 1969
Texto: JUAN PUCHADES.
Es 1968 y Elvis hace tiempo que ha perdido el tren. La leyenda más grande de la historia del rock vive ajena al mundo exterior, en su burbuja, rodando varias películas al año a las que nutre de canciones registradas en sesiones rutinarias. No es más que una máquina que, para colmo, tampoco factura en exceso. El panorama del pop y del rock ha cambiado radicalmente y Bob Dylan, Beatles o Rolling Stones son estrellas ante las que palidece el conservadurismo del antaño provocativo Rey. Atenazado por los contratos firmados por la mano férrea del odioso Coronel Parker, Elvis no se siente feliz consigo mismo, quiere acabar con los rodajes de películas (infumables, la mayoría), necesita grabar canciones en las que pueda creer, historias emocionantes. El rey quiere volver a reinar. O por lo menos, quiere «ser» de nuevo.
Animado por el resultado del sensacional especial televisivo emitido en diciembre (hoy conocido como “68 comeback”), piensa que lo mejor es volver a casa. Así, catorce años después, en el arranque de 1969, regresa a unos estudios de Memphis, los American, propiedad de Chips Moman, quien junto a Felton Jarvis diseña, arregla y produce la treintena de temas que saldrán de aquellas sesiones, con músicos de la ciudad e imbuyendo a las composiciones (nuevas y versiones de clásicos del country) de profundidad soul; hasta el country se tiñe de negro. Y Elvis, consciente de lo que se juega y seguro de sus capacidades, logra que su voz conmueva en cada estrofa que interpreta, desde esos versos iniciales en los que parece hacerle un guiño a Memphis: «Tuve que abandonar la ciudad por un tiempo / dijiste que serías buena mientras estaba fuera / pero algo en tus ojos me dice que me mentiste». ¿Quizá habría que entenderlo al revés y eran los ojos de Elvis los que revelaban la infidelidad a la ciudad? Fuera como fuere, Elvis regresó y dejó un disco inagotable y glorioso en el que cantó con contención pero con una muy especial y sabia entrega, la del que reconoce que está en un momento único, que esta vez tiene las cartas a favor y no puede defraudarse a sí mismo.
Además, el equipo de instrumentistas y productores dotaron al material de un tratamiento excepcional en guitarras, órgano, coros gospel, cuerdas, los leves vientos… todo está perfecto, todo suena en su sitio y al servicio de una música prodigiosa que, enraizada en el soul de Memphis, el que eclosionó en el sello Stax, se desarrolla sinuosa, tanto en los cortes más negros como en los más blancos. ¿Canciones a destacar? ‘Wearin’ that loved on look’, ‘Only the strong survive’ (significativo título para Elvis en aquel momento: solo los fuertes sobreviven), ‘I’ll hold you in my heart (Till I can hold you in my arms)’, ‘Long black limousine’, ‘I’m movin on’… en realidad, todas. A este disco no se le puede quitar ni un solo tema, todos son imprescindibles y conforman una colección perfecta, del primero al último, ese que ha perdurado como pocos en la memoria colectiva, el monumental y lacerante ‘In the ghetto’, su canción más social, bordada con voz profunda y serena.
“From Elvis in Memphis” es una obra maestra (que puso a Elvis de nuevo en el mapa del pop logrando un éxito inimaginable para él entonces: treinta y cuatro semanas entre los LPs más vendidos), siempre considerada, mano a mano junto al debut de 1956, como la cima de sus grabaciones. Sin embargo, en lo estético, los planteamientos e intenciones de ambos álbumes no pueden ser más disímiles, lo que en uno es fuerza, fiereza y entrega casi sexual atronando desde los bafles, en el otro es terciopelo, seda, algodón e incandescente sensualidad. Uno es fruto del ímpetu juvenil, el otro de la sabia contención que otorga la madurez. Personalmente, hace lustros que no recurro al primero, pero raro es el año que no cae una escucha de “»From Elvis in Memphis” (mi favorito de su discografía, por supuesto). Un disco ideal para apagar la luz y, sin más, dejarse envolver por esa música celestial.
Anterior entrega de Operación rescate: Gary U.S. Bonds.
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