«Exquisita antología de la inabarcable obra de André Popp que ofrece la oportunidad de zambullirse sin red en un planeta musical de mil cabezas, un planeta a ratos candoroso e inocente, a ratos morboso e inquietante»
André Popp
«Popp musique»
TRICATEL/GREEN UFOS, 2002
Texto: VICENTE FABUEL.
De entre todo lo que este disco regala, que es mucho, lo primero es el nombre del artista. Para los neófitos curiosos, los mejores augurios tras el nombre de un músico lejano que simple y maravillosamente se apellida Popp, para los más veteranos, el reencuentro con una exquisita antología, en CD, de la inabarcable obra de André Popp (Fontenay le Conte, Francia, 1924), y con ello, para ambos, la oportunidad de zambullirse sin red en un planeta musical de mil cabezas, un planeta a ratos candoroso e inocente, a ratos morboso e inquietante. Todos los planetas del Popp chansonnier, del ilustrador de educativas epopeyas infantiles, del irredento fabricante de carnaza para modernas lolitas ye-yés, del Popp vanguardista y experimental, del sofisticado y mundano arreglista y compositor, de algunas de las mejores voces que tuvieron la suerte de cantarlo… ¿Esperabas menos de un tipo que se llama Popp?
Permítanme, sin más preámbulos, entrar apresuradamente en materia: veinte cortes, veinte, que recogen sin mayor olvido todas las épocas y facetas del gran músico francés. Tras una de esas «petit sinfonies» marca de la casa, la angelical ‘Ballade a la rose’, un brillante desfile de las tres lolitas que, quizás, mejor encarnan su lectura del género: Astrud Gilberto, Claudine Longet y Jeannette, las tres, en general, cantándolo con ese punto de aniñado ensimismamiento y la dosis justa de ausencia, la anglo-española Jeannette, en particular, con un tema en francés inédito por estos lares. La odisea continúa con el divertido «score» para las aventuras del Tintín fílmico o sus desvaríos experimentales con Boris Vian (‘Musique mecanique’), hasta llegar a dos de sus «highlights» más celebrados, los míticos álbumes «Delirium in Hi-Fi» (1957) y «Presenting Popppp» (1960), dos de sus internacionalmente más aclamados trabajos como inventivo y extravagante arreglista, dos obras maestras increíblemente jóvenes aún hoy, de expresivo título, sabias en maneras de introducir elementos, voces y efectos cotidianos en la música. Dos portentos de imaginación aquí representados por perlas como ‘Chasseur sachez danser’ (una auténtica cacería con los ladridos de perros más armónicos que se han oído), o sobre todo por ‘L´homme invisible’, un corte prodigioso que explica musicalmente el pleno encuentro sexual entre un hombre invisible y una mujer (¿?). Un tema que, así a bote pronto, me da que contiene los primeros jadeos y gemidos sexuales explícitos contenidos en una canción. Hummm…
Tras nuevas y memorables aportaciones al peculiar libro de estilo del lolitismo de Monsieur Popp, sendos cortes repletos de «charme» a cargo de Marie Laforêt y Francine Lainé (¡su tema se llama ‘Lolitíssimo’!), el CD llega con otro regalo impagable –confieso no haber tenido jamás ocasión de catarlo–, su disco del 74 «Mon cinema à moi», un repaso a sus doce actrices favoritas del momento en doce instrumentales más bien tórridos que de mantener el voltaje de los aquí representados para Claudia Cardinale y Laura Antonelli, se me antoja como un trabajo ya igualmente maestro.
Se despide uno de este viaje que comenzaba con su primer hit de 1954 ‘Les lavandieres du Portugal’ y que pasaba por su mayor éxito popular, el eurovisivo ‘Love is blue’ (1968), con una sombría pieza instrumental dedicada a Picasso en el 74, ‘Picasso blue’, un asombroso tema con un empleo del sintetizador Moog realmente sorprendente y que acaba dándole a esta reedición de André Popp, a esa conjunción mágica de voces y ecos musicales, ese regusto final que debiera de ser obligado en cualquier reedición histórica, la bendita sensación de que el oyente quiere más. Más Popp.
[Texto publicado originalmente en EFE EME 37, de marzo de 2002.]
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