«Aunque a Spector la vocalista le Turner pareció ideal, una hembra volcánica y excesiva en casi todo, piernas y trasero incluidos, una fiera vocal apenas controlada por las manos de su marido, el guitarrista Ike Turner, que enseguida quedaría apartado de la grabación simplemente por innecesario»
Ike & Tina Turner
«River Deep-Mountain High»
LP: PHILLES, 1966
Una sección de VICENTE FABUEL.
Producida por HBO, bajo guión y dirección de David Mamet y el concurso de Al Pacino como protagonista principal, se anuncia la inminente biografía fílmica de Phil Spector (New York, 1940). Babeo de gusto ante ese pequeño acontecimiento sobre tan controversial personaje, perfecto epítome del músico norteamericano triunfador: joven, ambicioso, visionario y cargado de egos y lugares oscuros por todas partes. Sobre su aportación artística podría decirse que técnicamente su ideario consistía en lograr que la voz solista principal lograr un hueco entre docenas y más docenas de instrumentos y voces luchando por hacerse un lugar en dos minutos aterradores de brutal competencia. No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que esa batalla musical escenificaba los anhelos vitales de un adolescente del Bronx neoyorquino, y si se quiere ir más allá y en cierta forma, una alegoría de la propia condición humana. Spector lo conseguía a menudo y el efecto fue fastuoso (¡pobre del que crea que las canciones solo explican lo que dice el texto!). Además, pocas veces se había escuchado nada semejante en el pop, y mucho menos que el que lo dirigía todo –sello discográfico, productor, compositor y manipulador de marionetas vocales– tuviese apenas veinte añitos de edad. Cuesta admitir que tamaño despliegue profesional cupiese en un cuerpecillo de apenas un metro con sesenta y cinco. Un sueño americano. Un reto para la HBO.
Aunque sus detractores insistían en que tras su faceta de productor no había más que un artesano pomposo y alambicado, no es cierto que Phil Spector hubiese trabajado siempre así, su obra es tan amplia y variada que solo padeciendo serios problemas de sordera podrían sostenerse ciertas teorías. Otros no opinaron del mismo modo: el músico Todd Rundgren, sin ir más lejos, probablemente uno de sus fans menos afectos, víctima quizás de una mal disimulada admiración, definió el trabajo del mítico productor en algo tan simple y mecanicista como superponer distintas capas instrumentales o vocales hasta arrinconar emocionalmente al oyente. “Si quieres sonar como él …”, explicaba el ex Nazz, “… donde tenga que sonar un piano, pon cinco”. Supongo que tras los decepcionantes resultados de su propio disco “Faithfull” (Warner, 1976), un trabajo en cierta forma deudor de aquella ocurrencia teórica, incluso el feliz compositor de ‘I saw the light’ echaría en falta algo más de fuste en sus opiniones sobre el mítico creador del Wall of Sound.
Cuando Spector llega al proyecto “River Deep-Mountain High” salía de una de sus más logradas producciones de 1965, el ‘Unchained melody’ de los Righteous Brothers, tan exitosa (curiosamente, de inicio no era más que una simple cara B) e indiscutida como ya notablemente alejada del estándar de epopeya «teenager» que lo había encumbrado. Compuesta diez años antes y cantada no ya por distintas voces adultas (Al Hibler, Jimmy Young …), sino incluso por él mismo al frente de su primer grupo The Teddy Bears (LP: “Sing”, 1959), el trabajo de PS fue demoledor en todos los sentidos: no solamente crea el canon definitivo de la canción, ése que incansablemente nos persigue desde Whitney Houston hasta Celine Dion (¿qué harían sin él los alumnos de OT?), sino que abre una brecha insalvable entre la desarmante ternura juvenil de perlas como ‘(Today I met) The boy I’m gonna marry’ ‘Uptown’ o ‘Be my baby’, preclaros orígenes del genio, y los nuevos vuelos –¿podemos decir adultos?– que alcanzaría con el dúo Righteous Brothers, y cuyo ejemplo más nítido con ellos sería el espectacular melodrama gótico ‘You’ve lost that loving’ feeling’ (1964). Consciente de que en ese momento se había hecho mayor con apenas 24 años, el artista encaró su nuevo proyecto en busca de una voz redentora (finalmente la elegida fue la de Tina Turner) que le permitiese recuperar las sensaciones de antaño. Inexcusablemente, ese disco debería contener todos los Spectors posibles (¿les gusta el término Spectorama?), el PS tierno y el fiero, el adolescente y el adulto, el luminoso y el sórdido, que ya se encargaría –ufano, él– de trascender esas minucias en un año en el que habían aparecido (o iban a hacerlo) discos como ‘Like a rolling stone’, ‘In my life’ o ‘My generation’. Se albergan serias dudas de que este pequeño Dios desde su firmamento intuyese el alcance real de esas canciones, o quizás sí, y eso explicase la presión y la tremenda agitación que llegaría a impregnar su próximo trabajo. Frente a esos y otros demonios, Phil Spector entró en los estudios Gold Star de Los Ángeles en marzo de 1966 dispuesto a revalidar el título. O doble o nada.
Y entró con ‘River Deep-Mountain High’ en su cabeza. Obsesionado. Es decir, con una canción y un supuesto arrollador single, exactamente lo mismo que siempre había hecho hasta entonces. Ni sobre los compositores del tema (Jeff Barry, Ellie Greenwich y el propio Spector), ni mucho menos sobre los músicos notables del equipo (Jack Nitzsche y Leon Russel a los arreglos), cabía la menor duda, tampoco sobre Tina Turner, la cantante. Aunque no le sobraban colores a su paleta, la vocalista Turner pareció ideal para el empeño, una hembra volcánica y excesiva en casi todo, piernas y trasero incluidos, una fiera vocal apenas controlada por las manos de su marido, el guitarrista Ike Turner, que enseguida quedaría apartado de la grabación simplemente por innecesario. El único control posible sobre Tina quedaría en manos del productor, completándose la grabación en olor de asistir a un evento histórico de proporciones wagnerianas, al nacimiento de una gran epopeya sobre el amor con mayúsculas que supuestamente vendría a demostrar quién seguía teniendo las riendas del negocio. Finalmente el single saldría a la venta en abril de 1966.
‘River Deep’ no defraudó a nadie, entusiasmó en Europa (nº 3 en las listas inglesas y numerosísimas versiones posteriores) pero en los USA fue absolutamente ignorada. Nadie llegó a discutirla, nadie le buscó pero alguno, la indiferencia (llegó al puesto nº 88 de las listas) fue el único veredicto que logró tumbar la fe de su creador y que lo hundiría personal y musicalmente por lo menos hasta 1970 cuando logró conectar con el planeta Beatle. De pronto, terminar el LP dejó de tener interés y sentido (a salvo del “A Christmas gift for you”, en 1963, PS nunca había hecho un LP conceptual) para acabar completándose de mala manera: únicamente con cinco canciones bajo su producción, teniendo que llamar incluso al apartado Ike Turner para que se hiciese cargo de algunos de los temas restantes (que no eran sino viejos éxitos de la pareja de hacía años) y que el productor Bob Crewe rematara el resto. Chocando bruscamente con la realidad, el músico constató que su método había dejado de ser fiable, que el desajuste de intensidad le había jugado una mala pasada en ese escenario musical distinto y desabrido de 1966 que no parecía reconocer. La pérdida de confianza fue tal que los siguientes singles extraídos del álbum ni siquiera llegaron a publicarse en Estados Unidos: ni el febril ‘I´ll never need more than this’, lógica continuación de ‘River Deep’, ni el atronante ‘A love like yours’, ninguno de ellos gozaría de una segunda oportunidad en su propio país. Por último, la espléndida portada-puzzle diseñada por el actor y director Dennis Hopper lograría dar lustre y empaque a un disco tan maltrecho como inacabado, de hermosísimas heridas a pesar de todo, que curiosamente fortalecería las relaciones cinematográficas de ambos: Spector fue invitado a participar como actor en el primer y exitoso film de Hopper, “Easy rider” (1969), para terminar ambos por ir juntos a la quiebra económica con su segundo y alucinado “The last movie” (1971). Fin de trayecto.
Nadie sabe a ciencia cierta si los resultados de este disco le noquearon de por vida o simplemente le enseñaron que su tiempo había pasado, todo el mundo sabe que Phil Spector aún haría grandes discos en los 70 con Checkmates Ltd., Beatles, John Lennon, George Harrison, Dion di Mucci, Leonard Cohen o los Ramones, pero también es obvio que pocos de ellos aportaron novedades sustanciosas a la altura de cuanto había ofrecido años atrás, es más, frente a alguno de ellos ya surgía la duda de si su particular método de choque era oportuno o no. Y desde luego, tras ellos, todo ese penoso calvario posterior del músico –que se soslaya por lastimoso, bien conocido y porque la película dará buena cuenta de ello– y que ha dado con sus huesos en la cárcel. Suerte al viejo maestro porque en la vida real, fijo que lo va a tener más difícil que en la película.
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