«Cada cierto tiempo, las ondas francesas acogen a un nuevo Gainsbourg. Ciertos dejes o patrones hacen que los hilos tiendan al autor de ‘La javanaise’, y así ha sido saludado Arnaud Fleurent-Didier en su segundo disco bajo su nombre»
Arnaud Fleurent-Didier
«La reproduction»
SONY/GREEN UFOS
Texto: CÉSAR PRIETO.
Cada cierto tiempo, las ondas francesas acogen a un nuevo Gainsbourg. Ciertos dejes o patrones hacen que los hilos tiendan al autor de ‘La javanaise’, y así ha sido saludado Arnaud Fleurent-Didier en su segundo disco bajo su nombre y el primero que consta en catálogo de una multinacional. Continúa, eso sí, con letras de contenido político o que relatan pasiones extremas y rodeos magistrales en la texturas y los arreglos.
Es este envoltorio el que puede establecer puentes con el judío francés, actuar a su manera. Ya al abrirse el disco con el single, ‘France culture’ esas bases envolventes, ese recitado neutro y esos coros finales “flou” equivalen al entramado de ‘La ballade de Johnny-James’ o ‘Bonnye&Clyde”. Pero aquí acaba todo, las once canciones restantes acogen, con una amplitud de criterios poderosa, otras tradiciones. La de Jacques Brel, por ejemplo, al frasear a la manera belga en ‘Ne sois pas trop exigeant’
En todo caso, si hay un eje conductor en el disco este se acerca a la canción ligera francesa, la mejor de Europa después de los italianos. A ese filo entre grandilocuencia y emoción por el que se pasearon Yves Montand o Gerard Lenorman, a esos grandes arregladores de los sesenta que fueron François de Roubaix o Michel Colombier. Ocurre así en ‘My space oddity’, en ‘Mémé 68’, con su guitarra levemente hispana, o en ‘Si on se dit pas tout’ y la ligereza de su flauta pastoril. Aunque, desde luego, todo tiene un aire irremediablemente moderno que remite también a Air.
Por destacar un par de virtudes más viajamos a ese piano de tono festivo a lo Chevalier de ‘Imbecile heureux’ que en ‘Reproductions’ se transforma en hondamente dramático y cruje de pasión. O a lo mejor del disco, ‘Risotto aux courgettes’, construida desde una extrema languidez y poco a poco elevándose hasta hacerse envolvente. Cada canción, en esencia, resulta necesaria, un pedacito de una obra que, completa, es mejor que todos sus fragmentos juntos.
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