«Se convirtieron en uno de los máximos exponentes del llamado “Sonido Torrelaguna” gracias a su indudable talento y al trabajo del productor hispano-italiano Rafael Trabucchelli, capaz de recrear el sonido Spector»
Los Ángeles
«1967-1976»
HISPAVOX/EMI, 2000
Texto: LUIS LAPUENTE.
Entre 1967 y 1976, los discos de Los Ángeles dibujaron insólitos paisajes musicales, en los que primaban el gusto por la melodía y las armonías vocales bien construidas, los muros de sonido a lo Phil Spector y el difícil equilibrio entre las versiones de clásicos del pop y los temas originales.
En 1963, la escena pop de Granada se mueve al ritmo de los singles de Gelu, pero el futuro empieza a germinar en las voces entonces anónimas de Mike Ríos y Los Ángeles Azules, luego afincados en Madrid como auténticas estrellas del rock español de los años sesenta. Integran la primera formación de Los Ángeles Azules cuatro músicos granadinos: Alfonso “Poncho” González (voz, batería y armónica), Carlos Álvarez (guitarra solista), Agustín Rodríguez (guitarra rítmica) y Francisco Quero (bajo). Como tales, entre 1964 y 1966 registran un par de EPs en Phillips y un single en Berta, luego compilados en el elepé «Los Ángeles Azules» (Alligator, 1986).
En 1967, el cuarteto se traslada a Madrid, le quita el color a su nombre y se lo pone a su música. Fichan por Hispavox y se convierten en uno de los máximos exponentes del llamado “Sonido Torrelaguna” –por el nombre de la calle madrileña donde se ubicaba la compañía y su estudio–, gracias a su indudable talento y al trabajo del productor hispano-italiano Rafael Trabucchelli, capaz de recrear el sonido Spector en decenas de discos de artistas tan distintos como Jeanette, Raphael, Karina o Miguel Ríos. De la mano de Trabucchelli, Los Ángeles publican veintidós singles y tres álbumes en Hispavox, sembrados de gloriosas interpretaciones de éxitos foráneos (‘Escápate’, ‘98.6’, ‘Desastre minero, New York, 1941’, ‘El silencio es oro’, ‘Los dos tan felices’, ‘La ayuda de la amistad’, ‘Mañana, mañana’) y composiciones originales de Poncho González (‘Momentos’, ‘Mónica’), que hoy pertenecen al canon del pop español. En 1976, la carrera del grupo queda definitivamente truncada por la muerte en accidente de tráfico de Poncho González y José Luis Avellaneda —que había sustituido en la guitarra a Agustín Rodríguez—.
Esta deliciosa antología de su época dorada —treinta y una canciones en dos CDs— permitió recuperar en todo su esplendor a una de las grandes bandas de nuestra historia.
[Texto publicado originalmente en EFE EME 25, de enero de 2001]
–