«Paul McCartney es uno de los mejores críticos de su obra, y cuando le preguntan por sus mejores álbumes, no duda en señalar dos por encima de todos los demás: El primero en solitario, ‘McCartney’, y el tercero de su aventura con Wings, ‘Band on the run».
Paul McCartney & Wings
«Band on the run»
EMI, 1973
Una sección de LUIS LAPUENTE.
Siempre fue mucho más fácil criticar a Paul McCartney que a John Lennon. Blando, burgués, orgulloso, conservador, pachanguero, pagado de sí mismo, vengativo. Sí, puede que todos esos adjetivos le cuadren, pero yo prefiero guardar en mi memoria sus momentos más gloriosos, esa prodigiosa colección de pequeñas obras maestras de orfebrería pop que alimentaron la leyenda de The Beatles y que, tras la disolución del cuarteto, aplacaron la sed de sus admiradores en un puñado de discos en solitario o al frente de su nueva banda, Wings. De toda su producción post Beatles, yo me quedo con algunas canciones maravillosas desperdigadas en distintos singles y LPs, piezas tan irresistibles como ‘Another day’, ‘Band on the run’, ‘Let me roll it’, ‘Picasso’s last words’, ‘With a little luck’, ‘Goodnight tonight’ o ‘No more lonely nights’, modelos de inspiración melódica y delicado fervor pop.
Pero Paul McCartney es también uno de los mejores críticos de su obra, y cuando le preguntan por sus mejores álbumes, no duda en señalar dos por encima de todos los demás: El primero en solitario, «McCartney» (1970), y el tercero de su aventura con Wings, «Band on the run» (1973), que ha conocido un par de bonitas reediciones en CD, la primera (con un segundo disco incluyendo tomas alternativas y/o acústicas, maquetas y divertimentos varios, así como declaraciones del propio McCartney, de la malograda Linda y de amigos de la pareja relacionados con la grabación del álbum, como Dustin Hoffman o James Coburn), conmemorando el vigésimo quinto aniversario de su edición. Y la ocasión lo merecía, porque «Band on the run» es no solo el mejor trabajo de Paul, sino uno de los más completos firmados jamás por un exmiembro de los Beatles.
Registrado en los estudios de Ginger Baker en Nigeria por unos Wings reducidos a trío (Paul, Linda McCartney y Denny Laine) tras la sorpresiva deserción de Denny Seiwell y Henry McCullough, el álbum incluye algunas de las piezas más inspiradas del repertorio del ex Beatle, deliciosas baladas acústicas como ‘Bluebird’ o ‘Mamunia’, vibrantes números de pop pegajoso como ‘Band on the run’ y ‘Jet’, referencias a la época del «Abbey Road» como ‘Mrs. Vandebilt’ o la extraña ‘Nineteen hundred an eighty five’, guiños al rock sucio de la Plastic Ono Band de Lennon como la sensacional ‘Let me roll it’, preciosas estampas de pop sinfónico como ‘No words’, descargas de rock and roll a lo Berry como ‘Helen Wheels’ y divertidos collages como ‘Picasso’s last words (Drink to me)’ –compuesta a instancias de Dustin Hoffman tras la muerte de Picasso–. Empaquetado en una histórica portada (nueve reclusos descubiertos en el momento de escapar de prisión, con James Coburn y Cristopher Lee en papeles estelares), «Band on the run» sirvió también como curioso bálsamo de las deterioradas relaciones de Paul con John Lennon, que confesó en una entrevista a «Rolling Stone» su admiración por la obre del que fuera su compinche: «Band on the run’ es un gran álbum. Wings es una banda casi tan conceptual como la Plastic Ono Band. Los miembros de Wings pueden cambiar de un disco a otro, porque en realidad no importa quién toque, quién respalde a Paul. Puedes seguirles llamando Wings, pero solo es música de Paul McCartney. Y es una música excelente».
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