El disco del día: R.E.M.

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«Hacía mucho, desde los tiempos de ‘Automatic for the people’, que la mandolina de Peter Buck no tomaba tal protagonismo, signo de por dónde van los tiros de un álbum que anda sembrado de autocitas y guiños a un pasado glorioso, en lo que podría pasar por un divertido –porque los temas lo valen, todo sea dicho– juego de referencias para el seguidor de largo recorrido»

R.E.M.
«Collapse into now»
WARNER

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

No puede decirse que anduviéramos muy finos cuando, hace casi tres años, afirmábamos desde estas mismas páginas, que «Accelerate» (2008) era lo mejor que se podía esperar de R.E.M. a esas alturas. Cierto es que el listón del desangelado «Around the Sun» (2004) ponía el listón tan bajo que era fácil recurrir a la hipérbole. Pero lo que pocos podían aventurar ahora es que los de Athens celebraran sus treinta años de carrera subiendo la apuesta, con un álbum tan lustroso y ambivalente como éste. Aquel disco (decimos de «Accelerate») tenía el sonido y la actitud, pero le fallaba una materia prima que, compositivamente, no siempre rayaba a gran altura. Su efecto inmediato fue la revitalización en directo de una banda que hacía lustros que no sonaba tan directa y certera sobre un escenario –se atrevían hasta con el ‘I wanna be your dog” de The Stooges–, pero su saldo no dejaba de sonar, salvo algún acierto puntual, a descafeinado «dèja vú» de los tiempos de «Lifes rich pageant» (1986). A fórmula sobreexplotada, con más oficio que ángel. Una receta digna, pero en exceso retroalimentada. Regurgitando sus propios nutrientes de forma cronológica, el siguiente paso, si nos atenemos a la lógica que dicta que nada como hurgar en el propio fondo de armario cuando ya no se está para epatar, era escarbar en sus primeros 90, su indiscutible pico de popularidad y su (¿también indiscutible?) cima creativa. Así que Jacknife Lee (Bloc Party, Snowpatrol o U2) repite a los controles, pero el diafragma se abre considerablemente merced a la diversidad de registros de una grabación llevada a cabo entre Nashville, Nueva Orleans y, cómo no, la eterna Berlín: esa bendita urbe de efectos benefactores, que tantos milagros obró en la carrera de Bowie, Iggy Pop, Nick Cave, Depeche Mode o U2.

Hacía mucho, desde los tiempos de «Automatic for the people» (1992), que la mandolina de Peter Buck no tomaba tal protagonismo, signo de por dónde van los tiros de un álbum que anda sembrado de autocitas y guiños a un pasado glorioso, en lo que podría pasar por un divertido –porque los temas lo valen, todo sea dicho– juego de referencias para el seguidor de largo recorrido. Porque si bien el stadium rock de ‘Discoverer’ y la robustez de ‘All the best’ o ‘Mine smell like honey’ seguirán nutriendo sus fornidos directos, sería absurdo negar que “Me, Marlon Brando, Marlon Brando and I”, o con más claridad “ÜBerlin”, nos tratan de recordar lo grandes que fueron ‘Drive’ o ‘Losing My Religion’. Que baladas al piano como ‘Walk it back’ intentan recuperar la calidez de ‘Nightswimming’. Y sería también estéril negar, entrando en el capítulo de colaboraciones, que aunque la guitarra de Lenny Kaye y los coros de Peaches contribuyen a hacer de ‘Alligator aviator autopilot antimatter’ un delicioso stomper, o Eddie Vedder aporte unos coros más bien ahogados a “It happened today”, es de nuevo la voz de Patti Smith la que cotiza al alza para recordarnos que una vez fueron la mejor banda de rock del planeta: ‘Blue’, celestial cruce entre ‘Country feedback’ y ‘E-Bow the letter’, eleva la cota de intensidad en bruto de «Collapse into now» al nivel de la estratosfera, perfilándose sin escollos como la gran gema del álbum con más alma de los de Athens en la última década.

Anterior entrega del disco del día: Los Alimentos.

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