«Un grupo increíble con el que alucinar con collares dorados, zapatones de plataforma, anillos de pedrería colorista, relojes áureos y patillonas imposibles. Pero, cuidado, sin más nostalgia que el homenaje a un estilo autóctono que hizo historia y que todavía tiene vida y es capaz de reinventarse para sonar nuevo»
Banda Achilifunk & Original Jazz Orquestra Taller de Músics
«Gitano real»
LOVEMONK
Todo parece apuntar a que la serie Achilifunk, ideada por el DJ, diseñador gráfico y productor musical Txarly Brown (Carles Closa) se queda en trilogía, y que este nuevo CD clausura una colección memorable que ha tratado de unir sonidos rumberos —y sus muchas variantes, derivados y ritmos hermanos o primos— con funk, soul y demás géneros negros ideados para las pistas de baile. De seguir adelante el invento, quizá lo haga por nuevos derroteros achilis aunque menos funk. Pero, por ahora, la secuencia ha tenido sentido, y mucho: El primer disco era un recopilatorio que nos trasladaba a la era de los pantalones pata de elefante, cuando inspirados rumberos (mayormente gitanos y catalanes) comenzaron a coquetear con la música negra cegados por el fulgor de las luces estroboscópicas. El segundo volumen, «Más achilifunk», se fue a la búsqueda de nuevas formaciones rumberas —y la recuperación de algún histórico— para remezclaras y lanzarlas así hacia el más allá bailongo.
Ahora, como tratando de alcanzar el final del bucle, la salida, la idea aumenta hasta lo inimaginable con la creación de una Banda Achilifunk, un grupo increíble con el que alucinar con collares dorados, zapatones de plataforma, anillos de pedrería colorista, relojes áureos y patillonas imposibles. Pero, cuidado, sin más nostalgia que el homenaje a un estilo autóctono que hizo historia y que todavía tiene vida y es capaz de reinventarse para sonar nuevo en esta reunión de algunos de los más notables jóvenes rumberos catalanes —Sam Mosketon, Miquel Serviole «Muchacho», Jack Tarradellas y Francisco Batista «Rambo»— junto a dos máquinas del ritmo funk como son Paco Manzanares «Mantecao» (de la Fundación Tony Manero) y Lalo López (de Nación Funk, Fundación Tony Manero, etc.). Al combo básico, que ya es de por sí una batidora imparable, se une la sección de vientos de la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics con sus diez componentes y dirigida por Vicens Martín. El Taller de Músics, además, también aporta al bajista (Isaac Coll) y al batería (Marco Losada). Todos juntos, y con producción de Mantecao y Miguelito Superstar (también de los Toni Manero) nos agasajan con una obra demoledora, de sonido exuberante, tanto que es imposible permanecer impasible durante su escucha: No queda otra que mover los pies y dejarse llevar. Y es que este es un CD sin fisuras en el que la rumba catalana se une con el funk, la música disco y el retro soul, ora más escorada hacia un lado, ora hacia el otro.
Como para dejar claras sus intenciones, «Gitano real» se abre con un clásico imbatible, ‘Cocos’, el super hit discotequero de 1977 de Los Amaya (incluido en el mismo LP que ‘Vete’), un temazo que aquí pareciera producido por el mismísimo Isaac Hayes. A partir de ahí, se van descolgando versiones y temas nuevos en un festín rítmico inigualable: ‘La lotería’ (de Muchacho; una rumba ortodoxa y académica, pero también ferozmente contemporánea), ‘I belive in miracles’ (adaptando a las Jackson Sisters al catalán, pero con mucho groove gitano), la descomunal ‘Feeling’ –un rock-funk-rap de Lalo lópez cantado por el siempre brutal Ramonet (uno de los pioneros de la rumba catalana) y por Soraya, nieta de La Selu e hija de Teresiya (otras históricas), ¡a la que apetece escuchar en un disco propio ya mismo!–, ‘La hija del panadero’ (otra creación nueva de Muchacho con vocación clásica. Un temazo), ‘Rumbita tru-la-la-la’ (interpretada en su día por Rumba Tres, aquí instrumental)… ¡Eh! ¡Alto! ¡Que estamos recomendando todas las canciones! Pero hay que entenderlo: todas son absolutamente adictivas (de la imbatible ‘Gitano real’, al rap de ‘Bombéalo’, con historia de la rumba catalana incluida, hasta llegar al cierre con una lectura instrumental del ‘Bad’, de Michael Jackson). También podríamos extendernos hablando de los arreglos magistrales y elegantes, del sonido incandescente, de los fenomenales vocalistas, de esas guitarras (eléctricas y ventiladoras) tan sembradas, de los vientos sofocantes, de una sección rítmica matadora, de la armonía entre gitanos y payos, rumberos y funkys… Pero no, que tampoco es plan. Baste decir que estamos ante un álbum inagotable y antológico, para no cesar de escucharlo, perderse en él y olvidarse de la crisis económica, la madre y el padre que engendraron a los mercados y la inutilidad de los gobiernos del mundo mundial. Porque si todo se cae, que al menos nos pille con «Gitano real» dando vueltas en el lector de CDs… siempre que la electricidad siga llegando a casa, claro; que nunca se sabe. En resumen, y parafraseando a El Fary, estamos ante un melocotonazo de miedo.
Para acabar, un deseo: Que la Banda Achilifunk y la Original Jazz Orquestra Taller de Músics tengan a bien reencontrarse en un próximo disco y el asunto no quede en una única obra aislada.
JUAN PUCHADES.
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Astrud & Col·lectiu Brossa
«Lo nuevo»
ELEFANT
No acostumbro a tomar como referencia las hojas de promoción que las discográficas nos envían a los críticos a la hora de escribir reseñas. Escucho el disco sin leerlas, porque opino que es mejor llegar a mis propias conclusiones y así evito estar condicionado por una información previa. No obstante, voy hacer una excepción con “Lo nuevo”, el disco que el dúo catalán Astrud, integrado por Genís Segarra y Manolo Martínez, han grabado con el Col·lectiu Brossa, un quinteto de jóvenes pero experimentados músicos de formación clásica. La nota de Elefant comienza con el siguiente verso extraído del tema ‘Lo popular’: “Porque lo viejo es lo nuevo y lo culto popular”, un verso que tras escuchar repetidamente el disco durante una semana, creo que define a la perfección el espíritu de este nuevo pero “viejo” trabajo de Astrud. Nos explicamos: “Lo nuevo” es en realidad una recopilación de los mejores temas del dúo como ‘Mentalismo’, ‘Paliza’, ‘La boda’, ‘Cambio de idea’ o ‘Noam Chomsky’ pero con un tratamiento completamente diferente. Aquí es donde entra en juego la pericia del Col·lectiu Brossa, que suman al sintetizador de Genís instrumentos de cuerda, zanfonas, acordeones o vibráfonos de una forma realmente sorprendente.
Así, el repertorio de Astrud consigue tener una segunda vida gracias a los complejos pero efectivos arreglos del Col·lectiu Brossa. La música popular y la mal llamada música culta (para mí toda la música es culta) se dan la mano en este singular encuentro entre una de las formaciones más rompedoras y desconcertantes del pop español y los inquietos miembros del Brossa. Otros artistas han hecho experimentos parecidos, como Elvis Costello con el Bronsky Quartet en “Juliette letters”, pero el tándem formado por Astrud y el Col·lectiu Brossa es más atrevido y vanguardista. Astrud se han sabido reinventar. Han aprovechado su “viejo” cancionero y lo han convertido en “nuevo”. Han transformado la música “culta” en “popular”, tal y como canta Manolo en el verso ya citado de uno de los dos temas inéditos de este disco, que abre un inmenso y calidoscópico horizonte creativo para Astrud.
ÀLEX ORÓ.
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Fred Wesley
«With a little help from my friends»
BHM/INDIGO MUSIC
El que fuera trombonista de James Brown en los célebres JB Horns consolida su carrera personal con este brillante trabajo que viene a rememorar las altísimas cotas alcanzadas por el funk y el soul en estos últimos 40 años. Por supuesto que a Fred Wesley también le puede un pasado todavía anterior en la “big band” de Count Basie y resulta muy difícil separar su camino del jazz, en perfecta alineación con sus viejos compañeros del metal. Lo cierto es que debe de ser el que mejor relación guarda con sus gloriosos camaradas, porque “With a little help from my friends” recoge composiciones tanto de Pee Wee Ellis (‘Spring like’) como de Maceo Parker (‘Homeboy’), algo no muy habitual en los discos de los otros dos. Ese título que apunta a Beatles hace referencia a la aportación de amigos como Nils Landgren (al que echa un pulso, trombón de por medio, en la robusta ‘Swedish funkballs’), el vocalista Willi Amrod (que le da a ‘Ashes to ashes’ ese punto de hip hop inevitable en este tipo de trabajos por pensar –innecesariamente– que de esta manera no van a perder el tren de los tiempos modernos), el bajista Dwayne Dolphin (autor de la sensacional ‘Palms up’), el batería Bruce Cox, el trompetista Paul Henderson o su propio hermano Victor, también al trombón.
Otros grandes hallazgos del álbum son ‘Obamaloo’ (con ese punto juguetón a lo ‘Cantaloupe’ y ‘Watermelon man’ del viejo Herbie Hancock) o ‘Everywhere is out of town’ (un sonoro y fornido rhythm & blues, de nuevo con Willi Amrod en la voz solista, pero cambiando radicalmente de tercio tras ‘Ashes to ashes’).
No abundan desgraciadamente los discos de trombón y después de esta suculenta ración, ¡queremos más!
GERNOT DUDDA.
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Honky Tonky Sánchez
“Esta tierra hostil”
MOLUSCO DISCOS
Canciones que sacuden las entrañas. Directas, displicentes, sin artificios ni circunloquios. Honky Tonky Sánchez es el alter ego de Carlos Sánchez, oculto durante años como guitarrista de Mercromina. Tras una extensa carrera a la sombra en la prolífica cantera albaceteña, nace el cantautor de folk de ultratumba que llevaba dentro. Una certeza: este disco tenía que ser grabado, debía publicarse y merece una oportunidad.
Desde luego, no está el patio para más hemorragias del ego. Absténganse los alérgicos a las almas atormentadas. Las composiciones de este Johnny Cash de La Mancha escuecen por su crudeza omnívora. El no menos típico fresco de perdedores, proscritos y desheredados emocionales se enmarca en un cancionero agreste, conducido por su voz arenosa y arrastrada, abarcando, incluso, terrenos fronterizos (‘El secuestro de Luis Morales’). Historias de sicarios y quimeras. De amor desperdiciado y males de Mankiewicz. El relato de ‘Pablo Borell’ –basado en la vivencia real de un indigente– impregna las dos caras del álbum. Para mayor condimento funesto, “Esta tierra hostil” se dedica a la memoria del baterista Toño Atiénzar, unos de los grandes maestros de la percusión en la escena manchega, que llegó a participar en las sesiones en La Sala de Máquinas.
Once temas que invitan a imaginar a Carlos Sánchez en un paisaje de cáctus. Y lo que molaría verlo a dueto con Chavela.
EDUARDO TÉBAR.
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Tom Bennet
“Trashboogaloo”
EUREKA
El panorama musical patrio está tan saturado de malos imitadores de Quique González y Andrés Calamaro que cuando uno encuentra un músico joven que no clona a los citados no puede hacer más que congratularse. Que nadie se equivoque, Quique y Andrés son dos artistas fundamentales, pero hay toda nueva generación de músicos que fusilan el estilo de ambos y que no hacen más que empobrecer el escenario.
En cualquier caso, Tom Bennet viene de otro lugar, de hecho podríamos definirle como un cruce entre Dave Gahan y Nick Cave. En escena es arrollador pero este debut tampoco se queda corto, reflejando su personalidad en cada una de las canciones que contiene. Pese a mi habitual reticencia respecto a los artistas españoles que cantan en inglés, los hay que bien merece la pena salvar de la quema y Bennet es uno de ellos. El tipo sabe utilizar el idioma, tiene una buena pronunciación y se inspira en fuentes distintas a las saturadas. Claro, que las canciones acompañan.
“Trashboogaloo” es nocturno, bailable y cool. También oscuro, rockero y tropical. Podría ser la banda sonora de una decadente Las Vegas y no revolucionará el rock and roll, pero sin duda es original y bastante divertido. Tiene groove, chulería y descaro. Guitarras de riffs clásicos se mezclan con bases rítmicas dinámicas sobre las que Bennet canta sobre su particular universo en low-fi. De todos modos, el disco no deja de ser como un pasaje para verle en vivo, ahí es donde uno aprecia a un tipo que cree en sí mismo.
JUANJO ORDÁS.
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Artaica
«Nits Cosides»
TEMPS RECORDS
Artaica son un grupo de folk, de esto no hay duda. Más de la mitad de las nueve canciones de su disco tienen origen popular. Lo que sucede es que las despojan de su vitalidad y su frescura, las visten con trajes de noche y llevan a fiestas de elegancia contrastada. Y casi parece inaudito que sean sólo tres instrumentistas y la voz desgarrada, oceánica, de María Aranda las que trencen tantos mimbres, las que creen estos aromas de oscuridad y sombras.
Porque los arreglos, aparentemente clásicos, son extremadamente apasionados y acompañan a la perfección unas letras que explotan lo más crudo de la poesía popular, aquello que ha permanecido escondido, y que recorren lo más trágico de la condición humana: incestos o muertes conforman el disco desde una visión de la vida que bebe de la tragedia como marca. Y es extraño que todo esto se enmarque en las pocas canciones centrales y derrame tanta consistencia porque tanto la primera como las últimas canciones hablan de la épica de lo popular, de una defensa embriagada de la tradición.
Todo en este disco apunta a la excelencia, a conseguir la forma perfecta y a ejercer un folk de cámara preciso y tierno. Lo hacen en ‘El mariner’, canción en que la vitalidad y el arrojo se han deconstruido para pasar a convertirse en vidrio desde el agua o en ‘Havanera dels peixets’, una canción desconocida de All Tall que viene a ser como ‘El tigre del Guadarrama’ en versión marítima. Y es que al fin y al cabo Artaica parecen unos Madredeus que miran al Mediterráneo, más cercano y lírico, más azul para sus canciones.
CÉSAR PRIETO.
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