«Un Páez que en estos días inciertos nos trae optimisto y vitalidad, con ganas de creer en los demás y de apostar por la vida: ‘Si no confías no vas a ser feliz […] El mejor momento está por llegar’, entona en ‘Confiá»
Fito Páez
«Confiá»
RCA/SONY
El último decenio creativo de Fito Páez, desembarco cinematográfico al margen, ha resultado bien curioso: pues desde la aparición de «Abre» (1999), y tras un periodo que se cierra con el directo «Euforia» (al margen queda el disco conjunto con Sabina), ha sido como que el rosarino ha ido despojándose de los grandes arreglos que fueron santo y seña –en un ciclo que podríamos definir como de barroquismo pop y que llegó a su cenit con el monumental «Circo beat» (1994)–; primero encontrándose de nuevo con el rock y el pop más inmediato en la trilogía conformada por «Abre» (1999), «Rey Sol» (2000) y «Naturaleza sangre» (2003); discos tal vez poco comprendidos en su día pero que van creciendo con los años. Luego explorando qué resultaría de dejar su música y su manera de interpretar con lo mínimo (piano solo o piano y cuerdas) en «Moda y pueblo» (2005) y «Rodolfo», con el intervalo marcado por «El mundo cabe en una canción» (2006) donde, de nuevo, se conectó a la red eléctrica.
Y eléctrico se presenta Páez en «Confiá», pero, novedad, rodeado permanentemente de unos exuberantes metales que parecen redirigirle otra vez hacia los días de los grandes arreglos y las sofisticadas producciones. Le conduzca esto hacia donde le conduzca en el futuro, este nuevo trabajo de Páez, lo que sí tiene es una fuerte impronta soul, con destellos funkys y jazz (entendido como lo entienden, desde el pop, los exquisitos Steely Dan), pero sin obviar, no puede ser de otro modo, el rock (buen ejemplo sería ‘La nave espacial’). Un Páez que en estos días inciertos nos trae optimisto y vitalidad, con ganas de creer en los demás y de apostar por la vida: «Si no confías no vas a ser feliz […] El mejor momento está por llegar», entona en la misma ‘Confiá’.
Una vez más Fito Páez se destapa como el músico privilegiado, uno de esos pocos elegidos que tienen la cabeza plagada de melodías perfectas e imaginativas, pues siempre parece que ande sobrado de ellas. Además, sabe de los géneros musicales y es capaz de comprimir rock, new wave, soul y gospel en un solo corte (‘La ley de la vida’), conoce la historia y, con gran parte del camino andado, todavía es capaz de admirar las obras de sus mayores y sumarlos a sus influencias (‘Limbo mambo’ bebe de Litto Nebbia, y uno no puede dejar de preguntarse qué saldría de un encuentro discográfico firmado mano a mano por estos dos creadores superdotados, con tantos puntos en común). Pero también está el delicioso Fito ligero, el que busca la diversión y puede ponerse retozón (‘M&M’, ‘En el baño de un hotel’) o firmar una pequeña genialidad tan bella como ‘London town’. Y luego está su voz, esa que canta hasta cuando respira.
Páez es uno de los rockeros –por ponerle un adjetivo, porque lo suyo es gran música popular contemporánea, sin demasiadas etiquetas– más lúcidos de Argentina, alguien con las ideas bien claras y los pies en el suelo y afortunado poseedor de una espesa mata de neuronas que peinarse cada mañana, pues sólo así se entiende que pueda ofrecer obras tan equilibradas y completas como «Confiá». Discos como este son de esos que apetece pinchar una y otra vez, hasta empaparse bien en ellos, hasta conocerlos a fondo y desentrañar todos sus misterios. Una lástima que no se incluyan las letras, que siempre contribuyen a facilitar la escucha.
JUAN PUCHADES.
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Outrageous Cherry
«Seemingly solid reality»
ALIVE NATURAL SOUND
Décimo disco de la Cereza Extravagante, de Outrageous Cherry, la banda liderada por el guitarrista, compositor y productor Matthew Smith. El invento se titula «Seemingly solid reality» y supone una vuelta a las raíces de la banda tras los devaneos glam de «Universal malcontents», su anterior disco. Así pues, Outrageous Cherry vuelve al pop de guitarras, espacial y psicodélico que tan buenos resultados le había proporcionado antaño y que les sitúo como uno de los puntales del indie norteamericano. En «Seemingly solid reality», no obstante, saben gestionar este «pisar sobre seguro» para intentar encontrar nuevas perspectivas a su calidoscópica propuesta. Así, en ‘Umbalanced in the City’ o ‘My ghetto’ reflexionan sobre la vida en la ciudad mientras que ‘Self-made monster’ es un introspectivo examen de conciencia.
En el disco también hay momentos en los que Smith saca a relucir todo su catálogo clásico de recursos sonoros, como en el caso de ‘Fell’, que recuerdan a las primeras grabaciones de la banda mientras que ‘Unamerican girls’ destaca por su poderío guitarrero. Pero en conjunto, «Seemingly solid reality» mantiene como denominador común ese viaje, esa expedición al interior del alma, no sólo por las letras de las canciones sino también por el tratamiento que reciben los instrumentos, especialmente la guitarra en canciones como ‘Forces of Evil’.
El resultado final no es tan aparentemente digerible como en anteriores trabajos. Hay que escuchar este disco con calma, darle más de una oportunidad para comprobar que, ni en el fondo ni en las formas, la propuesta de Outrageous Cherry no ha perdido ni un ápice de interés.
ÀLEX ORÓ.
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Billy Cobham
«Palindrome»
INDIGO
El batería por antonomasia del jazz-fussion de los 70 sigue tremendamente activo, con sus baquetas bien clavadas en los elegantes patrones de aquella década y su vigor asincopado. Billy Cobham no para, manteniendo abiertas hasta dos líneas de trabajo paralelas. En la serie «Drum’n’voice» (que va ya por su tercer volumen) se deja llevar por el encanto nostálgico del funk-soul de los 70 y primeros 80 y se pone a merced de los hermanos Nicolosi (del grupo Novecento) y su generosidad con unos cuantos invitados afines.
Pero luego está la serie «Fruits», que va también por su tercer volumen, que es el disco que nos ocupa. «Palindrome» es enteramente instrumental y, como una constante en muchas realizaciones anteriores, Cobham aprovecha para regrabar viejas piezas e introducir nuevas composiciones. ‘Moon germs’, por ejemplo, estaba en su «Total eclipse» de 1975 y marca la línea mayoritaria de todo el trabajo, con su tremenda base funky, riff de guitarra y sintetizadores y los metales bien encendidos. Tampoco es nueva ‘Two for Juan’ (de su álbum «Picture this», de 1987), con un interesante intercambio de improvisación instrumental y riqueza melódica, a lo que no es ajeno el uso de sus tan habituales y tropicales «steel pans». Entre las nuevas composiciones se puede destacar «Isle of Skye», con su mezcla de groove y elementos latinos.
Hace tiempo que Billy Cobham aprendió a conjugar su obsesión por el pasado con una puesta escénica acorde con la actualidad, lo que le pone muy a la altura de las expectativas.
GERNOT DUDDA.
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The Pinker Tones
«Modular»
PINKERLAND RECORDS
Me vino casi como una de esas epifanías de las épicas antiguas, sin esperarlo. Era el mismo día que repartían todas las copias de su cuarto CD por metros y otros lugares subterráneos y yo, apretado por asuntos que me reclamaban desde primera hora en la universidad no intenté ni buscarlo. Y, felizmente sentado, cinco minutos antes de las ocho, en uno de esos muros que circundan escaleras, lo vi. Lo vi quiere decir simplemente que esperaba que abrieran y no estaba y me levantaba para entrar y sí estaba. Cuestión de un minuto, quizás unos estudiantes a los que ya les vino en el viaje y no sentían suyo el disco.
El caso es que de The Pinker Tones guardaba gratos recuerdos y nula información. Alguien, poco antes de que sacaran el primer disco, me había dicho que había unos barceloneses que estaban supremos. Poco después iba advirtiendo que aparecían escasamente en los medios de información y si lo hacían era para destacar que su presencia en el extranjero era constante y modélica, 150.000 discos parece que han vendido. Nada más, busquen en nuestra revista y se darán cuenta de lo poco que cuentan para ser un grupo que rompe la pana en Europa.
Así que reseñar un disco suyo era casi una aventura, visto que casi nadie se preocupa de hacerlo en un grupo que –gluuuups– es de los importantes. Vamos a ello, pues. Miremos el buscador de nuestra revista: nada. De rebote un apunte Mr. Furia toca el bajo y produce algunas canciones de Delafé y las Flores Azules. Buen camino, porque hay evidencias de que han tomado nota de este suave rapeado mediterráneo para aplicarlo al elogio del recorta y pega como única actitud original en ‘Sampléame’ o a la convención como fracaso en ‘Sabiduría popular’.
Quizás fallen las letras, reiteraciones sin objetivo, pero a la que se tienen canciones tan gloriosamente pop como ‘Viajes’ es mal menor. ¿El resto?, pues variado y luminoso, desde himnos a la Game Boy hasta el folk galáctico de la acústica y preciosa ‘Friends around the world’, que mezcla a Bowie con Carole King, alguna miniatura atmosférica y relatos en inglés que como ‘Tokyo’ están al nivel de cualquier banda europea de aire ochentero.
Quizás derive este triunfo de su pretensión de hacer canciones para amigos, de hacer una maqueta. Porque esto es al fin y al cabo lo que pretenden, y así han llevado a cabo lo que grupos tan olvidados como Oviformia Sci quisieron hacer. ‘Estirado al sol’ lo proclama y guarda un leve, lejano aire a lo que hace treinta años se quiso hacer en el pop español y no se consiguió. Ahora, por fin, se ha logrado.
CÉSAR PRIETO.
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The Rubinoos
«Automatic toaster»
WILD PUNK RECORDS
La publicación de un nuevo trabajo de The Rubinoos es siempre motivo de alborozo. Pero el interés se multiplica cuando hablamos del primer álbum de los californianos tras diez años de silencio discográfico. «Automatic toaster» constata el excelente estado de forma que el cuarteto ha mostrado en sus dos recientes giras españolas. Tanto les gusta nuestro país que hasta revelan vivencias locales (‘Zombie night in Madrid’) y acuden al productor de Suzy & Los Quattro (Robbie Rist). Segunda juventud para estos abueletes gamberros, pioneros del power-pop americano, aunque fagocitados en su día por su propia languidez.
En cuestión de armonías vocales y talento compositivo, el combo de Tommy Dunbar y Jon Rubin mantiene intacto el numen de aquel efímero capítulo en plena efervescencia punk. Rebobinemos: sello Beserkley, factoría nuevaolera fundada por Matthew Kaufman en los setenta. Eran tiempos de lanzamientos hermosos (Jonathan Richman, Greg Khin). Los Rubinoos salvaguardaron desde el inicio una ofuscada aplicación como alumnos contumaces del legado de Small Faces, Hollies, Attractions o incluso sus vecinos The Raspberries. Ahora, la etiqueta granadina Wild Punk Records los devuelve a la palestra. Canciones de la vieja escuela como ‘Two guitars, bass and drums’, la melancólica ‘Same old heartache’ –catedral inmediata del género– o la versión de un comodín como ‘Black is black’ –la mejor adaptación que he escuchado nunca– merecen una oportunidad. En serio, no hagáis caso de la espantosa portada.
EDUARDO TÉBAR.
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Jason & The Schorchers
«Halcyon Times»
BLUE ROSE RECRODS
Da gusto ver el regreso de un grupo de este calibre. Jason Ringenberg, Warner E. Hodges y compañía han vuelto a reunirse tras unos largos años de silencio discográfico, cuando frenaron en seco mientras los años noventa se despedían y dejaban como herencia de estudio «Clear impetuous morning», después vendrían recopilatorios y directos varios. Una larga trayectoria les avala, Nashville los vio nacer con el country alternativo bajo el brazo en el ochenta y ahora están otra vez aquí porque sí, porque no sólo de los Drive-by Truckers vive el hombre y los tiempos con Emi y Mammoth terminaron.
Este nuevo balazo suena como tiene que sonar, como siempre supieron hacerlo tomando referencias de Lynyrd Skynyrd, Ramones, Cheap Trick o Gram Parsons, así que no sólo encontraremos southern-rock –banjo incluido– todo el rato, sino una cruda variedad incombustible abarcando un largo minutaje. Frenética apertura para ‘Munshine guy’ siguiéndole por el sendero ‘Gettin’ nowhere fast’, sensacional el mano a mano vocal de ‘Better than this’, ‘Golden days’ o ‘Mona Lee’, la cual roza el punk disparando contundencia con las seis cuerdas y el pegadizo estribillo. ‘Beat mountain’ y ‘Deep holly’ son las joyitas a tener en cuenta dentro del marco más folk-rock del disco que viene de la mano con ‘Mother of greed’, guardando entre sus entrañas de sonido una mandolina muy jugosa. Y por si esto no fuera suficiente, en su línea recta atacan con el fraseo de ‘Twang town blues’ dando alguna que otra colleja a la industria discográfica en forma de blues-rock. Sin olvidar el aroma Stone con el momento acústico en ‘When did I get so easy (Lie on me)’, y echando el cierre, ‘We’ve got it goin’ on’, para de dar la puntilla por si uno no se había dado cuenta de que Jason & The Schorchers tienen mucha más guerra que dar, le guste o no a más de uno.
CHARLY HERNÁNDEZ.
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Sôber
«De aquí a la eternidad»
UNIVERSAL
¡Regresaron Sôber! Un retorno agradable aunque predecible. Según Skizoo y Savia perdían fuerza a nivel popular se veía a la legua que una reunión de los madrileños era cada vez más factible. Ignoro cuales han sido las razones por las que Antonio Bernardini y Jorge Escobedo han decidido ondear la bandera blanca junto a Carlos Escobedo, pero lo que queda claro tras escuchar los dos temas nuevos incluidos en esta recopilación es que el trío sigue conservando la química que impulsó a Sôber como uno de los grandes grupos de metal de nuestro país.
Lo complejo de celebrar el retorno con un disco compilatorio es que ya se despidieron con uno de la misma categoría, por lo que han decidido incluir en este «De aquí a la eternidad» temas que no entraron en el antiguo y viceversa. Entre las novedades no sólo se encuentran las citadas inéditas (verdadero gancho), sino que también aparece un homenaje instrumental al fallecido batería Alberto Madrid (¡gran instrumentista!) y algunos remixes que ni en broma superan –ni igualan– a los temas originales. Eso sí, el DVD recopila todos los videoclips, algo que la banda nunca había hecho.
JUANJO ORDÁS.
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Varios
«Diggin’ down Argentina. Nuggets from the rioplatense scene, 1969-1975»
CRAZY APPLE BOUTIQUE
Poco podia imaginarse Lenny Kaye, el guitarrista de Patti Smith, que el encargo de Jack Holzman, fundador y presidente de Elektra Records hasta 1973, para que recopilara sus canciones favoritas de bandas norteamericanas de los sesenta crearía escuela. En 1972 se edito «Nuggets-original artyfacts from the first psychedelic era 1965-1968», un disco doble que reunia a una veintena de los grupos mas interesantes de ese periodo, pero no necesariamente a los que vendieron mas discos. No estaban los Beach Boys ni los Monkees pero sí los Sonics o los 13th Floor Elevators. Casi cuarenta años después el modelo de ese disco sigue vigente. En Estados Unidos, Rhino ha explotado el filón hasta la saciedad (el último lanzamiento es una caja de cuatro CDs titulada «Where the action is», que está dedicada a los grupos de Los Ángeles) y en muchos países pequeños sellos independientes han editado sus Nuggets patrios.
Uno de los últimos casos es el LP de vinilo que nos ocupa, dedicado a bandas argentinas. «Diggin’ down Argentina. Nuggets from the rioplatense scene, 1969-1975» reúne quince temas auténticamente fetén de bandas como The Gipsys, Los Fantasmas, Brujos, Bosques, Los Bárbaros y hasta encontramos a unos Them, que nada tienen que ver con el combo de Van Morrison. Todos ellos apuestan por la psicodelia descacharrante y alocada, por los mensajes de reivindicación juvenil y por un sonido realmente aguerrido. Algunas de las letras en castellano recuerdan a las de las bandas más bizarras españolas de la epoca, como en el caso de los versos de «Pero hay una melena» de los Wooky Toky. También podemos encontrar mensajes que intentan ser más trascendentes, como «Helena vivió sólo un día», de los Victoria, pero es en el apartado musical en el que más destaca este disco. Formaciones como Dinamita, en «Toma tu tiempo» o los Gypsys en la alocada «Kamasutra», ofrecen una gran solvencia instrumental y demuestran que los grupos argentinos de finales de los sesenta y principios de los setenta nada tenían que envidiar a los de los países anglosajones.
Al igual que los Nuggets americanos, esta recopilación de oscuros grupos argentinos es una auténtica joya arqueológica que puede servir a muchos aficionados al rock a conocer un pasado que merece la pena recuperar y quien sabe si puede ser el principio de un movimiento de revival en América del Sur, como lo fue el Nuggets de Elektra de 1972 para los grupos de garaje de los ochenta de medio mundo.
ÀLEX ORÓ.
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