Victoria Abril
“Enciende mi pasión”
EMI, 1998
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Corría 1978, y una Victoria Abril a punto de cumplir los veinte años empezaba a ser conocida por el gran público gracias a su trabajo como secretaria del televisivo “Un, dos, tres, responda otra vez” y a películas de cierto impacto para la época –especialmente “Cambio de sexo”, de Vicente Aranda–. Fue entonces cuando a algún avispado ejecutivo discográfico se le ocurrió que la actriz podía iniciar una carrera paralela como cantante, que no llegó más allá de unos cuantos singles. En 1998, EMI los recopiló en su serie Gold bajo el título “Enciende mi pasión” –edición limitada para coleccionistas, decían– y les añadió algunos títulos que permanecían inéditos desde entonces, completando un cedé de lo más kitsch, que reúne todas sus grabaciones previas a su intoxicación brasileña: el sonoro fracaso que supuso “Putcheros do Brasil”, editado en 2005.
El vehículo para el lanzamiento de Victoria Abril fue ‘Cuando tú me besas’, un juguetón tema de Jesús Gluck, tras la estela de las producciones de Rolf Soja que tanto éxito habían tenido en Europa un año antes en las voces de Baccara: ampulosos arreglos de cuerda, ritmos de baile y hasta una versión en inglés (‘When you kiss me’) para intentar el asalto al mercado continental. No funcionó, y la alternativa (tras el gracioso ‘Bang, bang, bang’) fue ‘Tú eres’, un dúo con Lorenzo Santamaría –que entonces todavía era alguien– inclinado hacia la canción melódica más estándar, que constató definitivamente la futilidad de seguir insistiendo.
La voz de la chica no era precisamente deslumbrante (aunque sí lo suficientemente sensual), y su trabajo como actriz empezaba a adquirir relevancia, por lo que el material ya grabado quedó en el archivo. Entre aquellas canciones se pueden encontrar delirantes lecturas del ‘Light my fire’ de los Doors (cantada en un inglés macarrónico y orquestada pensando en cientos de bolas de espejos), de ‘Killing me softly with his song’, ‘Parole, parole’, ‘Eso es el amor’ (sí, la que cantaba Manhattan Transfer) e incluso de ‘I was made for dancing’, todo un himno discotequero.
[Este texto es una versión revisada del publicado originalmente en EFE EME 6, de abril de 1999]
Tres décadas después, las canciones no pasan de la categoría de anécdota de época –hasta Bibi Andersen grabó un disco en aquellos años–, pero recuperan una faceta poco conocida de Victoria Abirl, que además luce preciosa en las fotos del libreto.
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