«Siguen recordando a Los Brincos y a Depeche Mode en un mismo tema. Permanecen The Cure, Surfin’ Bichos y Pixies como referentes cardinales. Sin embargo, descubren un enmarañado ramalazo a Wilco, cierta eclosión fronteriza estilo Calexico, el ondulante Oeste de Morricone y hasta la vertiente popular en una nana sudamericana»
Niños Mutantes
“Las noches de insomnio”
ERNIE RECORDS
Ahora ejercen de padres mutantes. Atrás queda la afectada reivindicación de Raphael con la que se les recuerda dese la anterior entrega. Los granadinos emprenden su tercer lustro en activo con su disco más variado y enérgico hasta la fecha. Afirmación que, tratándose de los responsables de “El sol de invierno” (2002), estimula bastante y pone el listón muy alto. Pero sí, “Las noches de insomnio” viene repleto de canciones poderosas. Hits potenciales y clásicos inmediatos que añadir a su ya envidiable repertorio. El álbum concentra todas las facetas del universo mutante e incorpora nuevos e interesantes puntos de vista. Hastío vital, demonios internos que aúllan en desvelos, responsabilidades paternales. Perspectivas sólo posibles cuando se está más cerca de los cuarenta que de los treinta. Ganan en madurez y, contra la natural decadencia que supone cumplir años, mantienen la vigorosidad y la pasión de los primeros días.
Siguen recordando a Los Brincos y a Depeche Mode en un mismo tema. Permanecen The Cure, Surfin’ Bichos y Pixies como referentes cardinales. Sin embargo, descubren un enmarañado ramalazo a Wilco, cierta eclosión fronteriza estilo Calexico –evocadoras esas trompetas del integrante de Eskorzo Jimi García–, el ondulante Oeste de Morricone y hasta la vertiente popular en una nana sudamericana. Por su parte, el batería Nani Castañeda se estrena como letrista en ‘La costilla’. Aunque, sobre todo, Niños Mutantes se muestran tan empáticos como en los momentos más inspirados de su poliédrica trayectoria. ‘Las chicas en bikini’, ‘Días complicados’, ‘Errante (canción mutante)’ o la pieza que da título al disco prometen el delirio colectivo en los próximos conciertos. Su vigilia ofrece intensidad a raudales.
EDUARDO TÉBAR.
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Los Punsetes
«LP2»
EVERLASTING
Los Punsetes son un grupo raro. Partir de esta premisa es la única manera de entender su propuesta en este segundo LP, una propuesta que no se aparta de los parámetros que se toman como indicio de normalidad sino que saca de ellos lo que tienen de oscuro, de oculto de feo. Tomemos como ejemplo la portada –obra de Joaquín Reyes– que no sorprende por la transgresión de lo aceptado sino por lo horrible que puede resultar a veces una escena cotidiana. O ‘Dinero’, corte cinco, con un solo de guitarra extraño en ellos y un pulsión por imantar billetes que no está muy lejana en su tono de las viñetas de Miguel Brieva.
Cuando estuvo de moda la palabra se los hubiera calificado de grupo «arty», tienen algo de nuevaoleros, algo de grupo noise de los 90 y unas letras que son aparentemente crípticas pero que resultan más luminosas de lo que parecen. Y que quitan la coraza a una realidad estúpida. En ‘De moda’ se ataca la necesidad de integrarse, en ‘Estilo’ la búsqueda de una personalidad que a lo mejor resulta inútil, en ‘La manera de acertar‘ se ven perdidos en un mundo sin referentes, sin motivos. Son las más nuevaoleras, las más inmediatas, las que recuerdan más a su primer disco y las que a este cronista le hacen saltar. Y no es que no sea efectiva la producción de David Beef, pero intenta abrillantar una crudeza que ya era perfecta de por sí. El final desmadrado en ‘El artista’ o en ‘Hospital Alchemilla’ alargan de forma correcta pero innecesaria las canciones, justamente a la manera de la banda sonora de los videojuegos.
Quedan quizás las canciones más extrañas, la que abre y la que cierra. La primera –‘Los cervatillos’– vuelve humanos los instintos y pobres las actitudes –“ellos no valoran tu conversación”. En ‘Cien metros para el cementerio’ ejercen un costumbrismo de la debacle, imágenes extrañas de mariposas que se extienden sobre el suelo. Los Punsetes saben que la idiotez se ha apoderado del mundo, y actúan de la única manera que conocen, con guitarras, bajo, batería y la voz de Ariadna. Hieráticos en escena, fríos en su esencia, trallazos contenidos, pop que devela lo que simplemente y en lenguaje común se llama falta de espíritu.
CÉSAR PRIETO.
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Midlake
The Courage of Others
COOP/NUEVOS MEDIOS
Viendo la foto de la portada de «The Courage of Others» nadie diría que el quinteto Midlake son de Texas. Oyendo el disco tampoco. Su tercer álbum abandona el sonido lo-fi, su admiración por Brian Wilson y los ambientes más cargados de sus anteriores entregas para explorar la herencia del folk-rock británico de finales de los sesenta y principios de los setenta. El sonido de «The Courage of Others» evoca a Nick Drake y a Magna Carta o Pentangle en sus versiones más telúricas pero también a los Jethro Tull sin excesos sinfónicos ni flauteros (esto último no debe tomarse necesariamente como un elogio).
Para este salto adelante (o atrás como se prefiera) Midlake han optado por utilizar sólo instrumentos orgánicos dejando de lado los sintetizadores analógicos. El resultado son momentos de nostalgia sentimental como “Acts of man”, el tema que abre el disco o la emotividad de “Trials”. También hay espacio para canciones que desprenden tristeza como “Winter dies” hasta completar un álbum con once canciones marcadas por unas bonitas armonías y la sólida y cálida voz de Tim Smith que convierten a «The Courage of Others» en una buena opción para escuchar en este comienzo de la primavera.
ÀLEX ORÓ.
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Gastelo
“En el fondo de los mares”
WARNER
Pese a su título, el nuevo disco de Vicky Gastelo tiene muy poco que ver con el mar y sí mucho con carreteras polvorientas y corazones rotos. “En el fondo de los mares” es un trabajo realmente confesional por parte de su autora, desnudándose en cada uno de los textos con coraje. Sabor acústico, lleno de matices y una banda de lujo formada por habituales de algunos de los mejores discos de nuestro tiempo. Ahí están Carlos Raya (ejerciendo de guitarrista y sabio productor) y los siempre efectivos Toni Jurado y Jacob Reguilón. La ecuación es la que es, la banda de algunos de los más míticos discos de Quique González puesta al servicio de una Vicky Gastelo muy influida por sonoridades americanas (Lucinda Williams sobrevolando) aunque con un discurso que cada vez suena más propio y valiente. Canciones como ‘Mi amor’, ‘Sinceramente tuya’, ‘Punk’ o ‘Sola’ son tonadas a tener en cuenta, especialmente gracias a su formato, a su manera de aderezar con acertado espíritu pop la música de raíces americana.
JUANJO ORDÁS.
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The Gramophone Allstars
“Simbiosi”
LIQUIDATOR
El jazz y la música jamaicana gozan de buena salud en Cataluña. En los últimos tiempos, propuestas como The Oldians o The Gramophone Allstars han sellado el hermoso maridaje de ambos géneros. Estos últimos van ya por su segundo álbum. Un trabajo de refinería que sigue la división clásica de los vinilos. Atención: empleando como separador un interludio libre, ¡ojo! La cara A, impregnada por aromas skatalíticos y ademanes contenidos de soul y boogaloo. En las fases instrumentales, recordando el señorío porteño de los entrañables Jazzbo. Las vocales, en cambio, añaden matices de profundidad gracias al vapor de los cantos de Judit Nedderman. Sedosas melodías de sensualidad tropical y romanticismo latino. Perfectas y elegantes las interpretaciones, por cierto, en joyas de la corona como ‘Song for my father’ e ‘In a sentimental mood’.
La cara B, por su lado, se vuelca decididamente hacia atmósferas jazzísticas. Y es ahí donde el saxofonista Genís Bou y el contrabajista Vic Molinier reclaman la personalidad propia del combo. Ensanchan espacios para improvisaciones, armonías de guante blanco y cambios de compás. ¿Originalidad? Poca al recurrir a un estándar tan trillado como el ‘Summertime’. Pero, ay, cómo pone el vello de punta esa relectura de diez minutos del ‘Take five’ de Dave Brubeck. Recomendable lanzamiento de la factoría Liquidator, preciosamente envuelto y con el regalo interior de un llamativo póster con la ilustración de la portada, que firma el singular Enric Farrés Duran.
EDUARDO TÉBAR.
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Fusión de rock, funk, soul y los ritmos latinos más calientes. Esta era la propuesta de los venezolanos Spiteri en 1973. Una propuesta que quisieron exportar al mercado anglosajón. Para ello se desplazaron hasta Gran Bretaña para grabar este disco que Vampisoul reedita 37 años después en CD y vinilo. Influenciados por Traffic, la banda integrada por los hermanos Jorge y Charlie Spiteri, guitarrista y percusionista, respectivamente; el batería Bernardo Bell (ex integrante de Los Impala), el guitarra Joseíto Romero, el bajista Jose Manuel “Chema”Arria y el flautista y cantante Ruben “Micho” Correa, alternó el inglés y el castellano como lengua vehicular de las composiciones de Jorge Spiteri, en las que mezclaban elementos afrocaribeños, el hard rock, el folklore venezolano, los boleros y la música negra.
GM, la compañía que fichó al grupo, invirtió una importante cantidad de dinero para promocionar a Spiteri como la respuesta británica a Santana. Lamentablemente, las estrictas leyes que sobreprotegían a los músicos británicos impidieron que el grupo pudiera actuar con asiduidad ya que no contaba con instrumentistas nacidos en la Pérfida Albión en sus filas (un caso parecido al de Los Bravos y otros grupos españoles que fueron “obligados” a contratar músicos de sesión nativos para sus grabaciones). En el 74, la banda se disolvió pero su propuesta continúa siendo tan arrolladora y fresca como entonces.
ÀLEX ORÓ.
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Coque Malla
“La hora de los gigantes” (reedición)
WARNER
Reedición en doble CD de la última obra de Coque Malla. Poco hay que añadir a las bondades de un disco que todo seguidor del rock en español debería tener ya en su particular altar. Lo interesante de este relanzamiento es el compacto adicional con el que se amplía, el cual incluye temas pertenecientes a un concierto íntimo celebrado en la madrileña sala El Sol. En él, Malla y el guitarrista Nico Nieto desgranan algunos cortes pertenecientes al magnánimo “La hora de los gigantes” aderezados por rescates del siempre reivindicable “Sueños”.
No se trata de un concierto estrictamente acústico. Son únicamente dos instrumentistas en escena pero Nieto se cuelga la guitarra eléctrica en algunos temas y la energía que imprimen a las canciones les acerca más a un concierto vibrante que a una reposada velada. Habría estado bien que Coque nos hubiera permitido disfrutar de un concierto con su fantástica banda al completo, pero lo que la presente reedición ofrece no es poco. Lo que ocurre en ocasiones con este tipo de lanzamientos es que no merece la pena volver a pasar por caja, pero no es el caso. El producto tiene un empaque adicional que no defrauda en absoluto. Además, se incluye la versión acústica de ‘No puedo vivir sin ti’, un clásico moderno de los Ronaldos que parece estar alcanzando una merecida popularidad gracias a un anuncio de televisión.
JUANJO ORDÁS.
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