Rockola, Discos. 19 de marzo de 2010

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«Su crecimiento como autor viene reflejado en este álbum, exento de electrónica, plenamente orgánico, un perfecto ejemplo de su estilo a la hora de integrar letras magistrales (que nacen de la cotidianeidad) en parajes musicales que explotan con un colorido sonoro espectacular, alternándose con momentos de quietud intimista»

Jorge Drexler
«Amar la trama»

WARNER

Una aproximación al nuevo trabajo de Jorge Drexler requiere tener en cuenta dos claros conceptos cardinales: artesanía y riqueza musical. La información que contiene cada uno de los temas que conforman «Amar la trama» es generosa, no excesiva pero sí copiosa. A estas alturas nadie va a descubrir el alto nivel literario de las canciones del uruguayo, pero a nivel instrumental hablamos de un disco cálido y repleto de arreglos que van desde el soul hasta la rítmica sudamericana, pasando por afluentes mediterráneos. La variedad viene entrelazada por una producción exquisita y fina, una labor compositiva trabajada y la aterciopelada voz de Drexler, verdadero nexo de unión entre temáticas y sonidos.

Su crecimiento como autor viene reflejado en este álbum, exento de electrónica, plenamente orgánico, un perfecto ejemplo de su estilo a la hora de integrar letras magistrales (que nacen de la cotidianeidad) en parajes musicales que explotan con un colorido sonoro espectacular, alternándose con momentos de quietud intimista. La virtud de Drexler es ser un cancionista, su mérito ser capaz de hilvanar con tanto esmero una colección como la que nos ocupa. Cierto que desde su título parece invitar al oyente a disfrutar del viaje al margen de finales, pero como buen director musical va dejando claro, canción a canción, que «Amar la trama» es un disco de desarrollo muy estudiado. Pero la naturalidad no se resiente, precisamente porque el músico y su banda registraron estas canciones durante varios días seguidos, en un estudio de televisión con un público reducido. Una maniobra muy al estilo de la que recientemente realizaron los Black Crowes con su triunfal «Before the frost… Until the freeze» que permite a las canciones respirar un ambiente fresco, a medio camino entre un álbum en vivo que no es y un disco en estudio al uso.

En gran medida, la materia prima con la que Drexler parece trabajar es la que obtiene de la humildad como instrumento de filtrado de la realidad. Y es esa aproximación tan humana la que hace de sus canciones una poética arma implacable, perfecta para cargarse de existencialismo (‘Tres mil millones de latidos’), de sapiencia (‘Aquiles, por su talón es Aquiles’) y de cierto componente misterioso (‘Mundo abisal’) que dota al conjunto del álbum de cierta intriga literaria (¿qué relatará en el siguiente tema?) y musical (¿a qué territorio se aproximará?).

«Amar la trama» se edita en vinilo de 180 gramos o en combo CD más DVD. No, el oscuro formato de surcos no incluye el documental «La trama circular», interesante para comprender el desarrollo de la grabación. Sea como sea, y al margen de cuestiones mercantiles (que no dejan de ser precisamente eso), la obra es consistente, adictiva y orgullosamente rubricada. No es para menos.
JUANJO ORDÁS.



Pauline en la Playa
«Física del equipaje»

SIESTA

Cuarto álbum de las hermanas Mar y Alicia Álvarez, de las que no teníamos noticias discográficas desde hace cuatro años. Quizás algún experto en numerología podría establecer algún tipo de relación entre la posición de «Física del equipaje» en la carrera de Pauline en la Playa y el tiempo que han tardado en componerlo y grabarlo pero se nos antoja que la explicación es algo menos complicada. Este LP parece cocinado a fuego lento, sin prisa, con el único propósito de que el resultado final se pueda paladear sin encontrar defecto alguno. Al igual que hacen los grandes chefs de la cocina tradicional, las Pauline han utilizado los ingredientes de siempre, esos que nunca fallan, para conseguir el mejor guiso posible pero sin renunciar a experimentar con condimentos nuevos. Así, la propuesta de las hermanas Álvarez sigue basándose en composiciones que son auténticas filigranas pop en las que se pueden descubrir rastros de otros estilos, de otras sonoridades. En este disco Mar y Alicia no han dudado en acoplar acordeones, zanfonas, gaitas, ukeleles y secciones de viento a canciones tan redondas como ‘Esos besos’, una de las diez que integran «Física del equipaje».

Otro de los puntos fuertes del dúo son las letras dedicadas al paso del tiempo, a la felicidad, al erotismo… Sería difícil quedarse con una sola canción de este LP pero nuestras preferencias se inclinan por ‘Un muelle’, una pequeña y poética oda a la capacidad de adaptación del ser humano, y ‘Un gran país’, una de esas canciones que ayudan a levantan el ánimo. Curiosamente son las que abren y cierran el disco, respectivamente. Inicio y final de un viaje para el que Pauline en la Playa nos proporciona un bonito equipaje sonoro.
ÀLEX ORÓ.



Javier de Torres
«Las grandes ambiciones»

POP PRODUCCIONES

Javier de Torres es un cantautor atípico. Por estética podría asimilarse a cualquiera de los que consiguen televisiones con cada disco. Letras costumbristas, tiernas, atentas a lo íntimo y levemente irónicas. Sin embargo, su filiación apunta más a las familias de pop al uso, el que defiende las melodías con electricidad en las guitarras y los propósitos. La prueba es que para hacerle coros recurre a los olvidados y emocionantes The Happy Losers que cierran el disco con delicadeza en la canción que lo titula, o que deja en manos de Jesús Redondo, teclista de Los Secretos, unos arreglos tan precisos, tan emocionantes, que secan el aire.

Es su quinto disco, y en él ha contado con la Orquesta Sinfónica de Bulgaria para dar empaque a las canciones, y el resultado es como una luz tenue, que declara perfiles sin deslumbrar, que alumbra espacios que son conocidos. Letras volcadas en el espíritu delgado del amor, regusto literario del de verdad, sin afectar pose, con palabras de Dos Passos o Celine. O en el despertar del desamor que en ‘Los Mapas’ se resuelve en una huida sin fin, un bolero pop como los que hacía Dinarama y un cello que aprieta los nervios. Quizás no sea un disco perfecto, completo, pero sí que alcanza constantes puntas de felicidad, momentos en los que la música consigue el embeleso. Ese acordeón arrabalero que subraya la historia de los amantes que se conocen en un funeral de ‘Tenerlo todo’, la orquesta búlgara tocando en un ensueño que se llama ‘Mientes’ y que deja paso a un final de disco impresionante, un sonido filtrado hasta la depuración extrema, orquestas y pianos que se crecen y que la memoria deja que sigan sonando.

Seguramente Javier de Torres ha llegado a un límite, sus discos son siempre buenos, pero en este le ha crecido la belleza hasta que ha estado a punto de romperse. No la podría ahora llevar más allá.
CÉSAR PRIETO.



Franco Battiato
«Inneres auge»

UNIVERSAL

Las malas lenguas rumorean que Battiato utiliza la publicación de sus discos y sus consecuentes giras para sufragar los desmesurados gastos que le supone su tardía vocación cinematográfica. La música es un activo que finanza su faceta de director de cine de discutibles películas de arte y ensayo. Desgraciadamente por ejercer de cineasta y buscar flujo crediticio para sus proyectos, al músico de primer nivel le cuesta evidente esfuerzo granjear amistad con la vieja inspiración. Su nuevo disco da pábulo a estas sospechas monetarias. «Inneres auge» (el ojo interior, en alemán) es un disco que no puede ser catalogado literalmente de nuevo trabajo, tampoco de antología, le chirría el concepto recopilación, tampoco el de regrabaciones con afán revisionista. No. Hay tres temas inéditos y el resto del álbum se nutre de relecturas de repertorio muy popular y rarezas anidadas en lugares recónditos para los profanos. Por fortuna les puedo anunciar que los temas nuevos poseen un alto poder adquisitivo musical. Es lícito soñar con la recuperación del genio.

Battiato se mueve entre la electrónica, la música clásica y la estructura de la canción pop como mejor forma narrativa para un mundo en el que la atención es un recurso escaso. Mantiene intacta la dupla con el filósofo Mario Sgalambro. Este matrimonio creativo garantiza textos oscuros y nada frugales muy acordes con la últimamente luctuosa atmósfera que se gasta Battiato y que recuerda la estética gótica contemporánea y el romanticismo alemán del XIX. Con este material excéntrico y ajeno a cualquier convencionalismo lanza una explícita invectiva a Berlusconi y la podredumbre social y política que representa en el fantástico single que da título al disco, una diatriba de la catadura moral del personaje centrada sobre todo en la celebración de fiestas privadas con señoritas para agasajar –o sobornar acendradamente– a líderes y servidores del Estado. Es el single que sostiene toda la divulgación mediática del disco. También son sobresalientes los dos nuevos cortes de tempo lento que destilan quietud y ensoñación. El resto ya lo conocemos y su relectura no aporta novedad alguna. Quizá el Battiato director de cine tenga que modificar la política de lanzamientos. Olvidarse del atávico concepto de LP y entregar anualmente singles o archivos digitales en Mp3. No sé. Algo diferente a discos que no son propiamente discos.
JOSEMI VALLE.



The Cherry Boppers
«Remix it again!»

KEEP ON BOPPIN’ RECORDS

Los propios integrantes de Cherry Boppers se reconocen solventes suministradores de baile, fiesta, locura y sexo. Una filosofía lúdica de fiebre de sábado que, trasladada al directo, resulta incluso incendiaria. En 2008, los bilbaínos se consagraron como grandes avivadores de la negritud en España. ¿Su aval? Un debut imponente, «Play it again!», y vertiginosos conciertos nutridos por un tono radiofónico semejante a los carruseles futboleros. El apabullante jazz-funk de aquel estreno ponía banda sonora a los ardores de media noche. Ahora, «Remix it again!» supone un giro a las manecillas del reloj. El flamante digipack y vinilo de color de 180 gramos –llegará a las tiendas el 26 de abril– pasa a ilustrar las escenas etílicas y desbocadas de las cuatro de la mañana.

El mismo cancionero, pero cambiado de orden y manipulado por un notable plantel de productores. Entre ellos, el británico Lack of Afro –laureado remezclador y multinstrumentista del imperio de Freestyle Records–, que transforma ‘Freak man’ en un breakbeat desquiciado. Por su parte, el DJ, coleccionista y agitador mediático Makala aumenta la policromía y la consistencia funk de ‘Black Lolita’. DJ Floro, nuestro gran alquimista del afrobeat, aproxima a su terreno ‘Groovy groovy’. Fundación Tony Manero convierte ‘El Cairo’, uno de los clásicos del repertorio de los Boppers, en dinamita disco para la pista. Y el norteamericano All Good Funk Alliance repite el trance, rallando en el house, con la sudorosa ‘Play it again’. Interesante ejercicio de cirugía que plantea un dilema. ¿Para qué publicar material nuevo si existe una segunda vida para el viejo?
EDUARDO TÉBAR.



Varios
«Pop Ie-Ié Català dels 60’s»

PICAP

La verdad es que durante años cuando se hacía mención a la Nova Cançó catalana surgida durante la década de los sesenta y que se desarrolló básicamente durante los últimos quince años del Franquismo y los llamados de la Transición, a la gente únicamente le venían a la cabeza cantautores catalanohablantes como los Setze Jutges, Raimon, Joan Manuel Serrat, María del Mar Bonet, Lluís Llach, Guillermina Motta, Ovidi Montllor o Pi de la Serra, entre bastantes más, y realidades como la canción de protesta, la censura represiva, y una «convivencia» desigual a nivel de popularidad y de implantación en el mercado comercial, entre los intérpretes que cantaban en el idioma oficial del régimen y los que lo hacían en catalán, en gallego o euskera.

El caso es que en el seno de la Nova Cançó no únicamente tuvieron cabida cantautores y sus composiciones originales, sino que otros artistas quizás no tan significados «políticamente» como los citados más arriba también cantaron en catalán aunque interpretando canciones de géneros alternativos como el pop, el rock, el jazz, el folk americano, el blues o la bossa-nova, por ejemplo. Hablamos de artistas o bandas que interpretaban en catalán, mayormente, repertorios a base de los llamados éxitos del momento procedentes de las fuentes habituales de esos años. A saber, los festivales de San Remo, Mediterráneo, o Eurovisión o los hit-parades anglosajones, europeos o incluso, latinoamericanos, o el propio español. Hablamos de versiones en catalán de canciones muy de moda y vendedoras y que no buscaban otra cosa que equilibrar la economía, en el caso de sellos discográficos catalanes seminales como Edigsa o Concèntric, que no vendían lo suficiente únicamente con los artistas que «hacían país»,  o en el de sellos generalistas como La Voz de Su Amo, Belter, Vergara, Columbia o RCA, que tras el éxito incipiente de Raimon o Serrat, vieron en el mercado catalán otro ámbito de mercado donde ampliar sus cuentas de resultados.

Los primeros en traducir al catalán canciones a finales de los años 50 fueron artistas que ya habían triunfado en castellano como José Guardiola, las Hermanas Serrano o Rudy Ventura. Más tarde, otros solistas o formaciones catalanes, levantinos, o mallorquines de nacimiento pero de expresión habitual en castellano como Salomé, el Dúo Dinámico, Dodó Escolá, Los Valldemosa, Betina, Tony Vilaplana, Santy, Francisco Heredero o Lita Torelló, Franciska, Luis Olivares, Los Javaloyas o Cristina y Los Stop, entre otros, decidieron probar en su lengua familiar y traducir algunas de las canciones de su repertorios habituales. A la iniciativa se fueron sumando a continuación artistas no catalanes pero que en un momento dado pensaron que ese paso podría ensanchar su popularidad: Tony Ronald, Juan y Junior, Miguel Ríos, Bruno Lomas, Luis Eduardo Aute, los italianos Tony Dallara, Pino Donaggio, Jimmy Fontana, Rita Pavone, Mina, Gianni Morandi o Donatella Moretti, la francesa Jocelyne Jocya o el belga Patrick Jacque son buenos ejemplos de esto que explicamos. El caso es que junto a todos ellos también se dieron una serie de artistas como Núria Feliu, Salvador Escamilla, Maria Cinta, Grau Carol, Renata, Magda, María Pilar, Nuri, Tony Obrador, Manel, Jacinta o grupos como The Bonds, Els Xocs, Els Xerracs, Brenner’s Folk, Els 4 Gats, Eurogrup, Els Tres Tambors, Els Picapedrers o Els Dracs, entre muchos más, que, bebiendo en la actualidad básicamente del pop y del rock, se dedicaron a facturar interesantísimas versiones de música bailable y ye-yé. Es decir, canciones de rabioso atractivo para el público más juvenil que estaban convirtiendo en éxito solistas como Elvis, Bobb Dylan, Serge Gainsbourg, Petula Clark, Joan Baez o Frank Sinatra o bandas como Beatles, Rolling Stones, Animals, Kinks, Spencer Davis Group, The Who o Yardbyrds.

El disco doble compacto que acaba de sacar al mercado la discográfica PICAP, rescata 28 ejemplos de este patrimonio musical en catalán «olvidado» durante tantos años de forma injusta y que de un tiempo a esta parte algunos periodistas con sus artículos reivindicativos, historiadores de la historia de la música mediante valiosos libros de investigación, espabilados DJs que están pinchando en sus sesiones auténticas joyas bailongas o grupos de sonoridad revival sixtie como Els Trons, se están encargando de sacar de las catacumbas del tiempo a muchos artistas, la mayoría desconocidos del gran público y a muchas de aquellas versiones tan inocentes como entrañables que apenas vendieron unos pocos centenares de copias. A falta de un cuadernillo con más gracia (información más amplia y fotos retrospectivas) que el que esta entrega nos ofrece y como la mejor guía de escucha posible a esta reveladora entrega musical, recomiendo a la gente interesada que se haga, al margen de con el disco, por supuesto, con el monográfico dedicado a la canción ye-yé en catalán que la revista «Enderrock» ha publicado recientemente y que ilustra a la perfección con varios artículos de investigación y de opinión a cargo de los mejores especialistas en la materia, lo que en conjunto fue aquel momento irrepetible de la música ligera cantada en catalán y quiénes fueron muchos de sus protagonistas.
JAVIER DE CASTRO.



Varios
«We Are Only Riders. The Jeffrey Lee Pierce Sessions Project»

GLITTERHOUSE/NUEVOS MEDIOS

Hay discos que son atractivos por la historia que tienen detrás. Este es uno de ellos. Jeffrey Lee Pirce, el líder de The Gun Club, grabó un disco de blues con el guitarrista Cypress Grove y el batería Willie Love. El resultado se tituló Ramblin Jeffrey Lee & Ciprés Grove with Willie Love y fue editado en 1992. Pierce murió en el 96 y diez años después Grove encontró una vieja cinta de cassete que contenía las primeras tomas que grabaron. Durante tres años el guitarrista se ha dedicado ha restaurar y pulir esas viejas grabaciones y las ha completado, en la parte vocal, con un excelente ramillete de artistas que, presuntamente, en su día admiraron al líder de The Gun Club. Así, se han sumado a la fiesta Nick Cave, Mark Lanegan, The Raveonettes, Debbie Harry, Lydia Lunch, David Eugene Edwards, The Sadies, Isobel Campbell, Crippled Black Phoenix, David Alvin y el mismo Ciprés Grove. Como suele suceder en estos casos, el resultado es desigual. El reto era importante: recrear los temas de Pierce, un compositor capaz de dar furiosos zarpazos sonoros de blues-punk.

Entre lo más destacado la impecable lectura de ‘Ramblin’ mind’ por Nick Cave, un tema que también interpretan David Eugene Edwards y Cipress Grove con distinta fortuna. No es la una canción de Pierce que aparece versionada por más de un artista. Es el caso de ‘Free to walk’, de la que destacamos la más country a cargo de Mark Lanegan e Isobell Campbell. Debbie Harry, por su parte, sabe mantener el alma dramática de ‘Lucky Jim’, una canción que ya grabaron los Gun Club en el 93. En conjunto, estamos ante un disco que ayuda a comprender la figura y la obra de Pierce y, afortunadamente, recupera una música que, de otro modo, se hubiera perdido para siempre.
ÀLEX ORÓ.


Anterior entrega de Rockola.

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