Rockola, Discos. 12 de marzo de 2010

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«De golpe el cronista se da cuenta de que sí que hay centro, lo hay: una visión de la infancia, de las primeras luces del amor, de la placidez que acaba siendo en las canciones enorme serenidad»

Jonston
«Taller de memoria»

PEZ PLÁTANO DISCOS

Sepan los lectores que este leve cronista se prepara la reseña semanal de manera harto consciente. Una escucha cada día, libreta de notas al lado, anotaciones constantes al azar y la búsqueda de un centro que sirva de arcilla para moldear. Pues bien, en esta ocasión no ha habido centro y casi no hay arcilla, apenas he encontrado nada que marque un tema estético más que un aire pop que parece convencional y una voz que asume riesgos emotivos –y los gana– a costa de la perfección vocal. Pero los detalles laterales llenan mi libreta, cada escucha va llenando regustos, recuerdos, alusiones que apunto pero que no sabré defender. Perdónenme, seré inconsistente, pero pasional.

Primera escucha: ¿por qué me suena algún escaso segundo a Brian Ferry? Segunda escucha: me quedo con ‘Un nuevo, nuevo amor’, que juega con la orquesta para convertir el enamoramiento en –y lo tomo como una virtud– pura Eurovisión. Tercera escucha: ‘Retorno a Camino Pajarillas’ hace que recuerde que existe alguien desconocido y emocionante que se llama Pigmy y que también transforma la naturaleza en temblor modesto de sentimientos y defiende un panteísmo de aliento tímido. Cuarta escucha: ‘Buenos recuerdos’ abre el disco con una guitarra que inyecta pellizcos. Quinta: se cierra el disco con ‘Puzzle’, una media tarantella que evoca de lejos a Gabinete Caligari cuando manejaban un costumbrismo de patio.

Y a cada escucha se engrandece cada una de las canciones. La prueba de su ahondamiento es que ‘Despierte comandante Cousteau’ deja de ser una recreación de los regalos infantiles para pasar a ser una canción sobre la gestión de la realidad. Y de golpe el cronista se da cuenta de que sí que hay centro, lo hay: una visión de la infancia, de las primeras luces del amor, de la placidez que acaba siendo en las canciones enorme serenidad.

Jonston, segundo disco tras venir del compadreo underground madrileño de hace tres años. Ahí queda, José Ignacio Martorell, que se presenta en sus propias canciones para que notemos veracidad. La comprobación, en descarga gratuita; la emoción, cuando lo escuchen.
CÉSAR PRIETO.



Dwomo
«Disco Dios»

PIAS

Cuarto disco del dúo madrileño Dwomo, una formación que no deja indiferente con sus propuestas musicales. Loran Martín-Fabiani y Antonio J. Iglesias Zurita con el apoyo del productor Fernando Polaino nos presentan una docena de canciones con las que aseguran haber «abandonado la seguridad de la tierra firme». Ciertamente hay riesgo en la propuesta de Dwomo. Buscan nuevos caminos de expresión y para ello utilizan instrumentos clásicos pero también artefactos sónicos de creación propia que les permiten mezclar la psicodelia, la electrónica, el pop, el folk, el reggae y cualquier ritmo o estilo con el que lanzar sus sugerentes mensajes. Así encontramos canciones dedicadas a las siete plagas bíblicas, a humanoides, a un indio arapahoe, a un particular quijote rastafari o al planeta perfecto.

Letras mordaces y bíblico-futuristas son los ejes vertebradotes de «Disco Dios», una propuesta de riesgo que agita mentes y sentimientos con el objetivo de reinventar los géneros pop que ya conocemos. Dwomo nos propone, por ejemplo, el «surf bíblico» o el «afterpunk precolombino». El disco es un «totum revolutum» en el sentido más positivo de la expresión, una mezcla explosiva que se tiene que probar con intensidad para poder admirarla como se merece.
ÀLEX ORÓ.



Shuarma
«El poder de lo frágil»

PIAS
Uno de los temas de este segundo disco en solitario de Shuarma se llama ‘Despierta’, y bien podría haber dado título global al CD. Y es que desde aquel lejano «La forma de mover tus manos», firmado junto a los extintos Elefantes, Shuarma no componía una colección de canciones tan interesante. Su nivel como autor bajó estrepitosamente en el último trabajo de su ex banda y en su primer intento como solista, pero esta vez ha regresado con mucha fuerza y cargado de temas francamente inspirados.

Y es que cierta oscuridad siempre le ha sentado muy bien al catalán, quien se mueve como pez en el agua entre los claroscuros que tanto se echaban de menos en su obra. Shuarma vuelve a rugir en «El poder de lo frágil», vuelve a clavar estribillos perfectos (‘La única opción’), a tejer melodías únicas (‘Despierta’) y a emocionar (‘Virgen de Guadalupe’). Las guitarras vuelven a estar a punto, los teclados aportan texturas y el sonido del disco resulta actual. Se le echaba de menos y ha vuelto por la puerta grande.
JUANJO ORDÁS.



Mujeres
«Mujeres»

SONES

Cuatro estudiantes de Cine barceloneses cambian trípodes y cámaras por la peligrosa conjunción de guitarras, bajo y batería. Hasta aquí, nada extraordinario. Si en la meca anglosajona hay quien se hace de oro remozando de modernidad los viejos patrones garajeros, ¿por qué no intentarlo desde un entorno cada vez más proclive a la estandarización del mestizaje para turistas? ¡Bingo! El debut homónimo de Mujeres está alborotando el patio. Y mucho. Como ángeles caídos del cielo, los querubines van en volandas por la Ciudad Condal. Quizá, debido a la sequía de calambrazos rockeros. Llegan cuando más se les esperaba y caen de pie. Revelación inesperada en el Primavera Sound, notoriedad en concursos patrocinados por grandes marcas y la odiosa responsabilidad de ejercer de «hype» salvador de la música actual.

Demasiado ruido para unos chicos que, en realidad, pretenden jugar a lo mismo que Black Lips. ¡Ups! Precisamente, ahí radica la clave de su éxito. Porque aquella banda de Atlanta, la que ventiló arañas en 2003, soñaba entonces con la brutal redondez de un álbum como el que publican Yago, Pol, Martí y Martín. R&B tocado por blancos. Ya sabéis: guitarrazos machacones a lo Kinks, reacciones psicóticas a lo 13th Floor Elevators, un gusto por la melodía urgente sólo imaginable en los sesenta, la inmediatez de Billy Childish o la asimilación del rock’n’roll mugriento por la vía latina de Los Saicos. Y todo en poco más de veinticinco minutos. Un caso insólito de equilibrio sobre el trapecio. Saludable armonía entre el marketing y la honestidad underground.

Los Mujeres –tendremos que acostumbrarnos a esta chirriante denominación– han conseguido en dos días lo que Hello Cuca –y éste sí que es un grupo de féminas– no han logrado en trece años. Vale, a pesar del perfil ‘freakbeat’ de ambos, el trío de Lidia Damunt siempre evidenció su incapacidad para la equidistancia comercial. Rasgo muy loable, dicho sea de paso, mirando ahora en perspectiva una obra sin fisuras. Un cancionero solvente en el tiempo. Ese es el reto para Mujeres a partir de este momento, después de facturar un trabajo esperanzador y hasta necesario en esta época. Por pedir, y aquí rallaremos en la división popular, uno babea imaginando al cuarteto cantando en su lengua natal.
EDUARDO TÉBAR.



Jenni Muldaur
«Dearest Darlin’»

CONTINENTAL BLUE HEAVEN/KARONTE

En 1992, la hija de Maria Muldaur y Geoff Muldaur decidió seguir la tradición familiar y publicar un disco. Pero por alguna razón, la cosa no pasó de ahí. Han transcurrido dieciocho años desde entonces, y la pequeña Muldaur ha colaborado en este tiempo con gente tan diversa como Rufus Wainwright, Eric Clapton o Marianne Faithful. Y de pronto, llega ahora un nuevo álbum, un trabajo que, de haber sido publicado a finales de los sesenta, tal vez a comienzos de los setenta, habría encajado perfectamente en los circuitos de soul y rhythm&blues. A decir verdad, el disco tiene un toque retro simpático, desde algunos arreglos de guitarra al efecto de suciedad de un vinilo. Pero eso no es en absoluto un obstáculo para que la propuesta convenza y agrade.

Jenni ha heredado de su madre una voz potente que sabe modular y contener para ofrecer la emoción justa. Y para lucirla como es debido ha llevado a cabo una interesante selección de temas, todos grabados previamente por gente como Lee Dorsey, Barbara Acklin, Bo Diddley o Big Maybelle, aunque en ningún caso se trata de grandes éxitos. Esto le ofrece más libertad a la artista para jugar con ellos, trabajar los arreglos y adaptarlos a su medida para ofrecer reinterpretaciones respetuosas y que no desmerecen frente a los originales. Los temas con aires pop son los más flojos, especialmente si se comparan con algunos pasajes soul que desbordan energía. Esperemos que el siguiente disco de esta chica no tarde otras dos décadas. Sería una verdadera lástima.
JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.



Magic
«Versión original»

NEWAVE PRODUCTION

La movida granadina de los ochenta generó incontables álbumes elevados a la categoría de culto. Unos, por lo limitado de sus tiradas desde la lejana industria discográfica, centralizada en Madrid. Otros, como Magic, por quedarse a las puertas sin la posibilidad de grabar y licenciar un doce pulgadas. Hoy, después de treinta años –sí, ¡tres décadas!– el quinteto del poderoso cantante Juan Manuel Leyva salda una deuda histórica con canciones como ‘Rocker’, ‘Comediantes’ o ‘Betty & Wilma’. Himnos generacionales durante toda aquella década, en la que abanderaron el rock duro y los visos metálicos en Andalucía. Ojo, cuando se codeaban con Banzai, Asfalto, Barón Rojo o Loquillo.

El ahora académico Antonio Muñoz Molina llegó a ejercer de letrista para ellos. El insigne pintor Juan Vida elaboraba sus carteles. Además, Magic participaron en el codiciadísimo «Rimado de ciudad», título compartido con la formación punk de Jesús Arias y José Antonio García (TNT), que supuso la primera incursión musical de Luis García Montero. A la postre, el poeta contemporáneo más laureado. El impulsor de la Nueva Sentimentalidad. Sin embargo, semejantes ases no bastaron al grupo, que terminó diluyéndose en aventuras posteriores menos firmes (Dirección Prohibida, Belem Belem, Balasera, Resistencia). «Versión original» tampoco pretende recrear un poso literario que, en verdad, no define la esencia de la banda.

¿El detonante del retorno? La reunión nostálgica con los compañeros de prole en la sala La Telonera de Granada, en la primavera de 2007. Allí se demostró que los diámetros torácicos no eran los mismos, pero sí la viveza de las viejas composiciones, la sincronía y el virtuosismo de músicos como Juan Carlos Rosario y Francisco Morales, todavía deslumbrantes en la yuxtaposición de guitarras. Eso por no hablar de la garganta conservada en escabeche de Leyva, aún en el pináculo de los agudos de rigor. ¡Ya quisieran muchos vocalistas del ramo a su edad! Ejercicios de resucitación como el de Magic deberían animar a otros hijos pródigos de los ochenta.
EDUARDO TÉBAR.



Cripta
«Ante mi»

TSUNAMI

Cuarto trabajo de los metaleros Cripta, quienes basan sus composiciones en agresivas voces con cierto espacio para la melodía y guitarras violentas que lo mismo evocan a los grandes guitar-heroes de los ochenta como después suenan actuales. No obstante, la potencia del cuarteto viene a ser impulsada por la técnica batería de Kike García, un instrumentista que no sólo controla el doble bombo sino que lo dosifica con sabiduría.

«Ante mí» es, en cierta forma, un cruce de caminos, una mezcolanza de los Metallica clásicos y los patrios Sober (quienes a su vez digirieron el legado de Tool), con especial hincapié en historias cotidianas. Sin duda, trabajando aún más las melodías y las letras lograrían ampliar horizontes pero este es su negocio y parecen tener bastante claro el camino. El CD se edita lujosamente con DVD adicional conteniendo seis temas grabados en vivo (con muy buena realización) y videoclip.
JUANJO ORDÁS.


Anterior entrega de Rockola.

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