DISCOS
“Un álbum quizá no más grande que la vida (nunca nos gustó esa hipérbole), pero al menos sí tan grande como ella”
The Magnetic Fields
“50 Song Memoir”
NONESUCH/WARNER
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Es paradójico cómo lo que en otros resulta un hándicap, se torna en bendición para Stephin Merritt: cuando mas grande es el reto que se fija, mejores resultados. Quizá tenga que ver con su panorámica forma de entender la escitura pop, propensa a justificar sus renglones echado mano del folk desvencijado, la canción de autor heterodoxa, el synth pop de bajo presupuesto y hasta los resabios de los grandes musicales de Broadway. Tan poliédrico manojo de visiones (todas complementarias) encuentran su mejor plasmación en obras mastodónticas, como lo fue el inmejorable “69 Love Songs” (1999) o como lo es este “50 Song Memoir”, que encara la titánica tarea de resumir sus cincuenta años de vida con cincuenta nuevas canciones, todas relacionadas con su vida o con el entorno del año en que se gestaron (el tono autobiográfico del álbum es solo relativo). A una por cada año.
Pocos como Merritt son capaces de salir airosos de un reto de tal calibre, y el comprobar que lo hace tras los fallidos –aunque mucho más concisos– “Realism” (2010) y “Love at the Bottom of The Sea” (2012) es algo que congracia a cualquiera con una carrera como la suya, que había perdido fuelle en los últimos tiempos, diluida entre álbumes conceptuales de inspiración menguante. Son cincuenta canciones en dos horas y media que se apuran de un tirón. En las que, como por ensalmo, no decae el control cualitativo, ya sea evocando a John Foxx, recordando el fin de su adolescencia, rememorando los garitos de esa Nueva York con la que mantiene la clásica relación de amor-odio que inspiran todas las grandes ciudades o rescatando con su habitual sorna la colección de excéntricas parejas de su propia madre. La agudeza en la observación, la sensibilidad para el detalle, permanecen. Y su olfato melódico repunta (se desparrama, vaya) con un vigor que pocos esperaban. Un álbum quizá no más grande que la vida (nunca nos gustó esa hipérbole), pero al menos sí tan grande como ella.
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Anterior crítica de discos: “Charlie Watts and The Danish Radio Big Band”, de Charlie Watts.