The Flying Burrito Brothers
«The gilded palace of sin»
A&M, 1969
Una sección de LUIS LAPUENTE.
En 1968, Gram Parsons había dado por concluida su estancia en The Byrds tras la publicación de «Sweetheart of the rodeo», una de las obras maestras del grupo liderado por Roger McGuinn. Enamorado de las tradiciones del country & western, Parsons convenció a los ejecutivos de A&M del potencial artístico y comercial de sus ideas de fusión de los sonidos vaqueros con el rock californiano de espacios abiertos y dio forma a una de las bandas más legendarias y excitantes de la escuela country-rock, los Flying Burrito Brothers.
Los primeros Burritos fueron el propio Gram Parsons (guitarra y voces), el ex Byrds Chris Hillman (guitarra y voces), ‘Sneaky’ Pete (steel guitar) y Chris Ethridge (bajo). Con esta formación grabaron su primer álbum, titulado «The gilded palace of sin» (1970), formidable álter ego del citado «La novia del rodeo» y una de las cumbres del country-rock de todos los tiempos. En 1970, Parsons abandonó el grupo tras la publicación de su segundo trabajo, el irregular «Burrito de luxe», y continuó su carrera en solitario, completando dos celebradísimos LPs: «G.P.» (1972) y «Grievous angel» (1973), que precedieron a su muerte por sobredosis de heroína, el 19 de septiembre de 1973. Su antigua banda, entretanto, entregó un par de excelentes discos, «The Flying Burrito Brothers» (1971) y «The last of the red hot Burritos» (1972), y fue diluyéndose con producciones cada vez más anémicas en el circuito de la segunda división de la música vaquera.
¡Ah!, pero siempre quedará para la historia el sensacional «Palacio dorado del pecado», un álbum para disfrutar de principio a fin, siempre de actualidad excepto quizás por las fotografías de la carpeta, extrañas instantáneas a caballo entre la estética de «Easy rider» y «La matanza de Texas», servidumbres de la época hippy. La música, en cambio, mantiene hoy toda su vigencia desde los primeros compases de ‘Christine’s tune’ hasta los últimos de ‘Hippie boy’, con esos riffs psicodélicos de ultratumba bajando la persiana del disco. Entre medias se sitúan algunas de las mejores composiciones de Parsons, ‘Sin city’, ‘Juanita’ y ‘Wheels’, coescritas con Chris Hillman, y, sobre todo, las apasionantes ‘Hot Burrito # 1’ y ‘Hot Burrito # 2’, en las que el pedal de la steel guitar del gran ‘Sneaky’ Pete echa humo de puro sentimiento. Por si fuera poco, Parsons se sacó de la manga una maravillosa transgresión, con sendas revisiones en clave country-rock de ‘Do the right woman’ y ‘Dark end of the street’, clásicos del soul sureño escritos por Chips Moman/Dan Penn y Spooner Oldhan/Dan Penn respectivamente, que terminaron de abrillantar una fabulosa colección de lo que el malogrado cantante definiría como un sueño de “música cósmica americana”.
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