Nick Cave and The Bad Seeds
“Let love in”
MUTE RECORDS, 1994
Texto: JUANJO ORDÁS.
“Let love in” fue el disco con el que Nick Cave daba la razón a aquellos que contemplaban una dulcificación en sus formas e intereses. O quizá no tanto. “Let love in” es un disco que provoca el debate entre los seguidores del australiano, aunque justo es decir que cabe señalarlo como uno de los mejores de su autor.
Por una parte, Cave comenzó a definir su faceta más romántica con tres baladas de gran nivel (‘Nobody’s baby now’, ‘Ain’t gonna rain anymore’ y ‘Lay me low’), canciones lentas sobre rupturas sentimentales que presentaban a un músico reflexivo, al mismo que ya había firmado las baladas incluidas en su anterior trabajo, “The good son”, aunque esta vez cuidando aún más la muy pulida instrumentación. Como nota para los más fanáticos, ‘Nobody’s baby now’ fue compuesta originalmente para Johnny Cash, aunque al final no fue cedida.
Pero, por otro lado, es innegable que Cave continuaba siendo el verdadero príncipe de las tinieblas musicales, aunque solo dos temas indómitos y salvajes se incluyen en la colección (‘Jangling Jack’, típico personaje psicótico creado de su obra, y ‘Thirsty dog’), pero son más que suficientes para que el oyente se sienta acechado por el depredador musical que las firma.
Con todo, las verdaderas joyas del disco son los medios tiempos, aquellos que renuncian a la crudeza instrumental de antaño, que se visten con el lujo del nuevo Nick Cave pero conservando su ácida y cínica perspectiva. Son en estas canciones donde el nuevo Cave se muestra a la luz tras años de aprendizaje. Y el príncipe de las tinieblas ya no es príncipe, es rey. Y mientras marcha camino a su nuevo palacio resuenan los ecos jazzies y terroríficos de ‘Red right hand’ (una lección magistral sobre como crear ambientes), retumba el dolor sentimental de ‘Do you love me?’ (que cerrará el disco en una versión distinta y más reposada), explota la ira de ‘Loverman’ (una pieza a medio camino entre la crudeza y la sutilidad) y truena la decepción amorosa del tema de que da título a la obra. Después silencio, mientras Cave se sienta en su nuevo trono, el de la madurez.
Secundando al caballero, unos Bad Seeds en estado de gracia, contando en sus filas con Blixa Bargeld y Mick Harvey, leales escuderos del australiano hasta fechas más o menos recientes. Contar con dos genios multinstrumentistas a su lado fue fundamental para que Cave alcanzara el desarrollo artístico que se propuso, pero no sería justo dejarse en el tintero la sensibilidad del pianista Conway Savage, el bajista Martyn P. Casey y del batería Thomas Wydler, esenciales para el tono elegante que marca “Let love in”.
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