Rockola, Discos. 30 de octubre de 2009

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CD DE LA SEMANA: BSO «Yo, también (Me Too)», de Guille Milkway.
«El nuevo reto del alter ego de La Casa Azul ha sido llevar a buen puerto un proyecto complejo como era ambientar una película singular, necesitada de sensibilidad y cariño. Vistos y oídos los resultados, no nos cabe duda que Guille ha alcanzado con creces los objetivos marcados»

MilkywayCD-30-10-09Guille Milkyway + Varios
BSO «Yo, también (Me Too)»

ELEPHANT RECORDS

Todos aquellos que hemos conocido de muy cerca la realidad del síndrome de Down, sabemos que es un tema que exige de un sentimiento muy especial. Sobre todo es el entorno más íntimamente familiar el que vive con gran intensidad la cuestión y el que con mayor dedicación y entrega debe llevar la situación para que la persona afectada saque adelante su vida de la manera más adecuada posible, soslayando sus carencias pero también resaltando sus potencialidades. Es por eso que una película como «Yo, También (Me Too)», escrita y realizada con el buen gusto y la sensibilidad demostrados por Álvaro Pastor y Antonio Naharro y que la participación de Lola Dueñas y Pablo Pineda han acabado de redondear con dos interpretaciones absolutamente espléndidas, debería ser de obligado visionado para todo el mundo. Pero no sólo para los amantes del cine exquisito sino, sobre todo también, para todos aquellos que deseen acercarse a un universo especial pero con muchas aristas como es el de los enfermos de un síndrome como éste, durante tanto tiempo deplorado pero a la vez abandonado a su suerte. Sí que es verdad que el cine es eso, cine; con su parte de ficción y también su parte de realidad. Aunque considero que cualquiera que haya contemplado sin emocionarse la historia de Daniel que se cuenta en esta película, o es que no sabe nada o, simplemente, que no se quiere enterar de que existen personas que pese a la patología que les afecta en mayor o menor grado, pueden razonar, descubrir, amar… Sentir en suma, y a su muy singular manera, saberse vivos y comprobar que el entorno los acepta y comprende: ésta es, seguramente, su máxima aspiración. Que dicho papel lo haya interpretado precisamente un chaval con síndrome de Down y de la manera que lo hace, creíble, sensible y esperanzadora a la vez, es la prueba más fehaciente del espíritu de superación que gente como Pablo Pineda guardan en su interior y que son capaces de sacar de su interior si se les deja y se les da alas para ello.

Me regocija pensar que un día no será noticia que mucha gente como Daniel curse estudios superiores y consigan llevar adelante una vida calificable a todos los niveles de «normal» y que sean mayoría personas como Laura, una «outsider» a su manera, viviendo en su entorno social, laboral e íntimo una relación como la que retrata el largometraje con absoluta libertad y con una cada vez mayor complicidad del entorno. Ese día, películas como «Yo, También (Me Too)» serán pura anécdota y no constituirán objeto de comentario por nada más allá que la constatación de que ha contado con un buen guión; que su dirección ha sido francamente acertada; que la fotografía y la ambientación han estado a la altura de las circunstancias; que todo el elenco interpretativo se muestra soberbio en su conjunto; o que entre sus innegables atractivos cinematográficos añadidos debe destacarse una banda sonora especialmente adecuada y que ha cumplido con creces su labor de aportar a todas las escenas ese valor estético suplementario que se espera.

Hace años alguien dijo de Guille Milkyway que, al estilo Brian Wilson, iba camino de convertirse en alguien muy grande en el seno de nuestra industria musical porque ya apuntaba muy alto en cuanto a su cosmovisión, por su versatilidad estilística y por un talento innato que si seguía explotándose con fruición alcanzaría cada vez mejores réditos artísticos. En esta ocasión, el nuevo reto del álter ego de La Casa Azul ha sido llevar a buen puerto un proyecto complejo como era este de ambientar en lo musical y de la manera lo más recurrente posible una película singular como la presente y que, como ya se ha apuntado, necesitada de sensibilidad y cariño especiales. Vistos y oídos los resultados, no nos cabe duda alguna que Guille ha alcanzado con creces los objetivos marcados. Por un lado –sin perder de vista a grandes especialistas del género como Michel Légrand, Maurice Jarre, o Francis Lai–  escribiendo nueva música y canciones, que constituyen la parte del león de la banda sonora original y, por otra, llevando a cabo una selección, magistral por la sencillez y finura de las piezas escogidas, de entre el repertorio de algún artista histórico como el malogrado Manzanita (¡qué grande!) o de gente más contemporánea y de plena actualidad –en su mayoría de la escudería Elefant, participante muy activa en el desarrollo de todo este proyecto cinematográfico– como The School, Camera Obscura, Giorgio Tuma, Fitness Forever, BMX Bandits, Nick Garrie, Rózsäk, Souvenir, Beef, Riot in Belgium, The Gentle People, Los Monkys, Silvia Sanz, o, cómo no, la propia Casa Azul, que se han complementado de forma mágica para una colección musical sin fisuras y que cumple a la perfección su cometido ilustrador de situaciones y ambientes.

A destacar el «main title», una rumba de innegable sabor setentero, amable, pegadiza y que en los diferentes desarrollos interpretativos y estilísticos a los que se la ha sometido, consigue que el espectador-escucha acabe asimilándola como si de otra vieja canción al estilo «Caño Roto» de Los Chichos, Los Chunguitos, Rumba Tres o Los Amaya se tratara. Del mismo modo, todos y cada uno de los hermosísimos fragmentos que ilustran las situaciones que se relatan a lo largo y ancho de la película y que, a base de títulos de continuidad como ‘En el restaurante’, ‘En la playa’, ‘En el puente’, ‘Separación’, ‘Huida’, ‘En la azotea’, ‘Que te quiero’, ‘Tema de amor’ o ‘Feliz Navidad’, constituyen la columna vertebral a nivel de música incidental, que adorna y da vida suplementaria a este film bellamente agridulce pero delicioso a fin de cuentas.
JAVIER DE CASTRO.



Pearl-Jam-30-10-09Pearl Jam
«Backspacer»

UNIVERSAL

¡Vaya forma de empezar un disco! Ni más ni menos que cuatro temas incendiarios para abirir el nuevo trabajo de Pearl Jam. En su día, los de Seattle maduraron a la velocidad del sonido, fue grabar su tercer disco y comenzar una etapa introspectiva que dejó por el camino grandes álbumes a revisitar, iniciando en los últimos años una nueva etapa de equilibrio entre lo que fueron en sus agresivos inicios y lo que su etapa más reciente y meditativa. Es difícil señalar un tema por encima de otro, el nivel es muy alto a lo largo de todo el CD, desde los temas más adrenalínicos (¡qué gran single ‘The fixer’!) hasta los más reposados (‘Just breathe’).

«Backspacer» es un disco de rock ruidoso y efectivo, luminoso y acertado, donde la banda continúa demostrando que no solo están unidos, sino que tienen muy poco interés en ir más allá de lo que no sea continuar creciendo en comuna. Aquellos que les han seguido de forma continuada disfrutarán de lo que es claramente parte del inicio de una nueva época, los que se descolgaron en su día ya pueden regresar: «Backspacer» está a la altura de los mejores discos de Pearl Jam, sea cual sea tu etapa favorita.
JUANJO ORDÁS.



The-X-30-10-09The X
«Neutralizer»

GALILEO

The X –no confundir con The Ex, los vanguardistas rockeros holandeses– es «la versión 2.0» –dicen ellos– de The Experimental Shop, proyecto primerizo con el que los valencianos Iván López y Juanma Vidal dieron a conocer una música sin adscripción estilística obvia y una considerable res tecnológica. Sus bases rítmicas están sólidamente fundamentadas en géneros madre, como el rock, el reggae, el funk o la música tribal africana, pero ocasionalmente aceleradas mediante cortantes riffs de guitarra a lo Gravity Kills, una batería grandilocuente, la omnipresente electrónica y coronada por las líneas vocales del propio Iván López, que en más de una ocasión se ennegrece.

Con ‘The glow’ empiezan con una atmósfera muy propia de los Massive Attack de ‘100th. hundred’, cuya voz planeadora y colchones electrónicos persiguen al grupo en piezas como ‘Dragonfly’ o ‘Awakening’. Pero ves los vídeos que incluye el DVD adjunto y descubres a un grupo mucho más real de lo que a priori sugiere tan opaco diseño gráfico (por otra parte suntuoso y generoso en extras). No hay mucha emoción que transmitir, pero es que a lo mejor no hace falta. Ésta viene por sí sola a poco que simpatices con un contenido tan perfecto desde un punto de vista técnico.
GERNOT DUDDA.



Cabra-Mecánica-30-10-09La Cabra Mecánica
«Carne de canción»

DRO/WARNER

Buena despedida la que ha preparado Lichis para finiquitar la andanza de La Cabra Mecánica, que no la suya propia (de hecho ya tiene nuevo proyecto en ciernes). «Carne de canción» es un gran recopilatorio, un recorrido en forma de dos CD y DVD a lo largo de los cinco discos que el grupo editó aunque, y esto es lo más interesante, prácticamente todos los temas han sido regrabados para la ocasión. Y suenan francamente bien.

Al igual que a lo largo de su trayectoria, «Carne de canción» presenta las virtudes y defectos de La Cabra Mecánica, es decir, una disparidad de estilos tremenda. Lo mismo pasamos de una canción de ecos a lo Cream que llegamos a la verbena callejera tras hacer parada en el rock español más clásico (en este sentido, ‘Valientes’, su nuevo single, es realmente bueno).

Por ello, los seguidores de Lichis recibirán esta bonita recopilación con alegría, pues su forma de revisar el cancionero es más que acertada y la presentación es casi de lujo (buen libreto, todas las letras, comentarios del puño del propio Lichis canción a canción). Pero también podría ser una buena compra para aquellos que deseen escuchar a La Cabra Mecánica por primera vez, pues no solo repasa el itinerario con detalle sino que permite contemplar a Lichis como un autor que merece la pena descubrir, más allá de ideas preconcebidas.
JUANJO ORDÁS.



Raveonettes-30-10-09The Raveonettes
«In and Out of Control»

FIERCE PANDA/POP! STOCK

Cuando encuentro en el nombre de alguna canción una onomatopeya, me froto las manos. Sé perfectamente que esa canción va a ser directa, luminosa, eléctrica. Por ello, al llegarme el disco de The Raveonettes y observar en los créditos que empezaba con ‘Bang!’ me prometí una tarde feliz. Y acerté: tres acordes y una fuente de oxígeno que dan paso a la que –con permiso de Helen Love– quizás sea la mejor melodía bubblegum en lo que llevamos de milenio.

Los devotos de los daneses han levantado voces contrarias al observar que el grupo ha decantado la balanza hacia los torrentes sesenteros en detrimento de las distorsiones y los muros de guitarras. Y a este cronista, que nunca ha sido del todo devoto del dúo hasta éste su cuarto disco de estudio, pues le parece que han conseguido que cada canción de las once que componen el disco sea imprescindible e insuperable. Y las guitarras siguen teniendo peso, que no se nos asuste nadie, quizás más en segundo plano, un aire de juego oriental para que ‘Gone Forever’ tenga un toque de oscuridad que remeda a los Cure y en ‘Boys Who Rape’ o ‘Heart of Stone’ este aire se alíe con el western para ofrecer solos que cabrían en una película de Sergio Leone. Y entre medias el primer single, ese ‘Last Dance’ que levantan las guitarras para forjar una canción de hermosa y decadente intensidad.

Porque lo cierto es que las letras siguen la siniestra inquietud que recogen sus anteriores discos. ‘Suicide’, la dolorida angustia de una chiquilla con problemas parece sin embargo en su melodía un corazón que bombea felicidad, entre los Primitives y Abba. Nada nuevo, también Agnetha cantaba palabras deprimentes desde ritmos radiantes.

Pero de golpe cambia el tono, ‘D.R.U.G.S.’ sirve un tanto de bisagra, y ese aire tambaleante y en zigzag de la voz da entrada a un puñado de canciones más neoyorkinas, la sección arty. Desde ese ‘Breaking Into Cars’ hipnotico y con guitarras llenas de exotismo, de voz impersonal y neutra, pasando por el ‘Break Up Girls’, clavada en una matemática instrumental ensoñadora, para acabar en ‘Wine’, una nana que convierte la humedad de las calles en la humedad de las olas finales, que están un minuto rompiendo. Más que un disco redondo, en que ninguna canción es pobre, es un disco abierto: la música pop destinada también a arañar las sensaciones.
CÉSAR PRIETO.



Stephanishid-30-10-09Stephaniesid
«Warm people»

NINE MILE RECORDS

Si la vocalista se llama Stephanie y la banda se denomina Stephaniesid pocas dudas quedan respecto a quien lleva las riendas. Originarios de Carolina del Norte, la formación comandada por Stephanie Morgan presenta su cuarto trabajo, un disco que bien podría haber grabado Bjork si fuera americana. Y sí, se trata de la frase promocional de turno, pero es que no deja de ser cierta. No hay más que dejar sonar un muy buen tema como el lúgubre ‘The weakling’ para darse cuenta de que la de Carolina del Norte comparte un nexo importante con la islandesa, con un poquito de Tori Amos de por medio y un sonido completamente orgánico que le permite desarrollar una personalidad de la que adolecería si hubiera jugado con otro tipo de instrumentación.

«Warm people» es un disco agradable, un tanto introspectivo y templado, para degustarse con tranquilidad. Los arreglos están bien pensados y las canciones funcionan como pequeños bálsamos, incluso la más agitada ‘Big grey peepers’  no rompe el reposo general. No hablamos de lentitud, sino de cálida languidez. Es parcialmente original (lo que en los tiempos que corren no es poco), aunque no llega a explotar de todo, es rica pólvora azucarada que cumple con las expectativas.
JUANJO ORDÁS.


MAÑANA SÁBADO, PODRÁS LEER EN EFE EME UN DETENIDO ANÁLISIS DE «DAIQUIRI BLUES», EL NUEVO DISCO DE QUIQUE GONZÁLEZ.


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