Hace 30 años fallecía Elvis Presley, el mito, la leyenda, el juguete roto… El Rey del Rock. Como todos los medios generalistas incidirán hoy en su recuerdo, nosotros, simplemente, queremos recomendar la lectura de un libro sobre él recién editado: Elvis. Corazón solitario, escrito con rigor por nuestro colaborador Javier Márquez.
Texto: JUAN PUCHADES.
Elvis, la fiera rockera desbocada de sus primeras grabaciones en Sun Records y RCA. El Elvis artísticamente domesticado tras su paso por el ejército. El Elvis protagonista de decenas de películas infames, subproductos para fans sin rigor. El Elvis confuso de la década de los 60 que logra levantarse con orgullo con una de las mejores obras de su carrera y un disco imprescindible en cualquier discoteca (From Elvis in Memphis). El Elvis dominado por las drogas legales (las que se expenden con receta). El Elvis de los conciertos continuos (y confusos) de los años 70. El Elvis abandonado a su suerte (y a sus kilos y a sus fantasmas personales) a mitad de esa misma década. El Elvis consciente de su decadencia artística y personal. El Elvis de las muchas grabaciones pero de los pocos discos verdaderamente sustanciales. El Elvis de los trajes imposibles. El Elvis siempre manejado y dominado por ese villano llamado Coronel Parker… Elvis, el muñeco roto que murió consumido por su propia leyenda con sólo 42 años.
Ciertamente, la historia de Elvis no es muy edificante pese a ser la gran leyenda del rock. El icono por antonomasia. Pero así fueron las cosas en la trayectoria vital y personal de alguien que tocó el cielo con sus manos. Una historia sabida y mil veces contada. Sin embargo, merece la pena recomendar la lectura de Elvis. Corazón solitario (Almuzara Editorial), el libro que estos días ha publicado nuestro compañero Javier Márquez y que coincide con el 30 aniversario de la muerte del Rey. Javier ha logrado dotar al relato de la suficiente fuerza narrativa centrándose en los hechos esenciales, recopilando aquellos datos que mayor verosimilitud ofrecían de las muchas fuentes consultadas. Así el lector asiste a la ascensión y caída de quien fue uno de los mayores revolucionarios musicales del siglo pasado y una de sus mejores voces en una narración que engancha de principio a fin. Que nos permite vislumbrar las sombras de la leyenda, pero que deja que afloren los espacios luminosos de un Elvis que siempre trató de dar lo mejor de sí mismo como intérprete, que hasta el fin de sus días contaba con una formidable banda de directo junto a la que se entregaba cada noche, un tipo que varias veces trató de poner orden en su carrera, que no quería perder el tren del tiempo pero que se veía superado por las circunstancias que lo rodeaban, por ese mundo ficticio en el que vivió hasta el último aliento.
No hay duda que Javier Márquez ha sabido presentarnos en Elvis. Corazón solitario a un Elvis Presley fidedigno al que probablemente fue. Ese cuyo recuerdo, a quienes crecimos con sus canciones e intentamos sacar petróleo de sus peores discos (las rutinarias bandas sonoras, por ejemplo), nos deja un sabor amargo. Pero así fue la historia. En otras manos (y no en las grasientas del Coronel Parker), el final, en caso de que hubiera llegado, quizás habría sido distinto. No sabemos si mejor, pero seguro que sí distinto pues, recordémoslo una vez más, Elvis aquel 16 de agosto de 1977 sólo tenía 42 años. La edad en la que podía haber afrontado la necesaria madurez artística.