31 de diciembre de 2013: buen momento para clausurar el año con nuestra particular selección de veinte protagonistas del mismo. Protagonistas que no son exclusivamente músicos y cuyos méritos o razones para ser incluidos son de lo más diversos, algunos inhabituales en este tipo de selecciones. El listado se ordena de forma alfabética.
CHARLES BRADLEY
Vamos con el dramón: nacido en Florida en 1948, Charles Bradley fue cuidado por su abuela hasta los ocho años, cuando reapareció mamá y se fue con él a Nueva York. Allí vivió en condiciones de extrema pobreza, pero, eso sí, adorando al dios del soul James Brown. A los catorce años se fugó de casa y pasó dos años viviendo en las calles. Durante diez años fue cocinero, luego abandonó y recorrió Estados Unidos haciendo autostop. Vivió de aquí para allá, ejerció diversos trabajos y ocasionalmente cantaba en público, como un aficionado más. En 1996, regresó a Nueva York y comenzó a trabajar en pequeños locales, bajo el nombre de Black Velvet, como imitador de Brown. Descubierto una noche por el fundador de Daptone Records, comienza a escribir canciones, y desde 2002 van saliendo singles suyos que, por fin, en 2011 se recogen en el álbum «No time for dreaming», que es una de las grandes sensaciones del momento gracias a la profundidad de los temas y la intensidad vocal y musical, deudora del gran soul de los sesenta y los setenta. En 2013 lanza su segundo disco, el monumental «Victim of love», y Charles Bradley, a los sesenta y cinco años, pasa a ser una estrella internacional admirada sin reservas por la crítica y el público. Bradley ha recogido el testigo del soul eterno. Bonita historia, ¿verdad?
COQUE MALLA
Hay a quienes les cuesta asumir la edad adulta y se aferran a lo que fueron, incluso rozando el ridículo. Otros, por el contrario, conscientes de que el tiempo de que disponemos no es demasiado, y no hay que perderlo, aprovechan para disfrutar, hacer lo que les apetece y quitarse prejuicios de encima. Coque Malla es de estos últimos, y desde su salida de Los Ronaldos ha tratado de dirigir con mano férrea su carrera, por lo menos en lo artístico, y especialmente en los últimos años, grabando discos poderosos, profundos y de enorme calidad, con los que, sin dejar de ser el rockero que siempre ha sido, permite que las canciones se impongan a cualquier otro argumento. En «Mujeres», su obra más reciente, decidió no solo recuperar parte de esas canciones que ha ido escribiendo en estos años, sino darles nueva vida en compañía de una decena de vocalistas femeninas (de distintas generaciones y estilos) para hilvanar un nuevo discurso programático para ellas (las canciones). De ahí salió un disco (con su correspondiente deuvedé) hermosísimo. Un dechado de buen gusto. Ellas, tan importantes como el propio protagonista fueron: Leonor Watling, Jeanette, Rebeca Jiménez, Ángela Molina, Laura Gómez Palma, Vilma, Amparo Valle, María Rodés, Alondra Bentley y Anni B. Sweet. Embelesados seguimos con «Mujeres».
DAVID BOWIE
A David Bowie se le conoce como el camaleón por su capacidad para mutar musical y físicamente, pero detrás de esos saltos estéticos (que de ello se trata), siempre ha estado alguien que maneja como pocos los hilos del marketing, antaño adaptándose a los tiempos y tratando de ir un paso por delante, bien innovando, bien regurgitando a su modo lo que había. Como muestra de la manera en que maneja la comunicación para impactar, está la operación desarrollada a principios de 2013: de él no se sabía nada, solo se habían filtrado semanas antes un par de fotos en las que se le veía vestido de calle por Nueva York, levemente avejentado pero en forma. Las fotos fueron de aquí para allá, como si no tuvieran nada que ver con él. Mientras, todos llevabamos tiempo especulando con su retiro, solo roto ocasionalmente en los últimos años por alguna reedición de sus discos clásicos. Pero de él, de david Bowie, no se sabía nada. Y, de pronto, un vídeo, una nueva canción y el anuncio de un disco. El mundo entero se puso a sus pies: el tipo más «cool» estaba de vuelta, y nada más importaba. Bowie, en 2013, ha protagonizado el retorno más medido y sonado que se recuerda. Y la jugada le ha salido perfecta. Un maestro, el camelón.
DUNCAN DHU
No había efeméride de por medio, ni razón comercial evidente. Es más, el año, con la crisis azotando sin piedad a la sociedad española y a la música, desaconsejaba organizar una gira de regreso. Sin embargo, Mikel Erentxun y Diego Vasallo había comenzando a trabajar juntos de nuevo en algunas canciones, quisieron grabarlas y… ya estaba en marcha el regreso de Duncan Dhu. Se organizó una agenda: a mediados de primavera estaría el nuevo disco en la calle y en verano saldrían de gira, pero en esas, el 6 de marzo, Mikel Erentxun fue operado de una dolencia cardíaca y hubo que aplazarlo todo. Como no hay mal que por bien no venga, esto permitió que grabaran dos temas más (y se supone que han dejado alguno inédito) y que el epé de cuatro temas previsto en un principio engordara hasta seis. Un disco que nos ha permitido ver que cuando Vasallo y Erentxun se unen brota la magia y que, tantos años después, el proyecto Duncan Dhu tiene identidad propia más allá de los proyectos solistas. Ya en el otoño llegó, por fin, la gira. Ahora el futuro se desconoce.
ERIC BURDON
La de Eric Burdon es una carrera irregular: tras el final de los Animals se reinventó en California liderando a unos nuevos Animals en plena explosión del flower power y dejando una obra inmensa. Inmeditamente rompió con todo y se refugió en el funk y los sonidos latinos con el grupo War. Poco después llegó la oscuridad, solo rota cada muchos años por algún disco excepcional, que lo ponía de nuevo de actualidad y le devolvía a ese circuito europeo de pequeñas salas que tan bien domina y que ha dejado tantos álbumes en vivo, y algunos mediocres en estudio. Este año, Burdon, una vez más, como el eterno fajador que es, se ha levantado de sus cenizas artísticas con «Til your river runs dry», un disco repleto de excelentes canciones, de las comprometidas con su tiempo (esas que tanto le gustan) y en el que con una gran producción ha podido hacer gala de su formidable estado vocal. Los medios musicales británicos se han volcado con él, pero para que todo esto pasara, fue decisivo que Bruce Springsteen le echara un cable hace unos meses y recordara la influencia decisiva que fue. Sea como sea, que Burdon regrese al lugar de la historia que le corresponde, ha sido una de las mejores noticias del año.
GERMÁN COPPINI
A falta de días para que acabara el año, en Nochebuena, murió Germán Coppini, uno de los músicos esenciales del pop español de los años ochenta. De pronto, con su muerte, se hacía la luz sobre un artista olvidado y que llevaba un par de décadas trabajando desde la retaguardia, cuando este mismo año, prácticamente en silencio, había publicado un disco en solitario y andaba en los últimos meses desvelando canciones de Néctar, el proyecto de músicos malagueños al que, con su espíritu intrépido, se había sumado. El dolor, en todo caso, era real: Coppini fue la voz de los primeros Siniestro Total y luego la de Golpes Bajos, una de las formaciones de aquel tiempo que saltó la barrera de los iniciados y que, con sus canciones de melancolía norteña, marcó a toda una generación. El caso de Coppini ejemplifica la crudeza de nuestra música, lo mínimo del pop español, y cómo impide que los artistas crezcan, lo difícil de salirse del personaje que industria, medios y público esperan que representes, lo complicado de ir por libre y hacer lo que te viene en gana. Y Germán Coppini fue un artista de ello: se reinventó cuanto quiso y puso su voz al servicio de quien su inquieto espíritu le dictaba. Por encima de Siniestro Total y de Golpes Bajos, debemos recordarle por su vocación de explorador constante. Es hora de bucear con ganas en su discografía menos conocida.
ÍÑIGO MUNSTER
En realidad, Íñigo Munster y su pequeña industria de reediciones discográficas que bajo el sello Munster acoge a Vampisoul y Vinilísssimo podría aparecer todos los años en estos resúmenes anuales porque su labor recuperadora es, desde hace mucho, constante y absolutamente ejemplar. Apoyado en arqueólogos de la historia de la música popular como Vicente Fabuel, sus reediciones y panorámicas nos permiten degustar obras de todo tipo, con criterio abierto y que pueden ir del garaje hispano de los sesenta (Los Nivram, The Four Winds and Dito) a la plena y la bomba puertorriqueña (el segundo volumen de la gozosa serie «¡Saoco!») o sacar a la luz joyas del twist hispano del periodo entre 1958 y 1966 («Pippermint twist»). Eso, y más, nos ha traído Íñigo en un año en el que su sello ha tenido a bien recordar, por fin, a Las Chinas con un elepé y dejarnos reediciones en vinilo de discos de Los Amaya, Los Bichos, Burning, Pedro Iturralde, Los Salvajes y Los Huracanes. Además, hasta se ha atrevido con un libro de Jaime Gonzalo sobre la música experimental en Barcelona (“La ciudad secreta. Sonidos experimentales en la Barcelona pre-olimpica 1971-1991”). Locos como él son esenciales.
IVÁN FERREIRO
En 2013 Iván Ferreiro ha dado la impresión de querer hacerse con el premio al mérito en el trabajo. Y es que no ha parado, desplegando una actividad frenética: tras seguir con una gira acústica con la que estuvo actuando por pequeñas salas de todo el país, solo o acompañado por Amaro Ferreiro, durante marzo (y tras encuentros previos), se embarcó en una tanda de conciertos mano a mano con Leiva, con ambos enfrentándose solos a los escenarios. El encuentro dejó una canción inédita registrada en estudio, ‘Anticiclón’, con su correspondiente videoclip. Luego, Ferreiro siguió con sus conciertos, grabó en primavera su nuevo disco, “Val Miñor-Madrid. Historia y Cronología del Mundo”, que se editó en septiembre e, inmediatamente, salió a la carretera para presentarlo en directo junto a su banda. Desde luego, si ha podido permitirse tanta actividad es porque cuenta con una solidísima y envidable base de seguidores que lo han aupado a un lugar privilegiado del pop español del momento. Y ello sin ceder un ápice en sus canciones y despachando discos que no son, precisamente, fáciles o amables, pero que conectan abiertamente con la generación entre los veintitantos y los treintaitantos.
IZAL
Pánico escénico: el indie vivía feliz en su micromundo cuando, de repente, una serie de grupos que no cuentan con el plácet de nadie, aparecen por derecha e izquierda, desde la más completa independencia y se hacen con el favor de un numerosísimo sector del público al que, probablemente, las etiquetas le da lo mismo y solo está por la música. El proceso lo iniciaron Vetusta Morla (aunque también están ahí Supersubmarina o bandas más veteranas como Love of Lesbian y Lori Meyers), capaces de enfrentarse la próxima primavera a tres noches en La Riviera madrileña. Los nombres para definir a esta camada difícilmente encuadrable han sido peyorativos: «indietex», «fake indie» o «indie mainstream», cuando quizá sería más acertado hablar de postindie o neoindie (claro que eso sería aceptar su condición de indie y muchos no estarán de acuerdo). De este movimiento, en 2013 ha destacado claramente Izal, con Mikel Izal al frente, un grupo de pop en castellano con sus dosis épicas que ha lanzado su segundo disco, «Agujeros de gusano», financiado sin sofocos mediante crowdfunding, y, en paralelo, van ganando público día a día, se han hecho con uno de los premios del circuito Girando Por Salas y para el año próximo ya tienen fechas cerradas en los festivales Sonorama y Bilbao BBK Live, que no está nada mal. Es la otra realidad del pop español, que no solo existe, sino que crece exponencial.
JAVIER DE CASTRO
Milenio es la editorial con catálogo musical más veterana: comenzó en 1995, ¡y todavía sigue ahí! Toda una rareza que cuenta con Javier de Castro, colaborador de EFE EME, como director editorial para temas musicales. Milenio se ha caracterizado principalmente por una mirada amplia a la música popular, dar salida a estudios de autores españoles y, desde hace ya bastantes años, ha ido abriendo su catálogo al análisis y la biografía de artistas locales, siendo memorables sus ensayos sobre grupos como Burning o Los Sírex. La editorial, que en 2012 se apuntó un tanto histórico al editar el imprescindible «Veneno en dosis camufladas. La censura en los discos de pop-rock durante el franquismo», de Xavier Valiño, este año no se ha quedado atrás con «Achilibook», el esencial volumen firmado por Txarly Brown que hace justicia a un género local tan olvidado y despreciado, pero absolutamente autóctono y básico para entender nuestra música pop como la rumba (en sus diferentes variantes), con una recopilación de portadas de discos que apabulla. Pero, además, en 2013 ha visto la luz, por fin, «El libro de Asfalto + Topo», escrito por Josemi Valle sobre los padres del rock urbano, y el completísimo «Django Reinhardt. Un gitano en París», de Juan P. Jiménez y Emile Durand, primera y ansiada biografía en castellano sobre el mago de la guitarra gipsy. Y dando muestra de un eclecticismo sin igual, en la colección «Música», la clásica de la editorial, ha lanzado en las últimas semanas «Julio Iglesias. Cuando vuelva a amanecer», un ensayo sobre la vida y la obra del cantante melódico por excelencia. Y para eso hace falta mucha sangre fría.
JESÚS ORDOVÁS
La jubilación anticipada de Jesús Ordovás de RNE supuso el fin no solo del «Diario Pop», uno de los programas más longevos e históricos del pop español, sino la pérdida de una de las voces esenciales de la radio musical española, de aquellas que estuvieron, en 1979, en la fundación de Radio 3. Ordovás, además, fue uno de los mayores agitadores del rock y el pop español en los años ochenta y siguió al pie del micrófono durante los noventa y el comienzo del nuevo siglo, tomándole el pulso a la actualidad, principalmente independiente. En los últimos años, al menos se había animado y nos dejó dos libros: «Los discos esenciales del pop español» (Lunwerg, 2010) y el suculuento «Viva el pop» (Lunwerg, 2012), en el que abría sus archivos gráficos para trazar un recorrido personal del pop español en los años que van de la movida al indie. Pero la alegría fue inmensa al saber que el 14 de abril de este año regresaba a ponerse al frente del micrófono para dirigir y presentar «Nuevas Sensaciones», un espacio mensual que se acomodó en la emisora digital Radio Gladys (ahora en Nanosónico) y en el que Ordovás suele contar en cada espacio con un invitado.
JUAN DE DIOS MARTÍN
Cuando alguien se licenciaba del servicio militar, en su cartilla, se sellaba aquello de «valor, se le supone». El productor (y también músico, que es importante) Juan de Dios Martín no parece que tenga un especial interés en lo castrense, pero ha dado probadas muestras de su valor: produjo a Deluxe cuando arreciaban las críticas contra Xoel López desde sectores indies, y el año pasado (el disco salió en diciembre y su recorrido comercial se ha desarrollado durante 2013), yéndose a las antípodas musicales, asumió la producción de la revisión íntegra y en castellano que la banda heavy por excelencia, Barón Rojo, hizo del «Tommy» de los Who. Por si no hubiera bastante, este año se ha atrevido a tocar las cintas originales de «La leyenda del tiempo» (la obra vanguardista y avanzada que Camarón grabó en 1979 y que supuso toda una revolución en el flamenco), para mezclarla de nuevo, ponerla al día y buscar matices que en su momento pasaron desapercibidos. Una aventura en la que ha estado acompañado por el productor original de aquel disco, Ricardo Pachón. Mucho valor el de este productor que además de con los mencionados, en los últimos años ha estado detrás de discos de Rubén Pozo, Leiva y Amaral, y acaba de producir a 84 (el álbum saldrá en 2014). Es, sin duda, el productor del momento, pero, además, en constante aprendizaje, en cuanto puede viaja a cualquier rincón del planeta para participar en másters ofrecidos por los mejores productor e ingenieros de sonido de la historia.
LOU REED
La gran pérdida internacional del año y, sin embargo, como en el caso de German Coppini, hacía tiempo que Lou Reed era un músico olvidado, en su caso superado por la sombra de su grupo inciático, The Velvet Underground. Pero, de pronto, con su muerte, fue asumir que se iba una las figuras básicas del rock de los años setenta, un músico que supo atravesar las décadas que vivió con enorme dignidad artística, reinventándose, aunque, en ocasiones su carácter adusto y sus peculiaridades humanas con las que quería hacer comulgar al resto del mundo (pongamos por caso el tai chi) empañaron su figura. Sin embargo, asumiendo su perfil vital, hay que reconocer el asombroso legado que nos deja quien fue uno de los artistas más singulares del rock, siempre unido a la ciudad de Nueva York, a la poesía y a la vanguardia.
MARK LEWISOHN
Cuando ya parecía que no quedaba nada por contar de los Beatles, aparece Mark Lewisohn (considerado una autoridad en el grupo) y, fruto de una investigación minuciosa (pasa todas las informaciones conocidas y por conocer por el cedazo más fino) anuncia que está trabajando en una completa trilogía sobre el grupo cuyo primer volumen se puso a la venta el 10 de octubre. Pero, con intención de sentar cátedra, lo de Lewisohn no es una biografía cualquiera: «All These Years» (así se llama la trilogía) pretende no dejar piedra sin mover. De hecho, «Tune in», el primer volumen, alcanza solo hasta el año 1962 pero se extiende hasta las mil páginas (mil doscientas en la edición estadounidense, que ha incluido las notas, suprimidas para aligerar la edición británica). Entre las cosas que parece dejar claro Lewisohn en este primer tomo es que, desde el principio, todos sus compañeros de grupo odiaban al bueno de Paul McCarteny. No, no lo hemos leído: estamos deseosos de que alguna editorial se anime a comprar los derechos para la edición en castellano. ¿Alguien se atreve?
MIGUEL RÍOS
Tras retirarse de los escenarios, Miguel Ríos se concentró en la redacción de su libro de memorias. Y había ganas de leer lo que contaba puesto que su papel en el rock español es determinante: estuvo desde los primeros tiempos, conoció de primera mano la endeble industria discográfica y musical de los primeros sesenta, vivió el éxito planetario con el «Himno a la alegría», se rebeló contra su destino y atravesó los setenta tratando de ser quien creía que debía ser aunque eso le llevó a la marginalidad, se levantó en los ochenta y definió el rock del arranque de la década, ha organizado giras de todo tipo… Ha conocido y colaborado con personajes fundamentales… y sin embargo se sabía poco de su vida y de su pensamiento. Este «Cosas que siempre quise contarte» (Planeta) viene a ser ese libro que esperábamos, con sus vivencias en primera persona, de Granada al mundo, con sus recuerdos e, incluso, con sus momentos de mala leche y de sacar pecho. Rock and roll, sí, señor.
MORRISSEY
No edita un disco desde 2009 pero es un caudaloso río de noticias en constante flujo: raro es el mes, por no decir la semana, que Morrissey no es noticia por los asuntos más diversos (algunos muy peregrinos y traídos por los pelos): ataques contra la familia real británica, la clase dirigente, medios de comunicación o los comedores de carne. Siempre combativo, este año sumó enfermedades diversas que hasta pudieron parecer ficticias o, por lo menos, algo exageradas. El ex Smiths es todo un ejemplo de comunicación en la era digital, aferrado a esa teoría de no dejes de ser noticia durante demasiado tiempo o caerás en el olvido. Además, y no sin alguna polémica previa y posterior, en 2013 publicó sus ansiadas memorias, «Autobiography», un libro espléndido que nos hace olvidar que dudábamos de su coherencia mental, en el que muestra su buena mano para la escritura, con algunos arranques brillantísimos. Además, hay que destacar que tuvo el detalle con sus seguidores menos pudientes de que hubiera edición en «paperback». Que sepamos no parece que nadie vaya a editarlo en nuestro idioma.
RODRIGO Y GUZMÁN
No, por desgracia Rodrigo y Guzmán no han grabado un disco conjunto. Eso nos tememos que es imposible. Pero 2013 nos ha traído álbumes en solitario de ambos, lo que es una noticia de primer orden dado lo poco que se prodigan. Y es meritorio porque, a pesar de que el tiempo todo lo erosiona y la indiferencia general hacia la música de la saga Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán es mucha, ellos siguen ahí, tratando de que sus canciones le lleguen al público, aunque para ello tengan que grabar por su cuenta y autoeditarse. El primero en salir fue «Sentado en la cumbre del mundo», en el que Guzmán sigue investigando en las posibilidades del gran pop, a la búsqueda de la melodía perfecta aunque las cuidadas letras esta vez se hayan teñido de fea actualidad. Como siempre, la producción, arreglos e interpretación son exquisitos. Por su parte, Rodrigo lanzó «V. Curiosas fijaciones en la vocación irremediable y otros conflictos», un disco que en realidad tiene mucho de maqueta (las cosas no dan para más) y en el que lo que cuenta (él mismo lo advierte en la presentación) son las canciones, y de estas ha recogido veinte que nos permiten ver cómo este maestro le canta al amor desde su edad: ahora las ninfas van al cole y él está más pendiente de sus mamás… Son dos genios de nuestra música, tan distintos pero unidos por un destino común que sellaron hace cuarenta años. Por suerte para nosotros.
RODRÍGUEZ
«Searching for Sugar Man», la película dirigida por Malik Bendjelloul alrededor del oscuro cantautor estadounidense de los sesenta Rodríguez, llegó a los cines españoles a primeros de año y ha supuesto toda una conmoción: ese relato de segundas oportunidades ha sido apreciado incluso por los no habituales del cine documental musical. Un género bastante pervertido en los últimos tiempos que esta cinta ha venido a dignificar, aunque para ello tuviera que caer en alguna mentirijilla narrativa con la que engrandecer el regreso de Rodríguez a Sudáfrica. Una licencia que se puede perdonar porque, en el fondo, con lo que nos quedamos es con las canciones (se editó un disco como banda sonora de la película altamente recomendable) y con su historia de final feliz (si envejecer con lo mínimo en Detroit se puede considerar tal cosa).
UNO DE LOS NUESTROS
La idea era buena, un clásico desde los primeros tiempos del rock and roll: reunir un cartel con varios nombres potentes y lanzarlos a la carretera en un espectáculo conjunto. Pero 2013 no pasará a la historia como el mejor año para el rock en nuestro país. Así que la gira «Uno de los nuestros», con Ariel Rot, Leiva y Loquillo, quedó más en lo que pudo ser que en lo que fue, con cambios de recinto y alguna cancelación. Tampoco ha quedado claro si la planificación fue la ideal: ¿hay público en España para una gira de estas características? ¿Habría sido mejor centrarse únicamente en un par de fechas? ¿La suma de los tres era la ideal, sus públicos convergían? ¿Se hizo la suficiente promoción para llegar al público no militante del rock? ¿Fue contraproducente que Leiva y Loquillo siguieran en paralelo con sus propios conciertos? ¿Se eligió el mejor tema para promocionar la gira y tuvo la suficiente difusión? ¿Las entradas eran muy caras? Muchas preguntas que nunca tendrán respuesta, pero, al margen de ellas, en la escena rock «Uno de los nuestros» fue, sin duda alguna, uno de los acontecimientos del año. Y, oiga, que les quiten lo bailado a los tres, que al menos lo intentaron.
LOS ZIGARROS
Tras un primer elepé con el grupo Los Perros del Boogie, los hermanos Álvaro y Ovidi Tormo decidieron hacérselo por su cuenta bajo el nombre de Los Zigarros, debutando este mismo año con un disco de título homónimo que ha sido la gran sorpresa en el apartado del rock clásico. Sí, porque en un momento en el que parece que cualquiera que empuña una guitarra y se pone delante de un micro por vez primera quiere sumarse a las abarrotadas filas del indie, estos dos le atizan a ese rock que, en la tradición local, bebe de Tequila y llega hasta M Clan. Además, el caso de Los Zigarros es significativo: les produce Carlos Raya, les ha fichado Universal y trabajan con Last Tour, una de las agencias de management más potentes del país, Carlos Tarque o Fito Fitipaldi se encuentran entre sus fans y se han fogueado a lo largo del año tanto en garitos como en algunos grandes festivales. Para colmo, el disco es un disparo imparable de rock divertido y sudoroso perfectamente elaborado, y solo necesitan quitarse algunos tics referenciales demasiado evidentes para desarrollar su propia voz. Hacía tiempo que no veíamos tal cúmulo de elementos para pensar que el necesario recambio para el rock español que conecte con el público más joven existe.
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